IZQUIERDA HOY

 

La noche del 17 de julio de 2014, era jueves, el Senado aprobó la reforma legal en materia energética. Como senador y coordinador de mi grupo parlamentario, pedí la palabra para hablar en contra de esta reforma, porque teníamos la plena convicción de que al aprobarse dañaría el patrimonio nacional. En ese momento, los grupos parlamentarios del PRI, PAN y PVEM habían decidido aprobar un paquete de reformas, para que bajo la figura de contratos, en sus diversas modalidades y licencias, se privatizara la producción de hidrocarburos, se entregara la renta petrolera a particulares, y Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad desaparecieran.

Éramos minoría, pero estábamos orgullosos de representar la opinión de millones de mexicanos que nos oponíamos a esta reforma, porque el aumento de los precios de los combustibles, la pérdida de empleos y de su patrimonio serían millones. Defendíamos el patrimonio nacional y los recursos naturales esenciales para el desarrollo de nuestro país. La lógica de los intereses y la vocación para rematar nuestros recursos energéticos llevaron a una larga serie de votaciones mecánicas, mayorías construidas bajo la sombra del chantaje y de acuerdos inconfesables.

Esta reforma fue un doble engaño. La primera mentira: se dijo que no se privatizaría el sector energético, pero el contenido de las 14 reformas que discutimos fue completamente privatizador. Privatizó la renta petrolera, la extracción de crudo, del gas y la refinación. Privatizó el transporte, el almacenamiento y la distribución. Privatizaron toda la cadena de valor de los hidrocarburos; además, privatizaron la industria eléctrica en todas sus etapas: generación, transmisión y distribución. La segunda mentira: se dijo que la reforma traería beneficios inmediatos a la población, al bajar el precio de las gasolinas, el gas y la electricidad; por el contrario, estos siguieron aumentando.

 

Va a rescatarse y convertirse nuevamente en una palanca del desarrollo nacional. Se hará con un plan financiero que ya fue anunciado, con honestidad y con transparencia.

 

Estaban hundiendo el país y lo sabían. Querían que las compañías petroleras trasnacionales fueran dueñas de nuestro petróleo, a través de varias modalidades de contratos y de licencias. Pemex y CFE serían duramente castigados. Campesinos e indígenas serían despojados de sus tierras para entregárselas a empresas trasnacionales y, como lo advertimos, se fomentaría la corrupción para beneficio de empresas extranjeras, de servidores públicos o personajes vinculados al poder.

También advertimos que el tema no termina con las votaciones de esos días. En cuatro años, el voto mayoritario de la ciudadanía colocó en la Presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador y se abre la posibilidad de rescatar Pemex y todo el sector energético nacional. Lo primero que habría que decir es que la situación en esta paraestatal era mucho peor de lo que imaginamos. Era claro que la reforma energética de Peña Nieto fue un fracaso, sabíamos del gasolinazo y del aumento exponencial en el robo de combustible. La situación que encontró el nuevo gobierno y los nuevos directivos superó cualquier pronóstico negativo imaginable. Pese a esta lamentable situación, Pemex va a rescatarse y convertirse nuevamente en una palanca del desarrollo nacional. Se hará con un plan financiero que ya fue anunciado, con honestidad y con transparencia.

@MBarbosaMX