En cualquier país del mundo, el sector logístico es fundamental para crear polos de desarrollo económico mediante la distribución eficaz y eficiente de las mercancías basándose en la infraestructura de cada tipo de transporte. El centro de este sector se compone de hubs logísticos que integran diversos medios de transporte y cuya operación requiere de una plataforma de infraestructura, localización estratégica y visión de largo plazo. En Panamá, por ejemplo, la próxima conclusión de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Tocumen y su interconexión con la ya existente, le ha valido para ser reconocido como el “hub de las Américas”, pero en México, ¿cómo andamos?

De acuerdo con el Banco Mundial (BM), mientras que México se encuentra en la posición 51 del Índice de Desempeño Logístico para el año 2018 (precedido de la posición 54 en 2016), países de América Latina como Chile y Panamá se ubican en los sitios 34 y 38 respectivamente; estando aun más lejos de países como Alemania, Suecia y Bélgica que ocupan las primeras tres posiciones.

En los últimos años, el avance de México arroja resultados contrastantes que presentan un sector de gran potencial, toda vez que se cuente con la visión de largo plazo y el fortalecimiento al Estado de derecho.

En el año 2017, del valor global del comercio exterior de mercancías (exportaciones e importaciones), 60.5 por ciento fue movilizado por autotransporte de carga y 28.7 por ciento por mar; los transportes aéreo y ferroviario representaron 10.8 por ciento del total.

En virtud de ello, al mes de noviembre de 2018, no es de sorprender que los principales hubs logísticos carreteros de México se concentren en Nuevo Laredo, Tamps. (33.2 por ciento), Ciudad Juárez, Chih. (21.6 por ciento) y Tijuana, B. C. (11.6 por ciento), que en conjunto concentran 66.4 por ciento del total de movilidad de mercancías. Por otro lado, son Veracruz, Ver. (23.1 por ciento), Manzanillo, Col. (22.7 por ciento) y Altamira, Tamps. (12.5 por ciento), los puertos que controlan 58.3 por ciento del tráfico marítimo.

La infraestructura carretera empleada para el tráfico de carga dirigida hacia Estados Unidos presenta una saturación por las barreras impuestas a nuestros transportistas para internarse en Estados Unidos por la falta de cumplimiento —en más de dos décadas— del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que afecta la competitividad del sector de autotransporte de carga. Con ello, el desarrollo de nuevos proyectos logísticos así como la diversificación de los medios de transporte (mercancías y pasajeros), se convierte más que en un “lujo de primer mundo”, en necesidad y estrategia que garantice la seguridad económica nacional.

La consolidación del Puerto de Lázaro Cárdenas —cuya segunda terminal es la más avanzada tecnológicamente en América Latina en contenedores—, así como del puerto interior de Guanajuato como la plataforma logística multimodal más destacada en el centro del país y el puerto seco más importante en dicha región, son obras que buscan estar a la vanguardia internacional. Se suman los proyectos del nuevo Puerto de Veracruz (2014-2030) y la consolidación de las Zonas Económicas Especiales, con la finalidad de formar un corredor económico interoceánico que detone el desarrollo económico regional del sur-sureste nacional.

 

El desarrollo de nuevos proyectos logísticos así como la diversificación de los medios de transporte (mercancías y pasajeros), se convierte más que en un “lujo de primer mundo”, en necesidad y estrategia que garantice la seguridad económica nacional.

 

No obstante, la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) —proyectado como uno de los tres aeropuertos más grandes del mundo y único en América Latina— y la inseguridad son factores que frenan la inversión y el desarrollo del sector. En relación con el NAIM, existe un costo real de cancelación, en adición a otros costos y gastos no recuperables que se deberán calcular y comunicar. La falta de Estado de derecho se muestra de diferentes maneras; solo por mencionar dos ejemplos: las afectaciones del robo al autotransporte de carga se estiman en 92.5 mil  millones de pesos para el año 2017 (0.5 por ciento del PIB); aun con esta alarmante cifra, para nuestro Congreso, la tipificación como delito grave del robo al autotransporte no es una prioridad de Estado. Así también, el reciente bloqueo de las vías férreas en Michoacán se ha traducido, en tan solo siete días, en la detención de 129 trenes y 8,200 contenedores con más de un millón de toneladas de insumos, todavía con costos incalculables.

Recuperar la visión de largo plazo en logística es tarea sencilla y, para ello, basta dar seguimiento al reciente Mapa de ruta que el extinto ProMéxico coordinó con actores públicos y privados. Asimismo, el impulso al transporte vía férrea constituye una oportunidad para aligerar el tránsito carretero y, con ello, el transporte multimodal que en México demanda el desarrollo de infraestructura, así como la adecuada promoción internacional para aprovechar todo su potencial.

En el sector logístico lo peor es detenerse. La falta de visión de largo plazo ha limitado a México de convertirse en el nodo logístico de América.

Es momento de fortalecer el Estado de derecho e impulsar nuestra infraestructura para avanzar. Aprovechar el potencial de México como hub logístico natural, detonará el desarrollo económico suficiente para traducirse en beneficios sociales y en mejores niveles de bienestar para la población.