Por Raúl Bonifaz Moedano

Con la cuarta transformación anunciada por el licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente de la república, entramos de lleno a las acciones de gobierno que constituirán un nuevo modelo de vida con distintas vinculaciones entre sociedad y Estado.

Dicho cambio genera innovadas expectativas entre los miembros de la sociedad que son variadas de conformidad a la ubicación que tienen en la división del trabajo que se ha instaurado desde la Revolución de 1910 en el país.

La evolución de la política y los valores en que se soportaba para crear una opinión pública favorable a las decisiones gubernamentales sufrió desgastes con el transcurso del tiempo. En esta época algunas conductas son cuestionadas por añejas, antiguas ante los avances en tecnologías y la facilidad con que estas se generan para transmitir datos de una persona con otra, acortando el tiempo de reflexión al tomar decisiones, reduciendo esquemas racionales en torno de los asuntos de relevancia para la vida propia y la colectiva.

No es fácil entrar en el cambio de conductas cuando el entramado de intereses procrea nudos estructurales que osifican posiciones de acuerdo con las diferenciaciones que tiene cada persona al desarrollar diversidad de roles en las vivencias cotidianas. Por eso, en tiempos de transiciones de relevancia el individuo busca asirse a la orientación del Estado, del gobernante. Es decir, se van cambiando percepciones sobre la realidad de la persona y su entorno a partir de lo que ve y advierte en las propuestas de sus gobiernos.

En este sentido, existen cambios de conducta en cada ciudadano cuando la cuarta transformación de la república le propone darle distintos significados a su vida y a su convivencia. El desafío en semejante empresa es asimilar adecuadamente comunicaciones que se transmiten desde la dirección gubernamental que propician una serie de conexiones en el individuo, creadas entre sus propias experiencias personales y la esencia de su conducta que está sujeta a presiones, pues las dimensiones en las que se integró ahora no dan explicaciones congruentes que propicien su prevalencia ya que se muestran otros planes de entender el mundo.

 

Un nuevo modelo de vida con distintas vinculaciones entre sociedad y Estado.

 

En este sentido, los principios del régimen neoliberal se develan por sus fines distorsionadores de solidaridades en el ser social y grandes negocios que desmantelan el Estado al unir intereses de empresarios con funcionarios públicos.

La transición busca un perfil alterno de ver la vida separando los intereses económicos en las funciones del Estado. Así, la articulación entre la propuesta de quien dirige y la persona construye una base critica que propicia una conducta nueva poniendo como eje la honestidad y el respeto a sí mismo.

Esto es, una revolución de expectativas. Que convence a la persona de modificar sus hábitos y multiplicar y sumar más protagonistas con potencialidades virtuosas al modificar sus deseos sociales. Ese es el sentido del cambio de expectativas de la revolución de pensamiento hoy anunciada. Es una relación de cuestionamiento permanente en el individuo que asume esquemas racionales al aprender sus expectativas cotidianas, rutinarias y comprende que puede intervenir en esa rutina para retomar su rumbo como ser humano, más allá del rol de agente económico de consumo que le asignaron los dirigentes del patrón neoliberal.

@Bonifazraul