Entrevista a Ricardo Pascoe | Exembajador de México en Cuba

Luego de que se anunciara el interés de México en voz del subsecretario para América Latina y el Caribe, Maximiliano Reyes Zúñiga, de fungir como puente de diálogo mediador de los conflictos que vive Nicaragua, “si así es requerido”, también ha enfatizado que el gobierno mexicano será sumamente respetuoso de la soberanía y de los asuntos internos de la nación gobernada por Daniel Ortega, que desde abril pasado vive serias tensiones políticas.

Que más que tensiones, en opinión del director del diario Confidencial nicaragüense Carlos Fernando Chamorro es ya el riesgo de una guerra civil, donde la represión policial y paramilitar ha dejado más de 3 mil heridos, desaparecidos y miles de exiliados, como lo consigna la colaboradora de Siempre! Irene Selser, en el texto que se publica en este número.

Y es que este jueves se esperaba la visita a la cancillería del ministro nicaragüense de Relaciones Exteriores, Denis Moncada, quien por cuestiones de agenda, la canceló. Una visita donde se dijo que se acordaría una visita de las autoridades mexicanas para conocer la situación tanto de nuestra embajada como de las empresas mexicanas en ese país “y de lo que está sucediendo allá”.

Reyes Zúñiga dijo sin embargo que se mantiene una comunicación fluida con ese gobierno y ratificó los principios de la doctrina Estrada “de no intervención, libre autodeterminación, solución pacífica de los conflictos y la solución para el desarrollo”.

Un conflicto donde la no intervención significa en realidad intervención, según alerta el exembajador de México en Cuba, Ricardo Pascoe Pierce, quien destaca a Siempre! que el gobierno mexicano llega tarde no solo en el caso Nicaragua sino también en el de Venezuela: “En ambos casos se han estado discutiendo, buscando diálogos, propiciando distintas mesas de concertación durante años con diversas instancias”.

Compara esta situación con la del entonces gobierno de José López Portillo que tomó la iniciativa para negociar la salida del conflicto en El Salvador y Nicaragua, y cuya paz quedó suscrita en lo que se llamaron los Acuerdos de paz de Chapultepec.

Hoy, apunta, la situación es muy diferente, “parece que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador busca emular lo que sucedió en esa negociación con el expresidente José López Portillo, donde la iniciativa de México buscó y concretó un proceso de negociación que duró varios años”.

Los diarios de la época recuerdan este proceso que duró varios años y que permitió aliviar las tensiones entre el gobierno de Ronald Reagan, la revolución nicaragüense y el gobierno cubano y buscar poner fin a la ayuda militar norteamericana al ejército salvadoreño, cuyo acuerdo se firmaría en 1992.

En el caso actual, apunta Pascoe Pierce, “los conflictos en Venezuela y Nicaragua, y agregaría el caso Guatemala porque también ese país está en la misma situación. Durante muchos años organismos internacionales, organismos independientes y muchos gobiernos tanto de América Latina como de la Unión Europea han buscando dar salidas al problema de la negociación en estos países y no ha habido manera de buscar una solución. Da la impresión de que México se ofrece pensando que son gobiernos de izquierda y que hay una afinidad ideológica entre los gobiernos de Ortega y de López Obrador.

 

 

El problema de fondo

“Quiero pensar que es una concepción equivocada, que no hay en realidad una afinidad, ya que lo que vemos es que hay gobiernos sumamente autoritarios que están operando en la zona, cuya razón de ser es la represión de la protesta popular”, apunta el exlegislador.

Asegura que el problema del gobierno de México es que no es un interlocutor creíble pues es visto como un aliado de Maduro y Ortega y no de los movimientos populares, y eso en la práctica lo descalifica. Retoma el ejemplo del acuerdo de Chapultepec, “donde el gobierno logró colocarse en una posición más equidistante entre los dos actores opuestos, enfrentados, y de esa manera la negociación mexicana pudo finalmente tener éxito”.

Sin embargo, asegura, “hoy creo que México está equivocado. Tiene muchas pretensiones de ser constructor de la paz pero sin una viabilidad clara, y la razón de fondo es que el partido Morena es aliado político tanto del partido de Maduro como de Ortega.

Morena, agrega, forma parte del foro de Sao Paulo y de hecho hace pocos meses ese partido suscribió en La Habana, Cuba, un pronunciamiento a favor del foro de Sao Paulo dando todo el apoyo de todos los partidos —miembros del foro— al gobierno de Venezuela y especialmente al de Daniel Ortega”.

