Entrevista a Antonio González | Obispo de Ciudad Victoria, Tamaulipas

Al cumplirse los primeros cien días de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la Iglesia católica criticó en su editorial: 100 días, publicado en su semanario Desde la Fe, la confrontación que existe entre el primer mandatario y sectores que piensan distinto, las descalificaciones que se hacen pero sobre todo la polarización política y social que divide a actores que deberían trabajar juntos.

Advirtió que si en realidad se quiere cambiar el país, son necesarias la unidad y la reconciliación a las que deben sumarse todos: el presidente, la clase política, los empresarios, la Iglesia y la sociedad en general. Sin embargo, para que exista esta unidad debe haber un diálogo auténtico y sincero.

Además, la Arquidiócesis de México destacó los temas que continúan pendientes y que urge atender, como “los índices crecientes de inseguridad y violencia, en especial contra las mujeres en algunas regiones, la corrupción y la atención a los asuntos que inciden directamente en las familias mexicanas”.

En un evento celebrado el pasado 11 de marzo, en el Patio Central de Palacio Nacional y ante 600 invitados entre los que se encontraban empresarios de la talla de Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Alfredo Harp Helú, Daniel Chávez, presidente de Grupo Vidanta, y Alfonso de Angoitia, de Televisa, así como gobernadores, secretarios de Estado y miembros del gabinete, López Obrador presumió sus logros:

“De los cien compromisos expresados el 1 de diciembre de 2018 —cuando tomó posesión del cargo— en el Zócalo de Ciudad de México, 62 se han convertido en hechos y 38 están en proceso de cumplirse”, indicó el presidente al presentar su informe de los primeros tres meses de ejecutar el poder.

Aunque todavía es el comienzo, dijo, “ya empezamos a escribir el prólogo de la gran obra de transformación nacional”.

Un acto que desde el punto de vista del obispo de la Diócesis de Ciudad Victoria, Tamaulipas, Antonio González Sánchez fue para complacer a sus simpatizantes, ya que no recuerda que algún otro mandatario de México haya “hecho un evento así, con 600 invitados, a los cien días. Por lo que escucho y leo, lo que hizo el presidente es lo que sus seguidores quieren porque, a fin de cuentas, fue una sesión de autoelogio a su persona más que a su investidura presidencial”.

 

Una terquedad y un capricho

En entrevista vía telefónica, indica que aunque “cien días no es nada, poquito más de tres meses, lo que el mandatario señaló como positivo, para él, si los ciudadanos lo analizan contrasta con la realidad que se vive en el país. Prometió que el precio de la gasolina no subiría y subió, claro que en el evento dio su razón de por qué el aumentó de precio”.

“Se echó para atrás en varias propuestas que quiso promover como el recorte a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o la ayuda para mujeres desprotegidas; pero la pregunta que se hacen muchos ciudadanos es, ¿por qué en el caso del aeropuerto de Texcoco no se echó para atrás?, ¿por qué se mantiene?, para mí y para muchos mexicanos es una terquedad mantener esa posición, aunque el presidente no se arrepiente de haberlo hecho”, añade el prelado.

Apunta que en el gobierno lopezobradorista se habla mucho de ahorro para el país, pero “¿cuánto pagará de indemnización a las empresas que ya estaban contratadas?, ¿cuánto dinero se tiró en ese proyecto?, ¿por qué sí se puede pagar a las empresas que no construirán?, ¿y el dinero invertido ahí?, entiendo que ya estaba muy avanzado el proyecto, en una primera etapa por supuesto, por eso para mí es un capricho de él echar para atrás el proyecto”.

El obispo Antonio González asegura que se “le echa la culpa al pueblo, pero nunca supimos de dónde sacó el resultado de la votación de la consulta ciudadana que se hizo al respecto. Somos un país de más de 100 millones de habitantes que en una consulta vote un poquito más de un millón, no es nada. Aparte, de ese millón no todos votaron por el no, repito, lo que hizo el presidente ayer —en el evento de los cien días— fue para querer seguir en el gusto del pueblo, aunque de la famosa cuarta transformación mucha gente no ve avances”.

Antes de continuar con la plática, el sacerdote católico hizo un paréntesis para señalar que “el periodiquito Desde la Fe es de la Arquidiócesis de la Ciudad de México, no es de toda la Iglesia, porque desde que estaba el señor Norberto declaraba: “la Iglesia dice ¡no!”. El señor Norberto con todo el respeto que me merece, con todo el historial que tiene y con todo, era el arzobispo de la Arquidiócesis y es cardenal, pero ese semanario no es la voz de la Iglesia en general, es solo de la Arquidiócesis de Ciudad de México”.

