• El desastre de gira financiera de Pemex por Nueva York fue clave.

  • El gobierno dice que Fitch no está bien informada.

 

En el artículo que tuve la oportunidad de escribir hace unas semanas en este mismo espacio, con el título de La gira financiera de la triste figura, hice una afirmación tajante: el roadshow financiero en Nueva York de los expertos de Pemex terminó en un desastre. No hablamos de falta de experiencia en estos eventos, sino falta de oficio financiero. También insistimos en aquel artículo: “Cualquier duda, más aún la percepción de incapacidad de los administradores de esta empresa, incidirá sobre el costo financiero para el sector público, lo que impactará en tasas y en la expectativa de que se degradará la calificación de la deuda de Pemex”. Tristemente, el martes 29 de enero ocurrió esa proyección.

En su conferencia mañanera del miércoles, el presidente López Obrador arremetió contra Fitch Ratings por su “hipócrita” calificación, y restó importancia a lo que digan estas agencias, Fitch, Standard&Poors y Moody’s.

A pregunta expresa de Eric Martin, de Bloomberg, el señor López Obrador afirmó que no todas las calificadoras son igual de serias, pues algunas están desinformadas y otras no. Además dijo que lo que ninguna de esas agencias calificadoras conoce ni entiende es la principal ganancia de Pemex, que será lo que dejará de gastar gracias al combate a la corrupción provocada por todos los gobiernos neoliberales. Como la famosa película de Cantinflas, “Ahí está el detalle, nada más que pos usted no lo ve…”

 

La base dura de AMLO lo apoyará pase lo que pase

Sea usted pro-AMLO o anti-AMLO o neutral, me imagino que quiere entender la verdad. La verdad es que entre epítetos mañaneros Fitch Ratings ya degradó la deuda de Pemex. Y la deuda de Pemex es —pues sí, aunque no le guste a los políticos—casi deuda soberana. Lo es porque se espera que el gobierno responsable de esa deuda responda incondicionalmente a las condiciones en las que se acordó la misma.

Hoy Pemex está en duda. Y le parezca o no a nuestro señor presidente, a partir de hoy la deuda soberana mexicana también está en entredicho. El preámbulo fue la calificación de Pemex.

Lo que hizo Fitch es lo que hacen todas las calificadoras del mundo. Solicitan a las empresas emisoras de la deuda sus estados financieros integrales, y los revisan desde un ángulo fríamente financiero, y también desde el fundamental, es decir, el que analiza la administración de la empresa, los planes de inversión o desinversión, así como los planes de financiamiento para el crecimiento, solución de conflictos de la empresa, calidad del equipo directivo y rendición de cuentas.

Petróleos Mexicanos ya no cubrió los niveles que había demostrado hasta octubre de 2018, con todo y corrupción, sindicato, fugas y robos. Si eso no se contabiliza en los estados financieros, las calificadoras no tienen por qué considerar esos datos. Si las correcciones son expectativas y buenas intenciones del presidente de la república y los directivos de la empresa, pero son datos intangibles, pues simple y sencillamente no se miden.

 

Lo que sí es una realidad

Dada la desinformación, dudas e interpretaciones subjetivas, me permito desglosar en esta ocasión el documento oficial de Fitch Ratings. Lo resumo y me permito su interpretación libre de algunos conceptos financieros, que son inentendibles para la mayoría de los mortales.

Fitch Ratings bajó el 29 de enero pasado las calificaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex), entre otras:

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– Escala nacional de largo plazo pasó a: AA(mex) desde AAA(mex).
– Escala internacional moneda extranjera Issuer Default Rating (IDR) quedó en: BBB- desde BBB+.
– Escala internacional moneda local IDR bajó desde: BBB+ a BBB-.
– Escala internacional para bonos internacionales en moneda extranjera a: BBB- desde BBB+.
– Escala internacional para bonos internacionales en moneda local a: BBB- desde BBB+.

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La perspectiva de Pemex se mantiene negativa

La baja en las calificaciones de Pemex refleja el deterioro continuo del perfil crediticio individual de Pemex y la baja a CCC desde su anterior calificación de B-, como resultado de una generación negativa persistente de flujo de fondos libre (FFL) junto con una subinversión en exploración y producción.

