LITURGIA

 

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) a partir del 4 de marzo ya es nonagenario, alejado de sus viejas glorias y evidenciando su decadencia que hoy lo exhibe de manera ruinosa. Pulverizado en las elecciones del 2018 y muy lejos de la punta en los próximos comicios de Puebla y Baja California, el tricolor aún no se ha repuesto del pasmo que sufrió ante uno de sus exmilitantes, Andrés Manuel López Obrador.

La historia moderna de México no se explicaría sin el PRI, construido por el general Plutarco Elías Calles como Partido Nacional Revolucionario (PNR) para operar un sistema y método de la distribución del poder por la vía pacífica, el tricolor nació desde el poder y por ello se le complica ser oposición, no está en su ADN.

Plutarco Elías Calles señalaba, hace 90 años, que acababa la era de los caudillos para dar paso a las instituciones de la revolución, aunque en todo caso el oriundo de Guaymas fue un concentrador del poder real, puso y quitó presidentes. Fue el jefe máximo. Durante el denominado Maximato Elías Calles fue el hombre fuerte del régimen hasta que un michoacano terminó por expulsarlo, junto a un compacto grupo de allegados entre los que figuró Luis N. Morones. Lázaro Cárdenas del Río,  presidente gracias a Plutarco Elías Calles, desterró a su antiguo padrino para dar paso así al presidencialismo priista, el PNR cambió sus siglas en 1938 en pleno auge cardenista para transformarse en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

A Cárdenas lo sustituyó en la presidencia otro general, Manuel Avila Camacho, con el divisionario poblano concluyeron los gobiernos encabezados por militares para dar paso a los civiles, el primero en ese cambio sustantivo fue el abogado Miguel Alemán Valdez.

 

El PRI está noqueado, las consecuencias de un gobierno extraordinariamente corrupto como el de Enrique Peña Nieto surtió sus efectos nocivos, igual que la práctica depredadora de exgobernadores como los Duarte y compañía.

 

En 1946 de nuevo cambia el nombre del partido oficial para denominarse PRI. Vendrían más tarde los gobiernos del tricolor que habrían de hacer el diseño del modelo de desarrollo estabilizador, que duraría tres sexenios y se distinguiría por un evidente crecimiento económico.

A este modelo siguió el del populismo “de guayabera” de Luis Echeverría, vendrían las crisis recurrentes con José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.

En la actualidad el PRI está noqueado, las consecuencias de un gobierno extraordinariamente corrupto como el de Enrique Peña Nieto surtió efectos nocivos, lo mismo con la práctica depredadora de algunos exgobernadores de la misma extracción como los Duarte y compañía. La debacle electoral de 2018 era previsible e histórica.

No obstante ha sido el PRI la organización política que contribuyó a la formación de otros partidos, expriistas en su mayoría fundaron al Partido de la Revolución Democrática (PRD): Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Expriistas también figuran como fundadores del Morena: Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal.

El PRI vive el peor momento de sus 90 años de existencia, desconectado de los jóvenes, renuente a democratizar sus procesos internos y sin afanes de oposición porque sus genes no le dan para ello. Aún con todo, algunos evocan el cuento de  Augusto Monterroso “cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.