La lista de formas de violencia contra las mujeres en México, en lo general, y en Ciudad de México, en lo particular, es tan larga como oprobiosa, inaceptable y vergonzosa para la sociedad en su conjunto. Un día sí y el otro también los medios informativos nacionales dan cuenta de atrocidades que se cometen contra mujeres, niñas y adolescentes: trata, asesinatos, violencia intrafamiliar, prostitución obligada, violaciones, robos y, particularmente en la capital mexican,a secuestros en las inmediaciones de estaciones del Metro. Los casos abundan y se hacen visibles por decenas diariamente.

Y por si este terrible panorama no fuera suficiente, ahora se suma al listado ignominioso la violencia digital contra las mujeres, entendida como cualquier acto que se presenta a través de las tecnologías de la información y comunicación (TIC), plataformas de redes sociales o correo electrónico que les cause daño y sufrimiento psicológico, físico, económico o sexual, pues se han utilizado estos espacios digitales para la comisión de delitos de acoso sexual, trata de personas y amenazas donde la mujer, por desgracia, es blanco de la delincuencia organizada. El fenómeno es muy preocupante y se ha incrementado en los últimos años, en la medida en que las mujeres aumentan su contacto con los medios digitales de comunicación.

Este nuevo tipo de violencia hacia las mujeres se concreta en que se han encontrado expuestas a la divulgación de su información, violación de sus datos personales, invasión de su privacidad, difusión de contenido íntimo sin su consentimiento y la suplantación de personalidad virtual. Lo más grave de estos hechos es que dan paso a extorsiones, amenazas, ciberpersecución, acecho, hostigamiento sexual, trata de personas virtual, hasta llegar, incluso, a la inducción del suicidio  de las mujeres que sufren esta atrocidad.

 

Se han utilizado espacios digitales para la comisión de delitos de acoso sexual, trata de personas y amenazas donde la mujer es blanco de la delincuencia organizada.

 

Según estadísticas de organizaciones civiles de ayuda a la mujer en México, existen tres tipos de perfiles de mujeres que viven esta violencia: mujeres que viven una relación íntima de violencia, mujeres profesionales que participan en espacios de comunicación (periodistas, investigadoras, activistas sociales y artistas) y mujeres sobrevivientes a violencia física y sexual.

Precisamente por las dimensiones que está adquiriendo esta forma de agresión a la intimidad de las mujeres, sobre todo en Ciudad de México, la diputada local del Partido Verde Ecologista capitalino, Alessandra Rojo de la Vega Piccolo, recientemente lanzó una iniciativa de ley para adicionar una fracción al artículo 7 de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia con el objetivo, entre otros, de fomentar programas de educación pública y privada que conciencien a la sociedad sobre las causas y consecuencias de la violencia en línea entre las mujeres. Asimismo, generar medidas de prevención y capacitación con perspectiva de género en las instituciones públicas para que estén a la vanguardia sobre protocolos de actuación cuando se presenten casos de este tipo.

Ojalá que la iniciativa de ley propuesta por nuestra diputada Rojo de la Vega ante el Congreso de Ciudad de México encuentre eco porque la violencia contra la mujer, en cualquiera de sus formas, es inadmisible. En el Partido Verde Ecologista de Ciudad de México, que me honro en presidir, ratificamos nuestro compromiso de promover, respetar, proteger y garantizar el derecho a la seguridad y a una vida libre de violencia de las mujeres, adolescentes y niñas.

Secretario General del Partido Verde

Ecologista en la Ciudad de México.