Entrevista a Maximiliano García Guzmán | Analista político y catedrático de la UNAM

Varias noticias dan cuenta de que el mundo sindical, en el actual sexenio, puede sufrir cambios o una nueva adaptación que le permita sobrevivir a la cuarta transformación que pregona el gobierno de López Obrador. Las huelgas que se dieron en Tamaulipas, con el cierre de algunas maquiladoras, el activismo de Napoleón Gómez Urrutia y el arranque de una nueva central sindical, junto con el declive de organizaciones que tradicionalmente aglutinaron a la clase trabajadora muestran los primeros indicios de cómo se desarrollará este tema.

Si bien la expectativa es alta, una cosa es clara, los sindicatos pueden sobrevivir, aunque los trabajadores no vean mejorar su nivel de vida.

 

Gatopardismo laboral

De acuerdo con Maximiliano García Guzmán, analista político y catedrático de la UNAM, para el sindicalismo mexicano se presenta un escenario que a primera vista parece novedoso pero, cuando se revisan los detalles, no lo es.

“Va a ser un panorama sí con algunos cambios, se espera que la relación entre sindicatos y el gobierno sea un tanto diferente en razón de una figura como Andrés Manuel López Obrador y de una estructura como la de Morena, que tienen en su agenda temáticas relacionadas con los sindicatos en términos de ciertos derechos sociales y laborales, por lo que se espera una vinculación diferente entre estos actores pues, a diferencia de otros partidos, como el PRI, en realidad es una relación nueva, no hay antecedentes que indiquen que hayan tenido que colaborar o comunicarse con un gobierno —vamos a decirlo así, siendo flexibles en el término— de izquierda que puede ser más cercano a sus intereses, sin embargo, a pesar de esos posibles cambios en realidad la cuestión de fondo sigue estable”.

Conceptos como la democratización son considerados en esta discusión, de acuerdo con nuestro entrevistado, que las organizaciones sindicales dejen de ser factores políticos en vez de factores determinantes de la producción, aunque en realidad el tema puede ser la continuación de su labor política.

“Que puedan tener un papel distinto al que han tenido los últimos 30 o 40 años, en los que han sido un elemento de control político y de estabilidad, más que un vehículo de cambio en términos de factores de producción. Me parece que los sindicatos van a seguir operando, más o  menos, con las mismas reglas del sistema político tradicional, porque no se vislumbra con claridad qué tipo de mecanismos se van a impulsar justamente para democratizar estos espacios, es decir, seguimos viendo figuras con mucha trayectoria dentro del sindicalismo, seguimos viendo estructuras muy añejas, sindicatos que no tienen en su agenda —sí en el discurso, mas no en los hechos— una lucha por la mejora de las condiciones laborales, es el panorama entre una serie de avances menores, como puede ser la emergencia de nuevos temas sindicales en la agenda pública, pero por otro lado hay una perspectiva más estable en términos de que no se ve con mucha claridad que los sindicatos jueguen un papel distinto al que tradicionalmente han desempeñado en el sistema político y económico”.

 

Entrevista a Maximiliano García Guzmán, Analista político y catedrático de la UNAM

Maximiliano García Guzmán, Analista político y catedrático de la UNAM

 

 

Sindicatos y política

Considerando que los sindicatos han servido para tareas electorales, por su cercanía con algunos partidos políticos, la pregunta es ¿qué sucederá con estas organizaciones?, en el contexto de un gobierno que dice buscar una transformación del país y que criticó durante años esta vinculación en el terreno electoral.

“Se dará un fenómeno de adaptación, el sindicalismo en México tiene muy bien estudiado su negocio, es una maquinaria de votos; son estructuras que representan una presión social importante porque tienen capacidad de movilización, son fuertes no solo en términos de su número de agremiados, sino de los recursos económicos con los que a veces cuentan —como pueden ser el de la educación o el petrolero—,  en ese sentido se saben muy bien la fórmula, quizá se pueden encontrar con sorpresas en términos de la relación o la agenda que les pueda marcar el propio gobierno, pero no veo con claridad que desde el propio aparato gubernamental se quiera impulsar una democratización intensa de los sindicatos, porque es un fenómeno que se les puede revertir y los gobiernos tienen que ser muy cuidadosos en su manejo de los movimientos sociales, en este caso, de los aglutinados en los sindicatos”.

Otro punto que resalta Maximiliano García es el relativo a la adaptación de las centrales obreras en el actual sexenio, en un intento no solo de sobrevivir, sino de ampliar su cartera de privilegios.

“Me parece que en realidad es importante que el sindicalismo se plantee una nueva agenda de trabajo, una nueva forma de relacionar a los líderes con las bases, que es donde está la mayor riqueza de estas organizaciones, pero me parece que en algún punto van a tender más a la adaptación para no perder sus privilegios, que para ser un factor real de cambio”.

Acerca del surgimiento de sindicatos afines al lopezobradorismo, el analista consideró que es posible, aunque hay que revisar otras alternativas, como puede ser la conversión de algunos órganos que antes militaban en otras siglas partidistas.