Lo anterior quiere decir que de sus fondos financieros poco le queda disponible a Pemex, debido a que siguen siendo ordeñados por el mismo gobierno federal. Los recursos de Pemex se utilizan para destinarlo a gasto del gobierno; no para gasto en inversión o productivo de la propia empresa petrolera. Por si fuera poco, hay y seguirá habiendo inversión por debajo de lo que la empresa requiere en exploración y producción. Para una inversión robusta en exploración y producción, y dada la nueva incertidumbre en reglas del juego energético para las empresas privadas, a partir de la llegada del nuevo gobierno, Pemex dispondrá de muy pocos recursos, a menos que el gobierno federal decida comprometer nueva deuda pública en la petrolera, o que de plano sea una sorpresa para finales de este año, y resulte en términos financieros contables que Petróleos Mexicanos levante recuperación por corrupción petrolera y gasera por montos que de entrada ya saben las calificadoras que son inexistentes.

 

La principal ganancia de Pemex será lo que dejará de gastar gracias al combate a la corrupción provocada por todos los gobiernos neoliberales.

 

Fitch proyecta que la compañía reporte un flujo de fondos libre, o FFL negativo de entre USD3 mil millones y USD4 mil millones para 2018 y 2019. Este déficit en flujo de efectivo está subestimado por la empresa, y será significativamente mayor, de entre USD12 mil millones y USD17 mil millones por año, incluyendo aproximadamente entre USD9 mil millones y USD14 mil millones anuales de inversión adicional, que es el monto que Fitch considera que se debería invertir para reponer reservas. Es decir, en promedio 11,500 millones de dólares anuales, algo así como 220 mil millones de pesos. Fitch Ratings cree que este monto de inversión es suficiente para detener la caída anual de producción si es que se invierte con eficiencia.

Fitch también espera que Pemex reporte una razón de deuda total a reservas probadas o 1P de aproximadamente USD15 de deuda por barril (bbl) para el año 2018 y que el apalancamiento continúe sobre las 10 veces (x), lo que en mercados financieros internacionales corresponde a insolvencia.

El deterioro del perfil crediticio individual de Pemex ha llevado a que Fitch baje su evaluación sobre el incentivo por parte del gobierno mexicano para apoyar a la compañía a “fuerte” desde “muy fuerte”, lo que resultó en una calificación internacional menor en dos niveles a la del soberano.

Si siguen las presiones financieras sobre Pemex, es claro que las calificaciones negativas van a persistir.

Ahora bien, en opinión de Fitch, la medida recientemente anunciada por el gobierno mexicano para apoyar a Pemex no es suficiente para contrarrestar el reciente deterioro en el perfil crediticio individual de la compañía.

La reacción lenta para fortalecer el perfil crediticio individual de Pemex es un indicador de que el gobierno ha fallado en reconocer tanto la viabilidad del perfil financiero de la compañía, como la importancia estratégica que representa la compañía para el gobierno y el país.

 

 

 

La verdad no peca pero incomoda

Una situación financiera estresada en Pemex tiene el potencial de interrumpir el suministro de combustibles líquidos en todo el país, lo cual podría tener consecuencias sociales y económicas significativas para México. Ya se vivió en buena parte del país el pasado mes de enero.

México es un importador neto de combustibles y la compañía depende de la importación de productos básicos de petróleo, incluyendo gas seco, productos petrolíferos y petroquímicos, para abastecer la demanda local.

Durante 2018, Pemex importó aproximadamente 70 por ciento de la gasolina y diésel vendidos en México. Una situación financiera débil en Pemex podría tener implicaciones en la capacidad del gobierno o de otras entidades relacionadas con el gobierno para obtener financiamiento.

Pemex es la compañía más grande de la nación y una de las fuentes mayores de recursos del país. Ha contribuido históricamente entre 25 y 30 por ciento del ingreso del gobierno.