Advierte que, en la realidad, la noción de la no intervención es simplemente una máscara para encubrir una forma diferente de intervencionismo en la zona, incluyendo el tema centroamericano. Hace énfasis en que el concepto de no intervención que plantea el actual gobierno resulta incomprensible en la medida en que López Obrador busca impulsar su modelo de desarrollo económico en toda la zona mesoamericana en El Salvador, Honduras, Guatemala. “Lo ha dicho en público y curiosamente lo quiere hacer con financiamiento de Estados Unidos, lo que lo vuelve en absoluto confuso en términos de cuál es el verdadero propósito. México está equivocándose cuando plantea el asunto de la no intervención.

Cómo puede hablar México de no intervención cuando plantea una intervención masiva económica en Centroamérica, es decir, en un lado plantea intervenir y lo maneja como un rescate humanitario y por otro lado aplica el criterio de la no intervención, porque no quiere pelearse con sus aliado estratégicos que son Venezuela, Nicaragua y Cuba”.

“El problema del gobierno de México es que no es un interlocutor creíble pues es visto como un aliado de Maduro y Ortega y no de los movimientos populares, y eso en la práctica lo descalifica”.

 

Una regresión, apoyo a gobiernos de Ortega y Maduro

Pascoe Pierce señala que se trata de un manejo oportunista del gobierno obradorista para encubrir formas distintas de intervención. “Pronunciarse por la no intervención resulta en realidad una forma de intervención, ya que al ser el único país que no apoyó el pronunciamiento del Grupo de Lima —donde se demandó que Maduro no asumiera su segundo mandato y transfiriera el poder a la Asamblea Nacional hasta que se convocara a nuevas elecciones— fue como darle un tanque de oxigeno a Nicolás Maduro. De ahí su grito de ¡Viva México!, en su toma de posesión. La decisión mexicana fue claramente un apoyo al régimen venezolano, un apoyo planteado de una manera insólita pero es así”.

El exembajador manifiesta que al plantear México convertirse en un posible interlocutor en el caso de Nicaragua cuando el gobierno de Daniel Ortega ha expulsado al grupo de expertos independientes, como también lo han hecho recientemente en Guatemala, resulta incongruente. “Hay que decirlo, estamos viendo una oleada de expulsión en Centroamérica de organismos internacionales, de organismos que buscan defender los derechos humanos ante gobiernos notoriamente represivos, y en eso México, al intervenir al margen de la comunidad internacional, en realidad ofrece tanques de oxigeno a esos gobiernos; parece que México en su política exterior está adoptando el apoyo a regímenes represivos en América Latina. Esto significaría una regresión gravísima, por eso debemos alertar a toda la comunidad internacional de que México está adoptando una postura regresiva al apoyar e identificarse con regímenes —e incluso a firmar comunicados internacionales de apoyo— represivos, que reprimen e incluso matan a sus ciudadanos para mantenerse en el poder”.

“México está en el umbral de jugar el papel de ser el hermano grande de todos los regímenes represivos de América Latina. Está jugando a avalar regímenes que, insisto, no solo el nicaragüense y el venezolano, sino también el guatemalteco porque está avalando el no funcionamiento de organismos internacionales y, qué ironía que justamente cuando se instala la comisión para el tema de Ayotzinapa, donde había una Comisión Internacional de grupos expertos internacionales, que ya se fueron, resulta que México está aceptando esos regímenes y apoyando a gobiernos que los rechazan.

 

 

¿Por qué razón?, porque México no quiere ser visto, busca evitar ser el posible blanco de Comisiones internacionales de ese tipo en el futuro, lo que están previendo es que podría haber el reclamo de algún sector de la comunidad mexicana en el sentido de que debieran crearse comisiones para ver eventuales violaciones de derechos humanos en nuestro propio país y por ello quieren poder justificarse con la tesis de la no intervención, que no van a permitir más comisiones.

Si aceptan que Nicaragua, que Guatemala expulse comisiones, y Venezuela expulse a la comunidad internacional, es ir preparando el terreno para que el pensamiento que prive sea impedir, expulsar, o no permitir que accedan a nuestro territorio nacional comisiones internacional de ese orden”.

Cuestionado sobre el papel que está jugando Estados Unidos sobre esta situación, Pascoe Pierce señala que el gobierno de Donald Trump “está desentendido del asunto y a pesar de que dice que está pensando en reconocer al nuevo presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela como el legítimo mandatario en lugar de Nicolás Maduro, más bien está pensando en problemas tanto internos como los conflictos con China, Rusia, con la Unión Europea, con Siria. No están pensando mucho en América Latina”.