EDITORIAL

La revista Hola! se ha convertido en pasarela favorita de los políticos mexicanos. Transitan por ella lo mismo priistas que panistas o morenistas. Todo aquel que busque hacer de su boda o divorcio un acontecimiento nacional e internacional paga en euros por aparecer en las páginas de una publicación de corte monárquico.

Así nos enteramos los mexicanos del divorcio de Angélica Rivera y de Enrique Peña Nieto. Una decisión que, al parecer, tomó ella, después de que se viralizó una fotografía tomada en Madrid donde aparece el expresidente en compañía de la modelo Tania Ruiz.

El escándalo —así calificado en redes— se diluyó en un contexto nacional marcado por el miedo y la incertidumbre. En otro momento, el divorcio hubiera sido tema favorito de café y de corrillos políticos, pero hoy, cuando gran parte de la sociedad comienza a sufrir las consecuencias de un gobierno autocrático, la separación pasó a segundo plano.

La top model nos llevó, sin embargo, a reflexiones más profundas. A preguntarnos, por ejemplo, sí los expresidentes tienen alguna responsabilidad con el pueblo que alguna vez gobernaron y con el partido al que pertenecen.

La Constitución no dice nada al respecto, seguramente porque ya no son servidores públicos, pero las leyes no escritas de la política tienen mucho que decir a un exfuncionario cuya responsabilidad cívica trasciende inevitablemente el sexenio.

La top model invita a lanzar una pregunta al aire: ¿por qué hacer cosas que terminen dando la razón a los adversarios? ¿Para qué dar gusto a quienes siempre acusaron frivolidad e incultura?

Hoy el PRI no está para ser tema de farándula. En lugar de estar en las planas coloridas de Hola! debería estar haciendo algo para ser un contrapeso efectivo al poder casi omnímodo de este gobierno. Como bien dijo Francisco Labastida en entrevista con El Universal, “El barco se está hundiendo y pareciera que no ocurre nada…”

El PRI, en efecto, sigue ausente. Una ausencia que a veces parece tener la intención de dejar libre, sin controles ni ataduras, al presidente y de permitir que avance un proyecto totalitario.

Ante esta emergencia nacional, el PRI no solo no está haciendo nada sino que hay quienes pretenden elegir al próximo dirigente nacional con las mismas recetas, simulaciones, trucos, que lo llevaron hasta donde hoy está: a una minoría inexistente.

 

Hoy el PRI no está para ser tema de farándula. En lugar de estar en las planas coloridas de Hola! debería estar haciendo algo para ser un contrapeso efectivo al poder casi omnímodo de este gobierno.

 

Nada puede ser más importante para ese partido en este momento que elegir de manera absolutamente abierta y democrática al próximo presidente o presidenta de ese órgano político.

Ojala entiendan —quienes están obligados a hacerlo— que la vida democrática del país está en grave riesgo y que su supervivencia está íntimamente relacionada con lo que pueda suceder en la oposición. De tener verdaderos pesos y contrapesos, depende que México quede o no atrapado en un autoritarismo sin retorno.

Los priistas más que estar pensando —como acostumbran— en defender sus intereses ultrapersonales, en llegar a ocupar la presidencia del PRI aunque luego no hagan nada por el partido ni por el país, tendrían que cambiarse el “chip” para entender que en este momento resultaría suicida entrar en un proceso de apariencia democrática con dedicatoria para el cómplice.

El PRI se parece a la “piel de zapa”. Ambiciones y traiciones lo han enanizado.

Si el extravío es ético, también es ideológico. ¿Qué defiende el PRI? ¿En qué cree? ¿Qué visión de país tiene? Hoy, eso nadie lo sabe.

Más que de izquierda o centro, más que entrar en barrocas y artificiales definiciones ideológicas que luego nadie atiende, ni entiende, hoy lo importante es entrar a la defensa de las libertades, de ese liberalismo social —contenido en la Constitución— que se opone al poder opresivo y autoritario.

Más que nombres de ilustres o connotados, el PRI requiere de un hombre o de una mujer con vocación social y de servicio. Dispuesto o dispuesta a caminar por los caminos más empolvados y a visitar las viviendas más pobres. A hablar con frescura y honestidad, sin artificios ni imposturas.

¿Dónde esta el PRI?, señoras y señores. ¿Dónde, cuando un gobierno que dice ser de izquierda está dedicado a arrasar los derechos del trabajador mexicano; del médico y el policía, del servidor público echado a la calle, de la madre soltera que, sin guarderías, ya no tiene donde dejar a sus hijos? ¿Dónde?