Ahí se dieron cita. Como cada año en Davos, una estación de esquí en Suiza, a 1,560 m de altura sobre el nivel del mar, se transformó de pacífico pueblo en centro del universo terrícola. Todo lo que se mueve, todos los que aspiran a destacar, a impulsar sus países, sus corporaciones, a innovar, a participar en la toma de decisiones del concierto de naciones, se dieron cita en Davos.

La gran realeza del mundo, los megaempresarios, los políticos de primer nivel —así como los de segundo y tercero— , ahí se dieron cita; van en nombre de sus representados y a título personal, para darse a conocer y, de ser necesario, crear controversia, por qué no. Para eso es Davos. Pero hay que estar en Davos. Ahí se deciden temas mundiales, que por supuesto afectan, comprometen a las naciones y a sus líderes, consigo mismos y con los demás.

Conviven, se toleran o se dan la mano los colores del croma de todo el pensamiento, credo e ideologías: la ultraderecha latinoamericana, los presidentes cretinos y los abanderados de la democracia libre, esa que da oxígeno a sus pueblos. Todos, absolutamente todos estuvieron en Davos. Siempre se dan salvedades por múltiples motivos, claro está. Existe un país que siempre se ha visto muy bien representado por todos sus sectores en Davos. Me refiero al nuestro.

En 2019, la pobre presencia de la cuarta transformación

Llamó la atención en esta ocasión la pobre asistencia de la delegación gubernamental de nuestro país, y de otras naciones que se encuentran en situación extrema, o que no quisieron dar la cara, porque no tienen cara qué presentar frente a tanta energía que contagia el Foro de Davos.

El tema central fue esencial para cualquier nación que desea ser parte del club de naciones: La Creación de un Futuro Compartido en un Mundo Fracturado. Una belleza de concepto, que habla de la urgencia que muchos compartimos, y que nos lleva a querer trabajar en conjunto, porque el mismo título hace sentido con la complejidad que se respira en el ambiente global.

El sentido holístico del tema, que se contradice frente a nuestros intentos necios por querer darle respuesta con fuerzas comunes; esa humana tentación de buscar respuestas anacrónicas para nuestro futuro colectivo, compartido. Ese devenir que en esta ocasión amenaza con partir drásticamente el ayer del mañana próximo, sin que tengamos la capacidad total de entender la barbaridad de cambios que vienen. O más bien, que llegan desde ahora irremediablemente.

En Davos se respiró el deseo generalizado de trabajo conjunto entre naciones, para dar solución a retos compartidos. La apremiante presión con la que debemos discutir y encontrar nuevas estrategias para restablecer la credibilidad de nuestras instituciones nacionales, regionales, globales, en sus sistemas, liderazgos y contratos sociales.

Algo quedó muy claro: el mundo comparte retos, y debe dialogar, buscar soluciones conjuntas, para una sociedad —la humana— incrédula, escéptica, cansada de las mismas respuestas a retos que han cambiado diametralmente en los últimos veinticinco años.

Restaurar la confianza de individuos y sociedades en los contratos sociales. No borrarlos, no destruirlos, no pretender comenzar de cero. Todo lo contrario. Conciliar lo hasta ahora logrado, corregir, digerir la historia para seguir hacia adelante. Evitar ante todo regresiones en detrimento del individuo, de nuestras familias, de nuestras sociedades.

Para tal efecto se tienen que unir todas las fuerzas dinámicas, efectivas, de poder de la tierra. Sumar para exponenciar, en pro de nuestra sobrevivencia y la del planeta, de la sustentabilidad, del combate efectivo en contra del cambio climático, de la responsabilidad social, del crecimiento con desarrollo para todos.

Así de complicado Davos 2019

Justo en tan importante discusión se notó la ausencia mexicana. Davos estaba interesado por conocer las propuestas y la ideología del nuevo líder mexicano, que siendo norteamericano, también es latinoamericano; ese México que al ser parte integral del continente opta por soluciones insulares, que han distinguido al país durante ya doscientos años, y lo han eximido de los vaivenes ideológicos estériles en los que se sumió buena parte de América Latina durante todo el siglo XX. Justo por eso era más que obvia la necesidad de contar con una amplia y competente, inteligente delegación del gobierno mexicano.