Hecha esta aclaración, el obispo de la Diócesis de Ciudad Victoria comenta los temas de inseguridad y violencia, en especial contra las mujeres, y la corrupción en los que la Arquidiócesis de México indica que hace falta poner atención.

“Escuché algunos comentarios, obviamente no leí el editorial, pero está muy sencillo responder, basta escuchar los noticieros a diario para saber cuántos muertos hay cada día en varias ciudades, no nada más en una, ¿dónde está el avance en seguridad? El presidente dijo que se había detenido, pero ahí están los hechos, frente a eso no hay argumentos, no se ha hecho nada”.

En cuanto al tema de mujeres, dice: “están igual de desprotegidas, dentro de esos muertos sigue habiendo muchos feminicidios, pretender quitar el apoyo a las guarderías afecta directamente a las mamás porque ¿cuántos niños tienen abuelos o los abuelos ya no pueden atenderlos? En la guardería aparte de atenderlos, de guardarlos, valga la redundancia, dan educación de acuerdo con su edad, si metes un niño a casa de sus abuelos, ¿qué aprenderá?, ¡nada!, por tanto los avances que se dice que hay en seguridad, en violencia, en contra de los feminicidios, es una soberana mentira”.

Advierte que la Guardia Nacional no solucionará todos los problemas de inseguridad que existen en el país. “Hace unos años se hablaba del problema de inseguridad en ciertos estados, ahora tristemente es en todo el país, incluso en estados o ciudades que antes eran muy tranquilos como Querétaro, Guanajuato o Cancún, ya también entró la violencia. La Guardia Nacional, lo digo con todo respeto, primero, ¿quién sabe cuando se forme?, porque esto no se hace de un día para otro y segundo, decir que con esto se solucionará todo el problema, la verdad no creo”.

 

En el país de las maravillas

Desde el inicio del sexenio de Andrés Manuel López Obrador la Iglesia marcó la postura que asumiría ante el gobierno federal, “colaborar en los proyectos que apunten hacia el bien común y ejercer una actitud crítica frente aquellas situaciones que demanden de los obispos una voz que oriente a los millones de mexicanos que profesan la religión católica, es decir, colaborar sin complicidad”.

Pero a cien días qué se puede decir de esta relación, “así como relación con la Iglesia o concretamente con nosotros, no, ya electo presidente, todavía no tomaba posesión, fue a una reunión, no nos invitó él, sino que teníamos una reunión y él se hizo presente, no  sé si invitado o no, eso no lo sé, pero solo repitió lo que dijo durante toda su campaña, como expresó un hermano obispo cuando salimos de ahí: hasta ahora me entero que vivo en el país de las maravillas…”, comenta González Sánchez.

Destaca que “siempre que hay cambio de gobierno en el país, sea del partido que sea, la persona que sea, en el pueblo surgen nuevas esperanzas, el eterno ¡a ver si ahora si! Leí en un editorial que el presidente dijo, ‘me canso, ganso, ya ven que sí se pudo’, no sé si lo dijo o no, pero cien días no es termómetro de nada, para decir sí se pudo; ¡espérate!, falta mucho para ver si se pudo”.

Antonio González, nombrado por Juan Pablo II como cuarto obispo de Ciudad Victoria, invita al mandatario a tener una reunión con los miembros de la Iglesia, aunque “no sea con todo el Episcopado, que busque la manera de hablar con nosotros. Presume de que recorrió toda la república y que conoce todos los municipios, pero no conoce los que conforman la diócesis a mi cargo, no es cierto que visitó todos los municipios”.

El sacerdote afirma que “no es vanidad, pero los sacerdotes en general tenemos un termómetro más fiel del pueblo, no porque seamos superiores a nadie, no es así, somos cualquier persona que desempeña un ministerio y punto. Trabajamos más de cerca con el pueblo, por eso invito al presidente a que hable con nosotros, fuera de cámaras, de periódicos y de todo”.

Asegura que le da mucha “tristeza cuando escucha en un noticiero nacional que el estado de la república más peligroso es Tamaulipas, no tengo pruebas para decir lo contrario, entonces la violencia sería el primer  problema que le expondría al presidente. El otro, el desempleo por lo que pasa en Matamoros con la cuestión de las maquiladoras, miles de personas se están quedando sin trabajo”.