Entrevista a Marilú Esponda, Vocera de la Arquidiócesis de México

 

Marilú Esponda Sada, vocera de la Arquidiócesis de México, señala que la Iglesia católica, al igual que los otros sectores de la sociedad, llega a los cien días de trabajo del presidente Andrés Manuel López Obrador haciendo un análisis de la realidad que vive el país.

En el editorial del semanario Desde la Fe se expone: 100 días, “hay muchos temas pendientes como la inseguridad y la violencia, además existe una polarización política entre los diferentes sectores que divide al país”. En este sentido, lo que la Iglesia propone es que haya un diálogo auténtico de las partes que puedan estar en confrontación y llegar al fondo de las cuestiones, no quedarse en lo que divide o en la superficie, sino tratar de comprender las posturas sin anteponer nuestro propio interés por encima de lo que conviene a la mayor parte de la población”.

La directora de Comunicación Social de la Arquidiócesis de México indica que el cardenal Carlos Aguiar ha dicho en reiteradas ocasiones que “lo más importante es que haya unidad y reconciliación, que también propone el presidente, pero de manera auténtica. Estos dos elementos son clave para avanzar, aunque también hay una postura de esperanza ante lo que venga, por eso el llamado a que haya apertura y un auténtico diálogo, en donde se logre ver lo que más conviene a las personas por encima del interés personal o partidista”.

 

 

Camino largo por recorrer

Esponda Sada advierte que todavía hay un camino muy largo por recorrer para conseguir que haya en nuestro país seguridad y políticas públicas que favorezcan a las mujeres, esto todavía no se consigue. Por eso, “desde nuestra trinchera alzaremos la voz y colaboraremos para que estas políticas públicas y lo que el gobierno vea conveniente sea favorable para lograr y conseguir la seguridad. Para que las mujeres se desarrollen a plenitud todavía hay mucho camino por andar, son temas que todavía no se resuelven ni se cierran”.

Aclara que “la Iglesia no da soluciones técnicas, sino lineamientos de acción que tomen en cuenta al ser humano en su integridad, que lo vean como una persona que tiene derechos intrínsecos y que tiene que desarrollarse. No puede dar soluciones técnicas que competen a las autoridades y a los expertos en cada materia proponer y legislar”.

Añade que se ve con esperanza “que pueda haber políticas públicas que ayuden a los pobres a salir adelante, no de manera paternalista, sino que se les ayude a crecer y a desarrollarse en la medida de lo posible, en igualdad de condiciones frente a los demás, pero sobre todo que haya mucha libertad y condiciones positivas donde la gente pueda desarrollarse en todos los ámbitos tanto personal como profesionalmente y a la larga como seres humanos”.

Marilú Esponda afirma que uno de “los desafíos más importantes que se tiene es que exista, reitero, un verdadero diálogo, haya una auténtica escucha. El presidente no puede imponer nada, él tiene realmente que escuchar a los distintos sectores, esto se logra con una actitud abierta en donde se puedan valorar las distintas posturas, ver los pros y contras, porque toda decisión tiene pros y contras, pero es necesaria una actitud abierta de escucha y donde no prevalezca el interés personal sino el bien común. No es un reto tan sencillo, porque cada situación y cada problema tiene distintas maneras de resolverse, no hay una solución unívoca, en este sentido el reto es muy grande, pero también pensamos que sí es posible”.