“No va ningún secretario porque tenemos que resolver la crisis energética por la que atravesamos”. Así, los funcionarios se quedaron en casa sin poder resolver ni la crisis energética —por cierto artificial, provocada, no real (digo artificial, no real, porque oferta hay de sobra, la infraestructura, mal que bien, alcanza para satisfacer las demandas de todo el país; ha sido artificial, más bien provocada por una guerra contra los huachicoleros, que nadie entiende cómo opera, ni mucho menos como terminará)— y tampoco sin ponerse a trabajar como cada año en Davos, y explicar un poquito al resto del mundo, esa maravilla de concepto mexicano: la gran cuarta transformación.

Hubo de sobra altos empleados de gobierno que se fueron a Estados Unidos de shopping por las pipas y carros tanque, que en un gesto de estrategia revolucionaria viene a cambiar el sistema moderno de transporte de productos, por el más caro y correspondiente con nuestras normas de mediados del siglo XX.

Tendencias en Davos: nuevos puntos de inflexión en el desarrollo individual y social

 Ya no es la gran elocuencia de centro, ni la demagogia de izquierda o derecha; tampoco el populismo nativista, las versiones oficialistas de la historia tienden a desaparecer. La evolución cultural y generacional cambia a pasos agigantados.

A menos de que se pretenda mantener a toda una sociedad idiotizada, las presiones globales, la rendición de cuentas multilateral obliga a tirios y troyanos a entrar en cintura. Los Trump, los Maduro, los brexit y las cuartas o quintas transformaciones, todos habremos de entrar en consonancia, si con honestidad buscamos el bienestar integral de nuestras sociedades, y el de todos y cada uno de sus individuos.

Fueron muchos los temas abordados en Davos 2019. Enlisto los que a mi criterio destacan. Ronda en lo necio resaltar que las nacionalizaciones, subsidios asfixiantes, o regalos de dinero más con fines electoreros que compensatorios de inequidades específicas de una región, o por emergencia temporal, no salieron a colación en ninguno de los temas destacados de Davos 2019.

  • El futuro digital de las sociedades y de la productividad.
  • Inteligencia artificial.
  • Innovación.
  • Inteligencia regulatoria.
  • Inteligencia financiera.
  • Privacía y seguridad de datos.
  • Big Data y Blockchains.
  • Tendencias industriales.
  • Administración y regulación de negocios internacionales.
  • BEPS o Erosión de la Base Fiscal y Traslado de Beneficios por lagunas jurídicas.
  • Data Analytics frente a la era del lavado de dinero.
  • Las nuevas actualizaciones productivas y capacitación para los cambios productivos.
  • Entrenamiento a los empleados para los nuevos compromisos corporativos.
  • El ethos individual, colectivo, grupal, cultural, de género en el siglo XXI.
  • Sustentabilidad, movilidad social, RSE, economías verdes y cambio climático.
  • Esclavitud moderna.
  • El futuro de los negocios: Los propósitos más allá de las utilidades.
  • El futuro digital que necesitamos.
  • La tecnología no es moda. Es una realidad y muy seria. Afectará cada vez más la generación de empleos, y la contratación de mano de obra primaria, secundaria y terciaria. (Este tema en particular parece una ironía para este México de la 4T. Justo en días pasados, el presidente López Obrador afirmó que gran parte de la tecnología es más moda que cambio de verdad. Curioso, don Andrés parece contradecir a Davos. Supongo, pues, que Davos anda con los ojos bien vendados.)

El nuevo gobierno mexicano tiene que darse cuenta —le urge— de que además de resolver huachicoleos y revolucionar los modelos de desarrollo económico y social del país con trenes mayas, refinerías en Tabasco y aeropuertos originales en Santa Lucía, hay temas que, si bien no son interesantes para la política —política de López Obrador—, son los que generarán empleos, actividades económicas y demandarán nuevos estados de la educación mexicana, más allá de cualquier cuarta o quinta transformación.

Un ejemplo, que atañe directamente a las políticas de gobierno y modelos económicos que estimule el gobierno federal, es la generación de energías alternas; lo cito porque también fue tema de discusión en Davos.

Con base en datos de La Comisión de Transiciones de Energía http://www.energy-transitions.org/ la participación de electricidad dentro de la demanda de energía global final, 20 por ciento al día de hoy, puede ser de cerca de 60 por ciento para mediados de este siglo, con bioenergía e hidrógeno abasteciendo la mayor parte de la diferencia. Es decir que se cuadruplicará la demanda por electricidad en ese periodo, para alimentar los vehículos automotores, que en su mayoría serán eléctricos, calefacción, usos en el hogar y otras aplicaciones de las energías.

