Entrevista a Anastasia Pérez Díaz | Consejera del Municipio de Pantelhó, Chiapas

 

El empoderamiento de la mujer en el municipio de Pantelhó, Chiapas, es complicado por los usos y costumbres de los pueblos originarios, hoy en día todavía existen muchos obstáculos, pero pese a todo, luego de casi ocho años de trabajo, se ven avances en la comunidad, señala Anastasia Pérez Díaz, consejera de esta localidad.

Asegura que es difícil, porque como mujeres se enfrentan día a día al machismo que aún existe en su comunidad. “Como mujer no tenías el derecho a decir con quién relacionarte, a elegir una pareja, a decidir con quién vivir, eran nuestros padres quienes lo hacían por ti; así como también decidían lo que harías de tu vida. No tenías la oportunidad de estudiar, solo el derecho de estar en casa, de casarte, de formar un hogar, de cuidar al esposo y a los hijos, solo eso”.

La consejera comparte que, a sus 33 años, en su pueblo ya ven mal que no esté casada, pues según su cultura, su costumbre, “a partir de los 14, 15 años ya te puedes casar. Si llegas a los 20 sin una pareja, dicen que te quedaste para vestir santos, sin embargo, en su caso, ella ve las cosas muy diferente gracias al apoyo de sus padres, a que le tocó vivir en otra época, pero sobre todo a su mamá, una mujer de 49 años de edad, a la que sí le tocó vivir estos usos y costumbres.

“Se casó, se juntó, con mi papá a los 15 años, era una niña, y aunque se sigue practicando esta tradición cada vez es menos frecuente, pues las normas y las formas de relacionarse de las personas de los pueblos originarios, sobre todo de los jóvenes, ha cambiado poco a poco. Hoy tengo todo el apoyo de mis padres, me dejan en liberta de decir qué quiero para mí: si me quiero casar o tener una pareja, si quiero tener familia, qué quiero hacer para mi vida… hay compañeras que no pueden hacer esto, porque el modo de pensar surge en la familia, va cambiando, mis padres no hacen lo mismo que mis abuelos, al contrario, buscan cambiar la forma de vivir, por eso estamos trabajando con las mujeres para que ya cambien la forma de pensar, de vivir. De cómo dejar que decidan sus hijos porque también eso es un derecho.

Sin embargo, para terminar completamente con esta costumbre desde hace más de siete años un grupo de mujeres trabaja en el proceso de concienciar a otras mujeres sobre sus derechos, “de estudiar, de salir, de conocer otras cosas, lugares, personas, hacer cosas distintas a las que hicieron nuestros padres o abuelos. Es muy difícil porque, a veces, entre los mismos pueblos o entre nosotras mismas nos criticamos y juzgamos sin saber, llegas a un lugar y hablan de ti sin conocerte o sin saber qué haces”.

Dice que vino a este Foro Mexicano de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como invitada y seguramente “habrá quien diga que fui a otro lugar o que vine a hacer otras cosas, esta forma de pensar o de actuar estanca a las mujeres, es una discriminación entre nosotras, es algo que no debe existir, ya es suficiente con la discriminación de los hombres”, con el machismo que existe en todos los aspectos en la comunidad.

 

Machismo, un riesgo constante

Precisa que, en su pueblo, “conocido como Pantelhó, que es fuente de agua, y que está a dos horas de San Cristóbal de las Casas, un grupo de 138 mujeres trabaja directamente con las jóvenes, con las más chicas, de 10 años en adelante, para entendernos, para saber cómo dialogar, conocer nuestros derechos. Hoy en día el machismo es muy fuerte, es llegar a los asesinatos”. Anastasia Pérez explica que en este machismo y discriminación hacia la mujer influye mucho el alcohol, hay cantinas en todas las esquinas, de la escuela, del mercado, prácticamente vivimos entre ellas”.

Cuando los hombres, los esposos e incluso los hermanos llegan a sus casas borrachos ejercen la violencia física y verbal hacia las mujeres que viven con ellos. “Es en ese estado cuando la critican, la golpean, la maltratan verbalmente, cuando la vida de la mujer está en riesgo, en peligro”, asegura.

Tal parece, señala, que a ninguna de las autoridades le interesa esta situación, “no le importa al gobierno en los pueblos, ni a los presidentes municipales, pero para nosotras es un peligro. A ciertas horas de la noche, entre 7 y 8, ya no puedes salir de tu casa por el peligro de encontrarte con una persona ebria, ya muy borracha, que en cuanto te ve empieza a decirte palabras ofensivas, a criticarte y a discriminarte, algo muy difícil para nosotras como mujeres”.

