Por Francisco José Cruz y González

Continúo con los comentarios sobre la realidad internacional, que ofrecí ya en mi pasada colaboración, para hacer notar que los gobiernos del mundo de hoy son coto de malvados y de zafios, o quizá siempre ha sido igual. Claro que también es posible encontrarse con uno que otro inteligente, y hasta no malvado. Pero lo cierto es que muchos de estos malvados y zafios conducen la política en las más diversas latitudes del mundo.

Así, aunque haya algún “héroe”, que, como dice Thomas Carlyle, haga avanzar a la humanidad, nos topamos con legiones de antihéroes que frenan esos avances, como confirmamos en un rápido recorrido por el escenario internacional.

Si se trata de Asia, es necesario referirse al presidente chino Xi Jinping, al que no me atrevo a calificar de malvado y menos de zafio. Sin embargo, reformó la constitución para ser presidente vitalicio y en su gobierno siguen violándose de forma grave los derechos humanos. Por ejemplo, la minoría musulmana, los uigures, de quienes alrededor de un millón están confinados en “campos de reeducación”.

Corea del Norte, otro tema obligado en comentarios sobre Asia, exige referirnos a Kim Jong-un, presidente, vitalicio, por herencia, y dictador. Metido en peligrosos e irresponsables juegos de guerra con el irresponsable Trump, pone en riesgo a la región y al mundo. ¿Es un malvado? Un dirigente despiadado y astuto, que en su juego de guerra nuclear con el presidente estadounidense parece estar llevando ventaja.

Otro personaje, malvado, que amerita comentario es Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, cuyos contubernios políticos —y seguramente sus convicciones personales— han herido de muerte el proceso de paz con Palestina. Ha suscrito una alianza impía con Arabia Saudita —y su príncipe heredero Mohamed Ben Salman un asesino—, con el beneplácito y apoyo de los Estados Unidos de Trump, para imponerse en las luchas del Medio Oriente. Representa un Israel que nada tiene que ver con los verdaderos ideales judíos. Hoy Netanyahu podría estar llegando al fin de su largo período como jefe de gobierno (trece años), desafiado por el exgeneral Benny Gantz, que se presentaría con su propio partido en las elecciones legislativas del nueve de abril, a quien en la actualidad los analistas ven como posible ganador. Gantz es partidario de reiniciar las negociaciones de paz con los palestinos y cuestiona la ley del Estado nación judío, violatoria de los derechos de árabes israelíes y drusos.

 

Al lado de presidentes demócratas y del número creciente de países que ha conquistado felizmente la democracia, aparecen pseudodemócratas.

 

Asomarse al Medio Oriente exige también una mención, así sea breve, a Irán y Turquía. El régimen de los ayatolas en su lucha “a muerte” contra Saudí Arabia e Israel por influencia y hegemonía en la región; una lucha de poder, disfrazada en el conflicto con Ryad, de controversia religiosa: chiíes contra suníes. Turquía, conducida por Recep Tayyip Erdoğan, tiene también intereses geopolíticos en la región, por su indudable peso político y económico como país y por el mesianismo de su presidente, hábil estratega. Turquía e Irán hacen alianza entre ellas y con Rusia.

Un rápido vistazo al África revela que al lado de presidentes demócratas y del número creciente de países que ha conquistado felizmente la democracia, aparecen pseudodemócratas como Abdelfatah Al-Sis, militar golpista que hoy gobierna Egipto y perviven jefes de Estado eternizados en el cargo. Es el caso de Teodoro Obiang Nguema, de Guinea Ecuatorial, el camerunés Paul Biya y Yoweri Kaguta Museveni, de Uganda, todos con más de treinta años en el poder y Obiang con casi cuarenta años.

Putin es personaje obligado de esta galería y de esta reseña. Eternizado en el poder, bestia negra de la Ucrania occidental y héroe de los habitantes del este del mencionado país, lucha y no escatima medios para devolver a Rusia la condición de potencia mundial que perdió a la caída del comunismo y cobrarse las humillaciones que le impusieron Estados Unidos y las potencias occidentales. ¿Malvado?, no sé, pero es de admirar su talento político, que le da dividendos de poder y prestigio internacionales y da presencia a Rusia, como gran potencia en diversas regiones, a costa de los otros actores relevantes, Estados Unidos, Europa. ¿Hoy su “desembarco” de ya hace varios años en Venezuela le da credenciales de potencia en América Latina?, ¿y ha tenido en efecto importante y decisiva influencia en la campaña presidencial estadounidense?

 

 

De Europa me he ocupado mucho en anteriores comentarios. Me repetiré: he dicho que la Unión Europea y sus Estados miembro son víctimas del acoso de líderes y partidos políticos ultranacionalistas, que, con el pretexto de salvaguardar la soberanía nacional y la identidad “europea” de sus sociedades, socavan la UE, predican la xenofobia y cultivan la necesidad y admiración al “hombre fuerte”. ¿Estamos en los umbrales de un neofascismo? El mensaje que transmiten es: “Bruselas, la Unión Europea, nos roba y arrebata soberanía; está permitiendo la llegada de hordas de inmigrantes (se presentan cifras exageradas al extremo) de religión y costumbres que atentan contra las nuestras y acabarán por destruir nuestros valores; requerimos de políticos y dirigentes fuertes que nos defiendan de tales atentados y agresiones”.