“Algunos sindicatos, en efecto, van a buscar conformar esta perspectiva, justo por los beneficios que esperan obtener con la nueva relación que estructuren con las instancias gubernamentales. López Obrador ha sido cuidadoso en términos de la relación que ha mantenido con los sindicatos, lo que ha tratado al matizar la idea de que él quiera imponer algunas medidas de política pública y, en el caso de la CNTE, que hubiera podido recurrir a la fuerza del Estado en contra de los manifestantes, cosa que desde luego no hizo; está siendo muy cuidadoso justamente en no tensar esta relación, pero también tiene claro que no necesita tensarla, es decir, los propios sindicatos se están alineando a ciertas medidas del gobierno federal, porque en el fondo —digamos en el discurso— encuentran cierta compatibilidad, esta idea de luchar por los pobres, por los trabajadores, por la clase media, son banderas que los sindicatos ya no están acaparando, sino que el gobierno está reconociendo y, en ese sentido, se encontrarían en una especie de contradicción con el discurso gubernamental y el propio discurso sindical; el gobierno está siendo muy hábil en abanderar esas causas, porque está acotando la agenda a los sindicatos y en esa medida no ve que sea necesario que dé manotazos en la mesa o dar ejemplos de combate a ciertos líderes como lo hizo Carlos Salinas”.

 

Seguimos viendo figuras con mucha trayectoria dentro del sindicalismo, seguimos viendo estructuras muy añejas, sindicatos que no tienen en su agenda —sí en el discurso, mas no en los hechos— una lucha por la mejora de las condiciones laborales,

 

Sobrevivir a la 4T

Finalmente, los trabajadores —que son quienes dan vida a los sindicatos— son la parte menos revisada y discutida en este tipo de debates. Para nuestro entrevistado, no solo es una parte olvidada, sino que se trata del elemento más importante de esta ecuación que no ha tomado conciencia de su papel.

“El trabajador es el segmento, desgraciadamente, más olvidado de todo el movimiento sindical, justo por la posición que tomaron estas organizaciones de servir más al régimen que al gremio que las respalda. Por todas las conexiones políticas que hay entre autoridades y líderes sindicales, que también llegan a ser cómplices en el ámbito legislativo, justo esta estructura sacrificó el hecho de contar con una clase trabajadora no solo con mejores condiciones en términos de ingreso y actividades laborales, sino también —en un debate más abstracto— sacrificó la idea de formar una clase trabajadora con conciencia de sí misma. Los trabajadores entienden el sindicato como una figura lejana, que ve por sus propios intereses, que no los va a respaldar en muchas ocasiones cuando haya algún atropello en cuanto a sus derechos, que más bien es una red clientelar que obtiene ciertos beneficios para unos cuantos y, en este sentido, la clase trabajadora se ha ido desarticulando cada vez más, no está organizada, es masiva —lo podemos ver en los movimientos—, pero no es una organización ni estructurada ni, sobre todo, consciente del papel que puede jugar en un escenario como el actual y me parecería que ese sí puede ser un gran costo. Relacionarse con un gobierno mucho más cercano a ciertos valores o demandas de la izquierda o de la clase trabajadora, donde el trabajador no juegue un papel fundamental, me parece que es un riesgo que puede generar más desigualdades que oportunidades”, concluyó Maximiliano García.

 

 

 

 

El contexto

El senador Napoleón Gómez Urrutia anunció la creación de la Confederación Sindical Internacional Democrática de México (CSID). El polémico legislador llevó a cabo la presentación de la nueva central en un acto que fue calificado por la prensa como desangelado.

Pero lo llamativo del acto radica en la posibilidad de construir un contrapeso a la organización sindical que militó durante décadas en el PRI y que ahora está en declive.

Organizaciones como la CTM o la CROC no pasan por su mejor momento y no han definido la manera de establecer canales de comunicación con la nueva administración federal, en momentos en que los sindicatos ocupan un espacio importante en el escenario político —como el SNTE y el STPRM—, buscan definir en qué términos se dará el acercamiento que, en los hechos, ya tienen con el gobierno de López Obrador.

En este contexto es llamativa la creación de lo que para algunos analistas será la central obrera de la cuarta transformación.

“Es el ejemplo más claro de cómo las cosas van a cambiar para seguir igual, es decir, seguramente habrá nuevas formas de organización, habrá nuevas propuestas sindicales, pero en el fondo más que representar un cambio estructural de cómo se ha manejado el sindicalismo en México, estamos otra vez ante este fenómeno clásico de crear mi propia organización para legitimarme como figura pública, para poder tener de nuevo cierta presencia en el sector laboral y de trabajadores, pero en el fondo el esquema sigue siendo el mismo. Este es un ejemplo muy claro de lo que habría que tener mucho cuidado para que el sindicalismo no siga siendo más un discurso que una realidad”, explicó Maximiliano García Guzmán.

También es llamativo el escaso activismo de organizaciones como la FSTSE, en especial en el marco del despido de burócratas y la propuesta de una ley de remuneraciones máximas, así como de sindicatos de dependencias federales que han realizado marchas para defenderse de los recortes y de propuestas como la descentralización de las secretarías de Estado.

Se trata de un panorama complejo que ha sido opacado por asuntos como el combate al robo de combustibles o la gran cantidad de información que fluye de las conferencias de prensa mañaneras, pero que se mantiene en espera de una coyuntura favorable para detonar protestas.

@AReyesVigueras