OBSERVATORIO POLÍTICO

 

En 2013, el entonces presidente y director general de la Bolsa Mexicana de Valores, Luis Téllez Kuenzler, fue sentenciado por causar “daño moral” a la empresa Elektra del empresario Ricardo Salinas Pliego, por realizar declaraciones que habrían afectado la bursatilidad de la acción de ese grupo comercial.

Elektra demandó a Téllez por declarar públicamente que “las acciones de la empresa perdieron valor por una mala situación financiera”.

El juez civil 27 del Distrito Federal consideró falsa la argumentación de Téllez y que causó “daño moral” a la empresa.

En consecuencia, Téllez Kuenzler tuvo que pagar una indemnización a Elektra por falsas afirmaciones que provocaron la pérdida en el valor de las acciones de esa empresa.

Ahora, en una de sus conferencias mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador y el director de la CFE, Manuel Bartlett Díaz, dieron a conocer una lista de los exfuncionarios que habrían incurrido en conflicto de interés, por haber asumido responsabilidades en compañías ligadas al sector energético, del que tuvieron en su momento información delicada.

Y de pronto saltó una liebre de tercera categoría, me refiero a Guillermo García Alcocer, quien de plano le faltó al respeto a la figura presidencial.

El presidente de la Comisión Reguladora de Energía, García Alcocer, declaró que la terna que López Obrador envió al Congreso para renovar dicho organismo autónomo era de muy bajo nivel.

El mandatario, en su derecho de réplica, le documento a García Alcocer los casos en que el todavía presidente de la CRE estaba incurriendo en conflicto de interés.

Por su parte, Manuel Bartlett presentó una lista en la que el único perfil que encaja en el conflicto de interés en el sector energético es Luis Téllez.

 

¿Se habrá dado cuenta Bartlett de que, si no lleva hasta sus últimas consecuencias la investigación sobre Téllez, dejará en ridículo a su jefe, el presidente de la república?

 

Con ello estaba descubriendo el hilo de la madeja de corrupción que existe en el sector energético.

Téllez tiene evidentes vínculos con padrinos de García Alcocer, tales como el exsecretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores Luis Videgaray.

Todos egresados del ITAM y consentidos de Alberto Baillères, patrono de ese centro de estudios.

Una muestra de los vínculos de Téllez con Videgaray fue que su oficial mayor de Hacienda era la Lic. María Fernanda Casanueva de Diego, quien durante los seis años que Téllez fungió como jefe de la oficina de la presidencia de Ernesto Zedillo, fue la operadora más importante del funcionario.

Bartlett había pegado en el blanco para iniciar una revisión a fondo de todo lo que Téllez representa como factor clave de la corrupción en el sector energético.

Pero de pronto Bartlett enmudeció en su denuncia contra Téllez y sus sabidos vínculos con las empresas IEnovo y Sempra Energy, que han funcionado en medio de irregularidades tanto ambientales como por los terrenos que la primera tiene en Ensenada.

García Alcocer se defendió de una forma poco convincente y se deslindó de las acusaciones presidenciales.

Efectivamente García Alcocer es una pieza menor de la corrupción que prevalece en el sector energético que le heredaron a López Obrador los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, en los que Luis Téllez fue un personaje por demás relevante.

Quedan en el aire dos preguntas que inquietan a la opinión pública:

¿Ya Bartlett perdonó a Luis Téllez?

¿Se habrá dado cuenta Bartlett de que, si no lleva hasta sus últimas consecuencias la investigación sobre Téllez, dejará en ridículo a su jefe, el presidente de la república?