Este año 2019 ha comenzado con dificultades y complicaciones internas y externas. El problema de la sustracción de combustible de los ductos de Pemex, que tiene por lo menos un cuarto de siglo, ha acaparado la atención, se han gastado ríos de tinta en él y del cual escriben profusamente los colegas, ocupa el centro de las dificultades internas. La atención que de suyo merece ha desplazado el análisis de la última y reiterada agresión del presidente Trump en contra de nuestro país.

Otra vez, el tema de la construcción del muro en nuestra frontera norte está siendo utilizado por Trump no solo para hacer campaña, puesto que tiene a la vista el tema de su reelección, sino que lo está manipulando en el contexto de un posible impeachment en su contra, que algunos analistas estadounidenses vislumbran factible y pronto. Adicionalmente, lo está utilizando en una tour de force en el Congreso en contra de los demócratas que recuperaron el control de la Cámara de Representantes.

Trump, con el cinismo y desparpajo con que suele mentir, ahora quiere vender una crisis migratoria en la frontera por el arribo de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños a los cuales, en su febril imaginación, ubica como barbaros que invaden el imperio y destruyen Estados Unidos, y desde luego acompañados por los mexicanos y migrantes de otras nacionalidades en una supuesta invasión de los hombres chocolate.

En realidad constituye un empecinamiento para que se destinen 5.7 mmdd para construir el muro en el presupuesto federal 2019, lo cual es un tema de política interna, y hasta menor, pero afanosamente busca magnificarlo y obtener los fondos para presumirlo ante su electorado y doblar a los demócratas, para lo cual no le ha importado el cierre parcial del gobierno que se extiende ya casi tres semanas y afecta a 800 mil burócratas, siendo ya el segundo más largo de la historia.  

Hasta ahora, el gobierno de la república se ha mantenido expectante, tratándolo solo como un tema de política interna estadounidense que contiene un alto ingrediente electoral y se ha abstenido de responder a algunas expresiones contrarias a la buena relación entre países limítrofes.

La amenaza y amago de cierre de la frontera por parte de Trump se prefirió soslayar porque en esencia es una balandronada suya más, sin perder de vista que nuestra frontera con Estados Unidos es una de las más extensas del mundo, por sus 3 mil kilómetros de longitud; pero es también la más dinámica, por ella cruzan legalmente un millón de personas al día; trescientos mil vehículos, y comercialmente 70 mil camiones de mercancías, que representan el transporte de mil millones de dólares diarios.

Lo anterior significa que un posible cierre generaría un grave problema comercial en ambos lados de la frontera y para México, indudablemente una crisis regional. Esta es quizá la razón por lo que se aborda con tanto cuidado el modo y las maneras de enfrentar a Trump en sus baladronadas, lo cual es preferible a involucrarse en un pleito que a nada nos conduciría. Es plausible que exista ponderación y mesura en nuestra cancillería y se pongan oídos sordos a las acusaciones de subordinación. No hay que caer en provocaciones, hay que responder con inteligencia.