RAZÓN PRÁCTICA
Para que no se pueda abusar del poder,
es preciso que el poder detenga al poder.
Montesquieu
Usar recursos públicos para beneficio personal es un acto de corrupción que debe ser sancionado para abatir la impunidad, que a su vez es el caldo de cultivo para generar más actos de corrupción.
Hasta aquí todo normal, una conducta ilícita, un tipo penal para sancionar, una autoridad investigadora y otra encargada del proceso y de la determinación de la conducta, quien dictará el veredicto de culpabilidad o absolverá según sea el caso.
Pero qué sucede con la toma de decisiones, acciones o determinaciones que generan daños, al erario, a las instituciones e incluso a las personas; cualquier abogado avezado diría que existen recursos administrativos, civiles o penales, y estamos de acuerdo con esa visión, sin embargo cuando estos daños los genera la autoridad indistintamente del nivel jerárquico o instancia gubernamental aun cuando estos recursos existan. Por temor al poder, muchas veces no se usan.
Cuantos casos de presidentes municipales o gobernadores conocemos de abuso de poder que han quedado impunes, ahora vemos de presidentes de la república, y somos testigos de la vuelta al autoritarismo y la imposición desde el poder.
En una democracia con instituciones firmes, con procesos y reglas claras para todos los ciudadanos, no hay preocupación ya que las instituciones, sistemas y procesos sirven de contrapeso al poder y las determinaciones darán la razón a quien la tenga.
empezamos a ver instituciones y funcionarios que se están alineando al Poder Ejecutivo, y que por temor o lisonja prefieren no defender la independencia o la autonomía de sus organismos, entonces debemos preocuparnos.
Si el sistema es disfuncional como el nuestro, si a ello sumamos que empezamos a ver instituciones y funcionarios que se están alineando al Poder Ejecutivo, y que por temor o lisonja prefieren no defender la independencia o la autonomía de sus organismos, entonces debemos preocuparnos.
No se debe permitir la injerencia del Ejecutivo en los otros poderes. Aun cuando nos cueste confrontación y ataque desde las instituciones gubernamentales. El contrapeso se debe de construir no porque estemos en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino porque cualquier demócrata sabe que el poder necesita contrapesos, si no, el poder se vuelve absoluto, tirano y opresor de todo lo que discrepe con él.
Si el presidente se equivoca, deben existir voces que alerten sus errores; si el presidente pretende abusar de su poder, debemos exhibir que así pretende hacerlo; si el presidente daña el país con sus decisiones, debemos intentar frenarlas y exigir que se someta a la ley y a las instituciones.
Amenazar, someter, aplastar no deben de ser acciones de ningún poder constitucionalmente establecido. A menos de cien días de gobierno vemos acciones y actitudes que no son democráticas ni dignas de cualquier Estado constitucional de derecho. Es tiempo de estar alerta y no confiarse.
El presidente y el poder necesitan contrapesos. Los ciudadanos debemos mantener los pocos que quedan y construir los que falten.
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