El periodista Ricardo Alemán, caracterizado por ser perrunamente anti AMLO, anunció su retiro del diario 24 Horas cuyos principales directivos son Antonio Torrado y Eduardo Salazar.

Alemán arguye que sus comentarios críticos al presidente Andrés Manuel López Obrador pueden causarle un perjuicio a 24 Horas, sí le llegan a quitar por ello pautas comerciales del gobierno federal.

Vaya soberbia del periodista. El gobierno de Andrés Manuel no se va a caer por las críticas de oficio de un comunicador ampliamente reconocido como filopriista.

Dice Alemán, en su nueva columna de despedida, publicada en su portal denominado La Otra Opinión:

Y precisamente por lealtad al compromiso con la libertad de expresión y con la convicción de no callar a las voces críticas —cuando México requiere gritar los abusos, las torpezas y violaciones constitucionales del nuevo gobierno—, decidí dejar el diario 24 Horas.

“Y es que mi postura crítica al gobierno del presidente Obrador y a la tragedia que significa, para la democracia, la muerte de contrapesos como el Congreso y la Corte, hicieron difícil mi permanencia en 24 Horas.

“Se ponía en riesgo la solvencia económica de la empresa y algunos de los accionistas no estaban convencidos de que la crítica al nuevo gobierno fuera el mejor camino para su estabilidad financiera”.

¡Chale con Ricardo! La argumentación del errante columnista es, además de arrogante, muy poco creíble.

A finales de año me informaron que estaba en ciernes la creación de un nuevo diario que se llamaría Contrapeso Ciudadano y que el director sería precisamente Ricardo Alemán.

Pareciera ser que Contrapeso Ciudadano sería una copia del fantasmal cotidiano Contra Réplica que dirige el cubano Rubén Cortés, y en el que editorialmente se crítica constantemente tanto la política exterior mexicana como las acciones de la presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, entre otros temas.

Tanto Alemán como Cortés han acumulado unos capitales personales muy buenos, de eso no queda duda.

Pero francamente no creo que sus ahorros les den para financiar la creación de diarios impresos, sobre todo en esta época, en que esas ediciones tienden a desaparecer.

Entonces, como dijera el viejo sabio del Meme Garza González: ¿Quién es el dueño del perro? ¿Quién está financiando los diarios que son los críticos más radicales y contundentes de López Obrador?

Los nombres pueden ser varios de los afectados por las medidas tomadas por el nuevo gobierno:

Carlos Slim por la cancelación del aeropuerto en Texcoco donde su constructora Carso pierde una jugosa contratación.

Carlos Salinas de Gortari por las afectaciones que sufren sus concuños con el asunto de la persecución de los huachicoleros.

Está el otro Carlos, Romero Deschamps, a quien todo el mundo considera ya defenestrado como líder sindical.

A todos los que pongo como ejemplos de posibles inconformidades con las medidas de López Obrador lo que les sobra es dinero como para financiar un diario chiquito que tenga como única misión atacar el régimen en turno. El presidente debe cuidarse de esa posibilidad porque no toda la prensa es fifí.

Reforma y El Universal podrán ser críticos del régimen, pero tienen una condición económica suficiente y transparente para sobrevivir un rato, sin acudir ni prestarse a propósitos inconfesables de los afectados por las decisiones de López Obrador que los pudieran apoyar económicamente.

Pero los libelos que han surgido, o que pueden aparecer, como sería el caso de Contrapeso Ciudadano, son instrumentos para crear un caldo de cultivo de malestar popular que puede costarle mucho al presidente.