El gris expresidente Felipe Calderón Hinojosa resultó ser un personaje de piel muy sensible cuando de recordarle sus excesos de poder y actos de corrupción se trata. Echando mano de su ya ignífuga mecha corta, se puso el saco en su papel de empleado de la firma Avangrid, filial en Estados Unidos de la ibérica Iberdrola. La trasnacional que durante su sexenio obtuvo jugosas concesiones para generación de electricidad y contratos para la compra de la misma por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Un negocio redondo que la firma ibérica supo recompensar al exmandatario y a su secretaria de energía, Georgina Kessel. Esta funcionaria apenas concluyó el sexenio de Calderón en diciembre de 2012 fue incorporada como asesora externa, en abril de 2013, con una remuneración de 35 mil euros, unos 600 mil pesos, devengados en el segundo trimestre de ese año. Promediando un ingreso anual de unos 140 mil euros.
El presidente López Obrador calificó este evidente tráfico de influencias como “abuso de poder” del que sin duda Calderón fue beneficiario al ingresar como parte del consejo de administración de Avangrid. De acuerdo con el panista, su permanencia como consejero de la empresa tuvo lugar de 2016 a 2018, a cuatro años de concluir su gobierno por lo cual se deslindó de “cualquier acto de corrupción”.
Calderón, protagónico y saltimbanqui, ha vociferado estar dispuesto a debatir sobre el tema y sería pertinente tomarle la palabra porque hay mucho que explicar al país sobre el desmantelamiento de la industria eléctrica y del sector energético registrado en su sexenio.
Debemos promover una iniciativa de ley que regrese al país el control de sus recursos naturales y áreas estratégicas de Pemex y la CFE, restituyendo a Luz y Fuerza para atender la zona centro del país.
Preguntemos a Calderón —y de paso a Fox— cuál fue el objetivo de autorizar a las trasnacionales 772 permisos de generación de energía eléctrica de 2000 a 2011, otorgándoles de ribete la firma de la compra de esta energía en contratos de hasta 25 años, cuando a la CFE se le condenó a subutilizar su capacidad, elevando su margen de reserva hasta en 44 por ciento en 2009. Tan solo a diciembre de ese año se habían erogado 268 mil millones de pesos a favor de las empresas extranjeras, según reportó la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Debatamos de cara a la nación con el exmandatario que comprometió con estos contratos el pago por un billón de pesos —un millón de millones de pesos—, que deberá cubrirse a las multinacionales hasta 2041. De hecho, el desplazamiento de la CFE fue tal que Iberdrola tiene instalados en el país 10 Mw de generación produciendo, gracias a los contratos de Calderón, el 17 por ciento de la energía eólica en el país.
¿Quién, señor Calderón, se hará responsable de este millonario quebranto y desfalco a las finanzas públicas del país? ¿No es corrupción haber subutilizado la generación de CFE para favorecer a compañías privadas? ¿Cómo calificar su arbitraria extinción de Luz y Fuerza del Centro para dejar sin empleo a 44 mil electricistas, ocasionando cobros arbitrarios y mal servicio a millones de usuarios?
Le tomamos la palabra porque es el momento de revisar los permisos otorgados en su gobierno a Iberdrola y otras tantas empresas. Los mexicanos debemos promover una iniciativa de ley que regrese al país el control de sus recursos naturales y áreas estratégicas de Pemex y la CFE, restituyendo a Luz y Fuerza para atender la zona centro del país. Entidades desarticuladas por quienes ahora se dicen exentos de “actos de corrupción”.