Hacia 2050 el mundo habrá expandido en más de diez veces los sistemas de abasto de energía solar y eólica. En la transición también se utilizarán la energía nuclear y el gas natural. El objetivo central global: la descarbonización de las energías utilizables, salvar el planeta y evitar el calentamiento global.

Las recomendaciones de más explotación petrolera, nuevas refinerías mundiales, o la persistencia en la producción de vehículos de combustión interna resultan, rumbo a 2050, prácticamente nulas.

Insisto: la idea es que países como México que sí pueden hacerlo, alrededor del año 2050 generen una mayor parte de su electricidad de fuentes eólicas y solares. Hablo de grandes granjas de turbinas y paneles, ya sea en parques terrestres o marítimos, con instalaciones fijas en bajas profundidades, y flotantes en aquellas de gran profundidad. El hidrógeno es ya uno de los insumos más discutidos, y cada vez son más factibles las fuentes generadoras de energía a través de la fisión nuclear.

La visión en Davos 2019 se dio a la luz de las transformaciones que sufrirán industrias como la automotriz en las próximas décadas, con demandas menores de hidrocarburos y crecientes de energía eléctrica. Ya no hablaremos de acumulación de energía en baterías, sino en sistemas de hidrógeno, mucho más eficientes y seguros.

La economía de las energías se reconfigura en todo el mundo. Llama la atención que México no prosiga por el buen camino que comenzó: el Istmo de Tehuantepec, Tamaulipas y el desierto de Sonora, son ejemplos claros de reconversión rumbo a energías renovables y limpias para el medio ambiente.

El mundo demanda de las naciones más robustas una mucho menor contaminación, porque aun las naciones menos desarrolladas del orbe asumirán su compromiso en el combate del calentamiento global. México se ha comprometido de lleno con acuerdos verdes y descarbonizadores como las COP 21, 23, 24, y el Acuerdo de París. De la misma forma y mediante los tratados comerciales internacionales, México reconoce normas sanitarias que incluyen el combate al calentamiento global.

Los temas se pusieron en la mesa. Era la oportunidad de inaugurar gobierno en este foro mundial tan importante. Trabajar con empresarios, inversionistas, ofrecer garantías y dar la confianza que el mundo demanda.

Los temas no son los precios de garantía, o los subsidios a jóvenes, madres solteras o a los individuos de la tercera edad. El mundo quiere salir adelante, mejorar, evolucionar. Los temas son novedosos, estrujantes a veces, revolucionarios en el sentido de cambio profundo. Tienen que serlo, porque las nuevas tecnologías de la cuarta revolución tech, aunadas a los cambios profundos generacionales, así lo exigen.

Y surgieron más, muchos más temas en Davos

  • ¿Cómo se deben generar los nuevos empleos? ¿Cómo dar facilidades para que las nuevas generaciones los aprovechen para sí mismas y para sus sociedades?
  • ¿Cómo empatar los modelos educativos con los mercados laborales crecientes de la Cuarta Revolución Tecnológica? O las nuevas arquitecturas de la ciber-colaboración internacional, para la protección de los datos y la inteligencia informativa de las naciones.
  • La configuración de las nuevas finanzas.
  • La nueva economía de la salud, de la vejez, la biotecnología, la edición genética, y en dónde de todas estas nuevas y complicadas ramas de la salud podemos tener diferenciales competitivos.
  • La migración global —de la cual México es parte importante como centro receptor y exportador de seres humanos

Aunque complicado el horizonte, hay que discutirlo con el resto del mundo para intercambiar ideas, conocer y entender lo que se hace en otras latitudes, alcanzar alianzas efectivas para acelerar el desarrollo de toda nuestra población, aprovechar en lo posible las tecnologías, reestructurar la reforma educativa, por supuesto, pero conforme a modelos evolutivos, no regresivos, o peor aún, clientelares.

Libertad de expresión, libertad de prensa

Un tema merecedor de importancia destacada fue el de la libertad de prensa, así como la libertad de expresión en general, su garantía y defensa por parte de los gobiernos. Tal vez la propensión a los regímenes totalitarios y poco transparentes motivó el tema, aunado a la violencia en contra de la libertad de expresión, de los medios de comunicación y sus representantes.

En México hemos visto una y otra vez la violación de este sagrado principio humano y constitucional, sin que se tenga éxito en la defensa de los medios y sus representantes. El nuevo gobierno mexicano ya ha vivido en carne propia varios asesinatos de periodistas; ha sentido la grave impotencia de no poder prevenirlos.