 

 

 

 

Se plantea que hay una analogía muy propia de los pueblos originarios, el rol de la mujer y de la naturaleza es similar, la naturaleza es nuestra madre, es la madre tierra, y la mujer tiene suma importancia. ¿Cómo explicar que exista machismo en las comunidades indígenas, este tipo de conductas? Porque una cosa es ser alcohólico y otra la agresión, la violencia contra la mujer por el hecho de ser mujer, ¿siempre fue así en las comunidades originarias?

“No, en nuestra cultura existía lo que eran los acuerdos de asamblea, mi bisabuelo me contaba que no era así, sino que convivían conjuntamente, hacían rituales, comían juntos, a veces con otro pueblo intercambiaban sus productos, pero eso cambió a partir de que llegaron los rancheros, de que nos invadieron a través de las famosas fincas, de que los hombres se fueron a trabajar ahí”, apunta.

“En las fincas fue donde vieron al jefe, al que manda, el que decía que se hacía y cómo se hacía, eso contribuyó a que las cosas fueran cambiando, pues los hombres al llegar a su casa empezaron a imitarlos, a hacer lo mismo con las mujeres, no existían esas prácticas del machismo, algo que queremos revertir para vivir en paz nuevamente”, dice la consejera.

 

En mi pueblo, en las montañas, se hace una ceremonia para pedir agua, tener una buena cosecha, que caiga buena lluvia, sin mucho viento, porque también somos productores de maíz, de café, de frijol…

 

“Pese a todo —continúa—, se hace el esfuerzo de trabajar en conjunto, consejeros y consejeras, para recuperar el respeto entre hombres, mujeres, jóvenes, adultos, ancianos, abuelos, entre todos, sin importar el sexo y la edad; para retomar las raíces a las que pertenecemos, que es nuestra cultura y saber ancestral; para tomar acuerdos que beneficien a nuestra gente, que se encaminen hacia el futuro que se quiere, que nuestras futuras generaciones lleguen a la equidad de género. Que ya no vivan ningún tipo de violencia producto del machismo, expresa.

Puntualiza que los acuerdos que se tienen son a largo plazo, para 20 años, “como dicen muchas de las compañeras, a lo mejor yo no lo veo, no lo vivo, pero lo vivirán nuestras hijas o nietas. Por ejemplo, el proceso de concienciar a otras mujeres no lo iniciamos nosotras, fueron otras compañeras las que abrieron el camino, es lo mismo que estamos haciendo nosotras como jóvenes, porque queremos cambiar”.

Destaca que, junto con esta labor, de hacer conciencia entre la población femenina y las más jóvenes, también “en el municipio de Pantelhó, Chiapas, las mujeres junto con las consejeras y los consejeros trabajan con jóvenes líderes en el proceso de recuperar el uso de medicinas tradicionales, ancestrales, algo que las abuelas hacían, pero que se va perdiendo conforme pasa el tiempo. Se comparte con los jóvenes las experiencias de las abuelas”.

Además, señala que se trabaja con organizaciones feministas en los temas de género, de los derechos de las mujeres, también con la madre tierra, “de lo que nos da el planeta para vivir, realizamos durante nuestra participación en este foro, el altar maya, pues estamos conectados en que hay que respetar al padre sol y a la madre tierra”.

Advierte sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, la visión de la juventud Xóchitl para conservar el medio ambiente,en nuestra cultura, en mi pueblo, de donde soy, en las montañas, se hace una ceremonia para pedir agua, tener una buena cosecha, que caiga buena lluvia, sin mucho viento, porque también somos productores de maíz, de café, de frijol, con base en todo eso y como mujeres tenemos el rol de estar ahí, con los compañeros, de pedirle a la madre tierra, eso es muy importante, porque es la que nos sostiene, es una mamá que nos carga, si vas y la maltratas es como si maltrataras a tú mamá, en la naturaleza y en nuestra cultura eso es muy respetado. No puedes ir y quitarle algo sin pedirle permiso, tienes que pedir permiso para tomar una cosa, es lo que hacíamos de niños con nuestra mamá, pedir permiso para cualquier cosa, si te daban permiso bien, si no, pues no lo hacías, es así como vemos a través de esta cosmovisión que tenemos.

 

 

Quién es Anastasia Pérez Díaz

Es consejera del municipio de Pantelhó, Chiapas, y hablante de tsotsil. Promotora del arte textil de su pueblo, colabora con la Cooperativa de Artesanos de Santa Catarina; ha participado en la Escuela de Liderazgo y el Diplomado Sentimos Fuerte Nuestro Corazón; así como en la elaboración y promoción de los Acuerdos para la Restitución de los Derechos de las Mujeres. Además tiene bajo su responsabilidad el Comité de Comunicación del Consejo Municipal de Mujeres, según la semblanza de la UICN.