In memoriam de Froylán Flores Cancela.

Muy buen periodista. Excelente persona.

 

Mucho ruido y pocas nueces. Durante 22 meses el fiscal especial Robert S. Mueller (Nueva York, 1945; nació en el seno de una acaudalada familia que lo envió a formarse en la Universidad de Princeton y en la de Virginia; excombatiente en Vietnam en el cuerpo de marines en el convulso año de 1968), aparte de ser un veterano de guerra que pudiendo eludir el servicio militar no lo hizo a semejanza del “delicado” fantoche Donald Trump por medios no muy claros, y exdirector del Buró Federal de Investigaciones (FBI), es un personaje hermético, misterioso, alejado de los medios de comunicación que, en los casi dos últimos años, dirigió la investigación federal estadounidense más relevante en décadas.

El viernes 22 del mes en curso entregó finalmente el resultado de sus investigaciones al fiscal general, William Barr, del Departamento de Justicia  para saber si el presidente Donald John Trump se coludió con Rusia para ganar las elecciones de 2016. Impertérrito, Mueller dirigió las pesquisas de la llamada “trama rusa” ante los ataques del magnate, quien lo ha acusado de dirigir una “caza de brujas”, y de las duras críticas de los conservadores republicanos. En un resumen de cuatro páginas el fiscal general Barr explica: “El fiscal especial afirma que si bien este informe no concluye que el presidente cometió un delito, tampoco lo exonera”.

Mueller tiene ganada fama como disciplinado, autónomo y detallista hasta la exageración. En su currículum cuentan las fiscalías generales de San Francisco y Boston, y, como jefe de la división criminal, tuvo a su cargo la supervisión del procesamiento del mafioso John Gotti y del dictador panameño Manuel Noriega. El momento cumbre lo tuvo en el fatídico año 2001, cuando el presidente George W. Bush, hijo, lo designó director del FBI. Tomó posesión del cargo el 4 de septiembre de aquel año; siete días más tarde sucedió el inolvidable 11 de septiembre, todo cambió para él, para la agencia federal, para la unión americana y para muchas otras partes de la Tierra. A partir de ese momento su misión fue convertir el FBI en uno de los principales arietes del combate antiterrorista, con desiguales resultados. En 2011 finalizaba su mandato, el nuevo presidente Barack Hussein Obama le pidió que continuase dos años más en el puesto. Lo demás es la historia de nuestros días.

Durante los 22 meses que duró la investigación, 37 personas fueron acusadas, 50 testigos entrevistados. Siete individuos se declararon culpables. El fiscal especial giró 13 solicitudes de pruebas a gobiernos extranjeros y estableció 199 cargos criminales, además de ordenar 2,800 citatorios, con base en los cuales seis aliados de Donald Trump han sido procesados. Hasta el momento solo una persona fue sometida a juicio y otras cinco condenadas a prisión.

 

 

Una vez que Robert Mueller entregó al Departamento de Justicia su reporte final sobre la controvertida investigación, el más eufórico con el procedimiento fue el mandatario republicano que, como acostumbra, hizo su personal interpretación de los hechos. Con exceso de palabras mayúsculas, escribió en su medio preferido de comunicación, Twitter: “No hay conspiración, no hay obstrucción mi completa y total EXONERACIÓN. ¡MANTENGAMOS AMÉRICA GRANDE!”. Apenas había transcurrido una hora de que el fiscal general William Barr hubiera entregado al Congreso el informe del fiscal especial Robert Mueller.

La noticia puso a Trump verdaderamente eufórico. Poco antes de que abordará el avión presidencial Air Force One que lo conduciría a Washington Desde Palm Beach, Florida, donde había pasado un fin de semana crucial para su mandato, el magnate dijo a la prensa: “La acusación es la cosa más ridícula que he oído nunca… Es una pena que nuestro país haya tenido que pasar por esto… Fue un derribo ilegal que ha fracasado”.