Otros temas de llamar la atención

  • La globalización comercial 4.0 y el nuevo papel que jugará China en el comercio mundial en los próximos años.
  • La preponderancia y dominio de los datos digitales.
  • Nuevos planteamientos fiscales más justos y balanceados, para el bienestar no del gasto público, sino de los individuos que conforman las sociedades. Dentro de este tema es recurrente la coincidencia: el combate a los grandes sistemas del crimen organizado debe de ser a través de unidades cada vez más sofisticadas de inteligencia financiera gubernamentales, con capacidad de cruce de datos con otras naciones del mundo.
  • La inclusión social y laboral dentro de la RSE y la sustentabilidad.

México no se sometió a las reglas inquisitivas del capitalismo mundial

¿Perdón? ¿Por qué este subtítulo?

Bastan estas páginas de reflexión del evento de Davos. Era la prueba de fuego para el nuevo gobierno, para la cuarta transformación inexistente o muy bien escondida por sus creadores. La pregunta surge: ¿por qué ocultar la cuarta transformación? ¡Era el momento de dar a conocer la nueva propuesta para la evolución mexicana, tal vez el nuevo liderazgo mexicano para toda América Latina!

Davos 2019 fue la oportunidad divina perdida de dar la cara, convertirse en líderes de una gran delegación de todos los poderes reales formales de la sociedad mexicana —gobierno, políticos, empresarios nacionales y extranjeros invertidos en nuestro país, de académicos, científicos, opinólogos, humanistas e intelectuales—, para ir a Davos, trabajar en equipo, dejar una nueva rúbrica mexicana de país en la etapa de la consolidación y de la justicia, del país emergente con el que se puede trabajar, invertir, negociar, financiar, innovar en serio, por ser un país serio, por contar con líderes serios. Dejarles un mensaje contundente: “Con México sí se puede tratar como socio de ligas mayores”, para dar el gran salto cuántico, exponencial, matricial, que nos abra las puertas de nuevas y mejores formas de hacer política, de estimular negocios, economía, para el bienestar integral de todos los mexicanos rumbo a los próximos 50 años. Imposible antes.

Se perdió la oportunidad

Hoy México, el de las cuartas transformaciones y modelos socialistas, subsidistas, el vecino que sucumbió a la tentación de retorno al populismo demagógico de los años setenta del siglo pasado, resulta ser el nuevo acertijo bipolar de la cuadra, ese vecino borderline que amenazó con ser la potencia latinoamericana. Lo quiso ser. Pero la tentación del pasado, el arrebato subsidista y la reverencia virreinal al poder, con tal de poder, aunque todo lo demás se vaya por un tubo, ese México salió a relucir en Davos. Su ausencia depresiva es la más clara señal, al día de hoy, de un mañana donde más que aeropuertos y reformas, los temas nacionales serán siempre a ritmo borderline: política separada de economía; soñar con Banco de México dirigido por el Poder Ejecutivo, regañar o asalariar a abigeos, huachicoleros, hacer consultas populares, otorgar subsidios, marchas de apoyo, adjudicarse a título personal la enmienda constitucional o el señorío estatal, regañar a los narcotraficantes, ladrones de luz, de trenes o camiones, otorgar visas a ilegales.

En el otro frente de la peligrosa doble personalidad, asegurar que se respetará la inversión nacional y extranjera, que se cumplirá con los bonos soberanos, que todo será mejor para todos. En este mundo curioso mexicano tanto tirios como troyanos sabrán ganar la guerra y compartir botín.

A medias tintas

  • No se reconoce ni se deja de reconocer a ningún gobierno con el que México mantiene relaciones diplomáticas. ¿Entonces, con qué gobierno se mantienen relaciones diplomáticas, que no se reconocen ni dejan de reconocer?
  • Mientras jugueteamos con nuestro derecho inalienable a defender a quien queramos, no ha sido ratificado el nuevo T-MEC por el Congreso de Estados Unidos.
  • Si no le compramos gasolinas y petróleo ligero a Estados Unidos, ¿a quien se nos ocurrirá acudir para cubrir necesidades?
  • Curioso negocio de cerrar ductos y repartir por pipas y trenes. Me pregunto a quién puede beneficiar.

El autor es licenciado en economía y, durante más de 35 años, comunicador especializado en temas financieros, económicos, empresariales, estratégicos, economía de la pobreza y base de la pirámide, así como los efectos de la cuarta revolución tecnológica en el comportamiento del individuo, sociedades y modelos tecnológicos.