Los dirigentes y partidos imprescindibles en esta conspiración son, por ejemplo, el primer ministro húngaro Viktor Orban, el polaco Jaroslaw Kaczynski, que dirige el gobierno desde las sombras, Matteo Salvini, vicepresidente de Italia, que no deja desembarcar a los refugiados, la francesa Marine Le Pen y su partido Agrupación Nacional; y actualmente, para sorpresa y vergüenza, el partido español de ultraderecha Vox, que preside Santiago Abascal. Mientras, los líderes e impulsores del europeísmo, Emmanuel Macron enfrenta, un fuerte movimiento de rechazo (les gilets jaunes: chalecos amarillos) en su país, y Ángela Merkel ejerce su último mandato, que dejará, para siempre, en 2021.

Paso al continente americano, para decir, en primer término, que quizá Trump sea el “antihéroe” por excelencia, ya que es el presidente del país más poderoso de la tierra y, por consiguiente, lo que declara y lo que hace pueden tener consecuencias importantes y graves. Este Trump, que es malvado, taimado, mentiroso, infantil y zafio. Una mezcolanza de contradicciones.

 

 

Una de sus más recientes apariciones en la pasarela internacional tiene que ver con América Latina y el Caribe, pues decidió desconocer a Nicolás Maduro —un zafio que quizá no alcance los tamaños de un malvado—, como presidente de Venezuela, en virtud de que su reelección ha constituido un atentado contra la democracia. Trump, al mismo tiempo, ha reconocido como jefe del Estado a Juan Guaidó, quien preside la Asamblea Nacional y se autonombró presidente interino de la república.

La decisión causó sorpresa porque Venezuela —y en general América Latina— no es de interés prioritario para el mandatario estadounidense, pero ha quedado claro que detrás de ella está el senador republicano por Florida, Marco Rubio, un furibundo y ultramontano anticastrista. Y como Florida es un estado clave para la elección presidencial de 2020, Trump no ha querido enajenarse el apoyo del senador —quien fue contrincante derrotado del mandatario por la candidatura presidencial.

En otras circunstancias la decisión de Trump habría sido el “beso del diablo” para Guaidó, pues con razón se consideraría intervencionista en los asuntos internos de Venezuela. Pero tal medida coincidió con las acciones del grupo de Lima —Canadá y países latinoamericanos y del Caribe— y de la OEA, que también desconocieron la reelección de Maduro y han apoyado a Guaidó como presidente “encargado” de Venezuela.

Un número significativo de países latinoamericanos y caribeños, más Canadá y países de la Unión Europea —y otros— cuestionan la reelección de Maduro. De ellos hay quienes reconocen a Guaidó, pero otros exigen a Maduro convocar de inmediato a elecciones, advirtiéndole que, de no hacerlo, reconocerán a Guaidó.

Rusia y China, cuyo apoyo al autócrata venezolano ha significado cuantiosas inversiones y créditos, muchos a fondo perdido, están interesadas en sentar sus reales políticos en América Latina, tanto como respuesta a un Trump y sus amenazas económicas y políticas como para seguir afianzando su condición de potencias mundiales. Putin, dicen analistas, ofrece apoyo a Caracas a cambio de “geopolítica” y ciertamente está desafiando a Washington con presencia militar rusa en el país sudamericano. Se especula incluso que Moscú desea instalar una base militar en la isla de Orchila, a 200 kilómetros de Caracas.

Omito comentar sobre otro “antihéroe” latinoamericano de reciente aparición: Jair Bolsonaro, el presidente, que aspira a ser la calca sudamericana de Trump. Me interesa y es más importante hablar de un personaje “fuerte y heroíco”, cuya presencia y acciones son ya de señalada importancia: me refiero a Nancy Pelosi, la representante demócrata que preside la cámara baja, que está frenando a Trump y ridiculizándolo. Encaprichado este con la construcción del muro de la infamia en la frontera con México, al no obtener los fondos necesarios, debido al bloqueo de los demócratas en el congreso, “cerró” el gobierno —la reducción sustancial de fondos para que opere la administración— como represalia. Pelosi soportó la represalia que se prolongó, más que nunca en la historia del país, y Trump tuvo que ceder.

El balance ha sido negativo para el presidente. Los afectados —800 mil empleados— por el “cierre” del gobierno se inconformaron cada vez más al no recibir sus sueldos. El ambiente social se tensó y los ciudadanos —47 por ciento acorde a encuestas— culparon de la situación al mandatario. En síntesis, este ha sufrido una humillante derrota y, por lo pronto, se queda sin muro. Una destacada columnista conservadora, Ann Coulter, afirmo que hoy “George H. W. Bush ya no es el mayor pelele que haya servido como presidente de Estados Unidos”.

Recordemos, para concluir, que la investigación del fiscal especial Richard Mueller sobre la trama rusa en la elección presidencial estadounidense está por concluir y puede involucrar seriamente a Trump.