Sin embargo, la lectura que hace Donald Trump de “exoneración total” no es correcta. Citando al propio Robert Mueller, el documento del fiscal general William Barr afirma: “Mientras este informe no concluye que el presidente cometiera un delito, tampoco lo exonera”. Pero, como bien se sabe, el 45 presidente de Estados Unidos no es una persona que tome las cosas con calma, ni espera a que otros interpreten lo que alguien le quiso decir. Reacciona en caliente, sin meditación previa, lo que le conduce a situaciones embarazosas muy difíciles de sortear. De tal forma, lo que escribió en Twitter: “No hay conspiración, no hay obstrucción, completa y total EXONERACIÓN…” indica el camino que con toda probabilidad seguirá el sucesor de Barack Obama en la Casa Blanca hasta las elecciones del mes de noviembre del año próximo, cuando espera lograr su reelección. Cualquier intento de seguir investigando sobre la “trama rusa”, sin mayores pruebas, no tendrá sustento legal, y entonces sí podría considerarse una “caza de brujas” como ha vociferado en innumerables ocasiones el mandatario de la extravagante cabellera.

 

Para los demócratas la historia no termina aquí. De hecho, varios representantes de ese partido dicen que “la guerra apenas está comenzando” de cara a las elecciones del mes de noviembre de 2020.

 

Sin duda, de ahora en adelante el presidente Trump —cuya culpabilidad de nexos con los rusos para ganar los comicios ante la candidata demócrata Hillary Clinton es una certeza para la gran mayoría de los demócratas— se presentará como víctima de los demócratas radicalizados que “conspiran” para evitar que “América sea grande otra vez”, algo que confían en la Casa Blanca y temen los demócratas menos optimistas pueda darle resultados entre los votantes indecisos en los comicios de 2020.

Para los demócratas la historia no termina aquí. De hecho, varios representantes de ese partido dicen que “la guerra apenas está comenzando” de cara a las elecciones del mes de noviembre de 2020.

De la investigación de Robert S. Mueller y su equipo —un trabajo hermético, lleno de secretos—, solo se conocen las cuatro páginas de la carta del fiscal general dirigida al Congreso. Por lo mismo, tanto demócratas como algunos republicanos ya han declarado que darán la lucha para que el informe completo —cuyo número de páginas no era del conocimiento público hasta el momento de escribir este reportaje— salga a la luz , como sucedió en 1998 cuando se difundió el Informe Starr sobre el presidente. Este informe fue hecho por el fiscal independiente Kenneth Starr —de ahí el nombre—, sobre las relaciones íntimas del 42 presidente de Estados Unidos, William (Bill) Jefferson Clinton (de 1993 a 1997 y de 1997 a 2001) y la becaria Mónica Lewinsky. Las acusaciones contra el esposo de Hillary Rodham Clinton eran por perjurio, obstrucción a la justicia y abuso de poder. El informe de Mueller, como en su momento el de Starr, puede contener material explosivo.

Así las cosas, el fiscal especial Robert S. Mueller, de hecho, optó por describir los actos de Donald Trump  y dejar en manos del Departamento de Justicia la interpretación de si estos son constitutivos de delito. Y, de acuerdo con el criterio del fiscal general William Barr, y de su número dos, Rod Rosenstein, las pruebas “no son suficientes para establecer que el presidente haya cometido una falta de obstrucción  a la justicia”.

 

Por lo que Trump consideró que la jornada había sido una victoria para su causa. Y escribió en Twitter: “Después de una larga revisión, después de una larga investigación, después de que tantas personas hayan sido tan dañadas, después de no mirar al otro lado, donde ocurrieron muchas cosas malas, se acaba de anunciar que no hubo complot con Rusia”.

Por su parte, la presidenta demócrata de la Cámara Baja de Estados Unidos, Nancy Pelosi, y el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, emitieron un comunicado conjunto poco después de que el fiscal general, William Barr divulgara una carta detallando los resultados del informe de la “trama rusa”.

Esta misiva contiene tantas preguntas como respuestas. El hecho de que el informe no exonere a Donald Trump con un cargo tan grave como la obstrucción de justicia demuestra lo urgente que es que se hagan públicos sin más demora el informe completo y todos los documentos. “Y lo más obvio es que el hecho de que el presidente diga que está totalmente exonerado contradice las palabras del señor Mueller y no debe tomarse con ningún grado de credibilidad”, agrega el comunicado de los dos líderes demócratas.

El informe de Mueller concluyó que nadie de la campaña del ahora mandatario Trump ni él mismo conspiraron con las autoridades rusas en los comicios presidenciales de 2016, según divulgó William Burr el domingo 24 de marzo.

Tan claro como el agua. Trump, para variar, interpreta a su manera el informe de Mueller. Todavía falta mucho para poner el punto final a esta trama. Vale.