Entrevista a Mercedes Jiménez | Arqueóloga
Por Javier Vieyra y Jacquelin Ramos
La segunda sección del Bosque de Chapultepec es tal vez el área más fascinante del complejo verde citadino. Con una extensión aproximada de 160 hectáreas, en su interior se ubican lugares de extraordinaria belleza e invaluable valor histórico como el conjunto que conforman el Jardín del Agua, el Cárcamo de Dolores, y la Fuente de Tláloc, estos dos últimos diseñados y decorados por Diego Rivera. Igualmente, en ella puede visitarse el Paseo de los Compositores, donde las efigies de personajes como Silvestre Revueltas, José Alfredo Jiménez y Agustín Lara acompañan a los caminantes, o adentrarse en alguno de los recintos icónicos de Ciudad de México como Papalote Museo del Niño o la Feria de Chapultepec.
Sin embargo, unos gigantescos domos que parecen burbujas que emergen del suelo llaman la atención con sus brillantes colores y su distribución; se trata de las bóvedas del Museo de Historia Natural (MHN), que, como su nombre lo indica, resguardan un auténtico tesoro en la materia. Inaugurado en el 24 de octubre de 1964 y diseñado por el arquitecto Leónides Guadarrama, el Museo de Historia Natural fue construido como un espacio de difusión que sirviese para exponer múltiples colecciones, consecuencia de siglos de investigación biológica en México, y también para acercar a los ciudadanos a la riqueza natural de su país.
Recientemente, cuatro de estas bóvedas, de un total de nueve, fueron sujetas a un profundo proceso de remodelación y modernización que las han convertido en sorprendentes cámaras de exploración y aventuras que, en un recorrido exclusivo para Siempre!, la directora del museo, Mercedes Jiménez del Arco, explicó detalladamente, comentando que desde el inicio de su existencia el MHN ha mantenido un espíritu pedagógico comprometido con la divulgación y la preservación del patrimonio natural, por lo que se ha convertido en un punto de encuentro tanto para las familias como para académicos e investigadores provenientes de diferentes campos de estudio.
“La conformación actual del museo fue realmente notable. La coordinación del contenido la realizó Javier de la Maza, un biólogo muy importante y reconocido, que a su vez convocó a distintos especialistas en temas como los orígenes de la vida, la evolución del hombre y la conservación de la naturaleza. En todos estos aspectos han participado grandes científicos como Luis Espinosa, director del Museo de Geología y conocedor trascendente de las extinciones y la evolución; también estuvo Antonio Díaz de León en toda el área que corresponde a especímenes, diversidad e información de cuestiones marinas y muy sobresalientes personalidades como Julia Carabias y Antonio Lazcano. El museo desde mucho tiempo atrás cuenta con el apoyo y la simpatía de muchos científicos eminentes, y eso nos ha permitido también mantener actualizado, de alguna forma, el contenido. Ahora, al iniciar esta nueva etapa, estuvieron muy entusiasmados por participar y de la misma manera aportaron mil cosas de sus respectivos campos, engrandeciendo así la oferta del museo”.

Mercedes Jiménez | Arqueóloga
Un museo que resguarda su misma esencia
Respecto al desarrollo museográfico, la arqueóloga explicó que este fue llevado a cabo por la empresa Ideas, Conceptos y Espacios Museográficos Siete Colores que cuenta con una amplia experiencia en el rubro, además del fideicomiso propio del museo, llamado Todos juntos por el Museo de Historia Natural. Adicionalmente, se involucraron en la remodelación tres despachos arquitectónicos: Gantouse, Arditti y Studiometría. A pesar de la enorme intervención que recibió el lugar, Jiménez del Arco asegura que se buscó conservar determinantemente la esencia original del museo y aunarla a un concepto de modernidad que resultara idónea para que los visitantes pudieran disfrutar a plenitud las áreas que lo integran, la primera de las cuales está dedicada a la evolución de la vida y a los científicos que dedicaron su obra a estudiar el progreso de los seres vivos a través de los siglos, como Charles Darwin y Alfred Russel Wallace.
“En esta zona se empieza con un mural que nos cuenta una historia rápida y concentrada de la evolución: desde la formación de la tierra hasta la aparición de los primeros organismos, y cómo se fueron desarrollando hasta la presencia humana en la era cuaternaria. También están representadas las principales especies que existieron y que marcaron estos grandes hitos en la historia de la Tierra. Es necesario mencionar que este mural fue realizado ex profeso para el museo y por artistas mexicanos. Adicionalmente, tenemos representaciones de elementos tanto originales como fósiles, por ejemplo, un cráneo de Gavial, una especie de reptil, y distintos fósiles de determinadas especies vegetales y animales para poder determinar cómo fue cambiando nuestro planeta”.
Esta muestra se complementa con árboles filogenéticos y referencias a algunas de las extinciones que ha padecido la Tierra, y nos aclara que actualmente estamos viviendo una de larga duración. Mercedes Jiménez indicó que un sesenta por ciento de las colecciones corresponden al acervo original del museo, mientras que el resto se incrementó gracias a diferentes ejemplares que se incorporaron en los últimos años, aunque las piezas representativas del MHN siguen siendo las correspondientes a la siguiente zona, la de megafauna.