 

Las transferencias debilitan la calidad crediticia

El deterioro del perfil crediticio individual de Pemex es principalmente el resultado de una distribución excesiva de fondos al gobierno mexicano. Las contribuciones de la compañía a México han promediado aproximadamente 10 por ciento de los ingresos del gobierno o aproximadamente MXN500 mil millones (USD26.7 mil millones) a los últimos 12 meses terminados el 30 de septiembre de 2018. Las transferencias de Pemex al gobierno se mantienen altas en relación con su generación de flujo de efectivo y durante los últimos cinco años, las transferencias al gobierno han promediado 45 por ciento de las ventas o más de 80 por ciento del EBITDA ajustado. Como resultado, el balance general de la compañía se ha debilitado constantemente, con un crecimiento significativo en la deuda y capital contable negativo desde 2009; la deuda actual carece de garantía explicita por parte del gobierno mexicano.

La importancia estratégica para la seguridad energética del país, las métricas crediticias débiles después de impuestos, la reducción en inversiones y un gobierno corporativo débil, auguran un horizonte oscuro para la empresa petrolera del gobierno, y por lo tanto perspectivas turbias para futuras calificaciones de la deuda de Petróleos Mexicanos.

 

¿Cómo se compara Pemex con otras petroleras de gobierno?

Mal, gracias.

El vínculo de Pemex con el gobierno mexicano compara desfavorablemente en escala internacional con sus pares, como Petrobras [BB- Perspectiva Estable], Ecopetrol [BBB Perspectiva Estable], Enap [A Perspectiva Estable] y Petroperu [BBB+ Perspectiva Estable]. Todas estas empresas tienen un vínculo fuerte con sus gobiernos respectivos.

La diferencia es que Fitch considera que todos los gobiernos de la región, a excepción de México, han implantado diferentes medidas para asegurar el perfil crediticio individual de sus compañías nacionales de petróleo y gas, de manera que se mantengan viables en el largo plazo.

 

El punto en la i

Los mercados están subestimando los riesgos de Brasil, y sobrevaluando los de México. Con datos de Bloomberg basados en los gráficos móviles EMBIG (Índice de Bonos de Mercados Emergentes, por sus siglas en inglés), la diferencia en rendimientos entre los bonos brasileños y mexicanos ha cambiado desde 2005. Los rendimientos de los bonos mexicanos son más elevados que los brasileños.

El diferencial súbitamente cambió en octubre pasado, ante la decisión de López Obrador de cancelar el NAIM Texcoco. Aun cuando las peores pesadillas de los inversionistas Internacionales respecto al presidente López Obrador no se han cumplido, lo aconsejable es ser cautos con Andrés Manuel. Por ejemplo, la estrategia de permitir que las AFORES se inviertan en mayor variedad de activos, incluyendo acciones de empresas privadas no cotizadas en bolsa, es positiva a los ojos del mundo financiero. Sin embargo se mantiene la preocupación justificada por estos primeros sesenta días de la nueva administración. ¿Motivo? Puede haber plan con maña y que el propio presidente aproveche esta alternativa, para canalizar los recursos de las Afores hacia sus proyectos de inversión más rentables en sentido financiero, productivos en sentido social o electorero, lo cual significará destinar recursos de Afores a proyectos inciertos y sin un ROI claro para las administradoras de esos recursos.

Aun así, y por lo pronto, México se mantiene más atractivo como destino de inversión en bonos y divisas, que las opciones brasileñas. López Obrador tiene la estabilidad macroeconómica que heredó de los gobiernos que ahora el mismo critica. Por su parte Bolsonaro tiene un futuro incierto y con problemas financieros de gran magnitud heredados, como la reforma pensionaria de su nación, o el costo financiero y humano de la tragedia arrastrada desde 2015 en Minas Gerais.

El pasado miércoles, el Banco de México consideró de importancia particular que se impulsen medidas que propicien la confianza y certidumbre para la inversión y una mayor productividad. Excelente advertencia del Banco Central, ante los elementos de incertidumbre interna, la poca efectividad de las políticas públicas que no pintan para nada bien. Por lo tanto queda estimular la inversión privada para impulsar el crecimiento con productividad y generación de riqueza empresarial y social. A ver qué opina de Banxico el presidente López Obrador, después de que semanas atrás descalificara a Bank of America, que ajustó la expectativa de PIB para este año a 1 por ciento de una previa de 2 por ciento.

 

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