La penúltima vez que la vi, fue en la Casa Lamm en el homenaje al dirigente del 68 Raúl Álvarez Garín, quien fue su marido y padre de sus hijos Manuela y Santiago. En ese homenaje, la Chata compartió mesa con Cuauhtémoc Cárdenas, y los dos, con beneplácito de Raúl quien por su gravedad estaba ausente, hablaron en contra de la reforma energética y en particular contra la privatización de Pemex. María Fernanda se centró en explicarnos el atentado ecológico que es el fracking por el uso de cantidades inconmensurables de agua

Cuando la Asociación de Abogados Democráticos entregó al Comité 68 un reconocimiento, la Chata estaba en el estrado y dijo unas cuantas y vibrantes palabras, porque ese día la voz cantante era la de Alejandro Álvarez Béjar que agradeció el reconocimiento a nombre del Comité 68. Al final del acto, la Chata me contó que se acababa de publicar una biografía de Consuelo Uranga. María Fernanda era hija del líder ferrocarrilero Valentín Campa y de la señora Uranga, una sufragista y luchadora social. Me prometió que iba a ir a mi seminario de Historia de la Cultura en México. Finalmente, me dijo, por correo electrónico, que no podría ir porque estaba ocupada en levantar un mapa geológico de los sismos de 2017, lo que me hizo recordar que cuando el terremoto de 1985 me explicó en una entrevista que la placa tectónica de Cocos se había desplazado ¡medio metro! En ese entonces, pensé que me estaba comentando lo que sabía como geóloga que era, ahora en el homenaje que le hicieron en la Fundación Elena Poniatowska, me enteré que su explicación, entre otras hipótesis, era la correcta.

 

Su homenaje en la Fundación Elena Poniatowska

Ahora solo unas palabras sobre el homenaje el pasado 19 de febrero. Blanche Petrich contó que la entrevistó apenas en noviembre en la Plaza de las Tres Culturas. Como a muchos otros (y por fortuna) a María Fernanda se le hizo tarde ese 2 de octubre y cuando llegó la zona estaba acordonada. Con Blanche reiteró in situ el recorrido que hizo hace 50 años. Relató que estaba embarazada de su hija Manuela, que Raúl estaba desaparecido (y así estuvo 15 días), pero, sobre todo, lo que vio aquel día 3 de octubre fueron las huellas, el rastro de la represión.

Elena Poniatowska evocó las palabras de la Chata: “pasé mi juventud yendo de Lecumberri (donde estaba Raúl preso por el 68) a Santa Martha Acatitla (donde estaba su padre Valentín junto con otros líderes ferrocarrileros). Elena iba y venía en compañía de la Chata, porque la escritora estaba recopilando testimonios para lo que sería esa obra clásica y polifónica que es La noche de Tlatelolco y la biografía en ciernes de Demetrio Vallejo que cuajaría años después en la novela El tren pasa primero y en la cual aparecen la Chata misma y su hermana Valentina.

Félix Hernández Gamundi habló del proyecto Universidad-Pueblo de Guerrero encabezado por Rosalío Wences y en el que participó activamente la Chata. Al calor del recuerdo, mencionó lo importante que fue María Fernanda como científica. Invitada a Moscú a un congreso internacional de geólogos, fue elegida por sus aportaciones a la especialidad para inaugurar el congreso junto con la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, pero, explicó Félix, Valentina desde el espacio y María Fernanda en tierra. No quiero cerrar la nota sin contar que Felipe Haro, hijo de Elena, estaba como moderador de la mesa, sin embargo, se le quebró la voz al mencionar a la Chata.