“La ciencia es así, va cambiando y nosotros cambiamos con ella para mantenernos
a la vanguardia y a la altura de los mejores museos de historia natural en el mundo”.
Ahí recibe al público la impresionante réplica del esqueleto de un diplodocus que fue donada al antiguo museo de historia natural de El Chopo en 1928 por la viuda de Andrew Carnage, el famoso magnate estadounidense, que consta de 218 huesos y mide 4 metros de alto por 25 de largo. Pero, las personas también podrán ver sobre su cabeza la osamenta de un Quetzalcoatlus, uno de los mayores reptiles voladores que hayan surcado el aire, con un peso de aproximadamente 200 kilogramos y una longitud de hasta 11 metros, un perezoso hembra gigante y un tigre dientes de sable similar a los que habitaban el Valle de México hace miles de años. Una vez concluida esta sección, la vista podrá maravillarse con una especie de zoológico congelado en el tiempo.
“El espacio que corresponde a la diversidad biológica contiene taxidermias sorprendentes de toda clase de animales: están en exhibición un oso polar, un leopardo, una tortuga laúd, leones, cocodrilos, aves, mariposas y muchos más. El objetivo de esta área es dar a conocer la infinita variedad de seres vivos que coexisten en diferentes hábitats, haciendo énfasis en que todos ellos tiene un papel determinante en el equilibrio de nuestro planeta. En esta área en especial puede apreciarse el juego de luces proyectada sobre la bóveda que complementan una experiencia sin igual para las familias, en especial, los niños”.
Una vez que se tiene una idea del mosaico de vida que representa nuestro mundo, conviene adentrase de manera especifica a los santuarios naturales de México, pues nuestro territorio forma parte de un selecto grupo de 17 países considerados como megadiversos en el ámbito internacional. Al internarse en México Megadiverso se podrán apreciar, de una manera totalmente envolvente, recreaciones de las áreas naturales protegidas que se ubican a lo largo y ancho de la república, como una cueva de murciélagos en Calakmul, Campeche; la pradera de alta montaña del volcán Popocatépetl; arrecifes de coral en Quintana Roo, o la selva tropical húmeda de los Montes Azules en Chiapas. Estas representaciones están realizadas con admirable detalle e incluyen una ambientación de sonidos y luces, sin contar las taxidermias.
La ciencia está en todos los días de nuestra vida
Pero no es únicamente en estas magnificas inmersiones donde la tecnología está presente dentro del Museo de Historia Natural debido a que en cada paso los asistentes se encontrarán con diferentes herramientas y actividades que les permiten adentrase con profundidad en algún tema de su interés; el programa multimedia DeepTree es uno de los mejores ejemplos de ello, pues de una manera lúdica permite relacionar una gran cantidad de especies para encontrar a su ancestro común.
“Somos un museo que está en la línea de ser un museo interactivo y un museo tradicional. Aunque tener un tema tan especifico como la historia natural, nos da un buen margen para echar mano de muchos recursos que nos permiten lograr que el público comprenda, conozca y sepa que la ciencia está ahí: que todos los días está en nuestra vida, desde que nos levantamos hasta que dormimos hay ciencia. Debemos hacerla cotidiana y luego observar que es interesante, no solo por conocimiento y curiosidad, sino porque tiene un beneficio directo en nuestra vida. Entonces la tecnología y otros elementos, como títeres y actividades diversas, son una forma de enamorar a la gente”.
A la altura de los mejores museos de historia natural en el mundo
Ante el reto de mantener en óptimas condiciones tanto el inmueble como la colección, Mercedes Jiménez del Arco expresó que, después de la remodelación, los diferentes elementos que contienen las bóvedas requieren una atención moderada y sin grandes movimientos, dentro de una tendencia preventiva en que trabaja el equipo interno del MHN haciendo limpieza constante, regulando la temperatura y solucionando los detalles eventuales que se presentan sin mayor inconveniente como el remplazo de luminarias.
Además, puntualizó que el proyecto que le ha dado nueva vida al museo contempló materiales que no requirieran un gasto considerable en su conservación, aspecto que es una ventaja para continuar con el resto de fases del plan de renovación del Museo de Historia Natural, que considera obtener los excelentes resultados de los nuevos espacios con el resto de las bóvedas e instalaciones, sin dejar de lado su misión como difusores y guardianes de la memoria natural de México, ahora haciendo también énfasis en la conciencia ecológica, la protección de especies amenazadas y la valoración de la vida en todas sus formas, todo esto sembrando en cada niño, adulto, investigador o turista la semilla del asombro y el cuidado por la naturaleza.
“La renovación del Museo de Historia Natural tuvo desde un inicio una aceptación maravillosa. Abrimos al público apenas en marzo de 2018 y tenemos en promedio 32 mil visitantes al mes y nos esforzamos por estar en ritmo en cuanto a esa recepción. Entonces, estamos logrando nuestros objetivos de darnos a conocer, pero siempre actualizados: hay muchísima información en nuestro ramo y, por supuesto, siempre hay cosas que se pueden mejorar en todo momento y la ciencia es así, va cambiando y nosotros cambiamos con ella para mantenernos a la vanguardia y a la altura de los mejores museos de historia natural en el mundo”.







