CAPITAL POR SIEMPRE!
…en florecer ocultamente
cifraron su placer, orgullo y gloria.
Nigromante
La XL edición de la Feria Internacional del Libro de Minería, fue el escenario idóneo para reivindicar la obra de Ignacio Ramírez Calzada, “el Nigromante”, cuyo Fondo donado al INAH fue declarado Patrimonio Documental por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
A pesar del fundamental aporte intelectual debido a tan insigne mexicano, es menester reconocer la timidez con la que su país ha emprendido una reconciliación frontal con una mente preclara que, desde su juventud, mostró vigor para provocar el cisma que impulsó a reconocer la diversidad de la nación mexicana, los derechos de la mujer, de los niños, de los obreros, campesinos y desposeídos.
Nunca más oportuna una decisión de la UNESCO que este reconocimiento a la titánica labor de un hombre comprometido con la honestidad, la honradez y las libertades fundamentales de los seres vivos, precisamente cuando las sociedades del siglo XXI se ven amenazadas por actitudes contrarias a las luchas emprendidas —muchas veces en solitario— por este ser excepcional al que nunca amedrentaron cárceles, exilios, ni traiciones.
Desde su juventud, las tesis de Ramírez le generaron estigmas y odios provenientes de los estamentos más conservadores del país, a cuyos integrantes la sola invocación del “Nigromante” era rechazada con jaculatorias, no solo por ser un defensor a ultranza de la laicidad del Estado mexicano, sino por sus valiosos aportes a la educación, las ciencias y la cultura, conocimientos cultivados por el liberal a lo largo de una azarosa vida.
Don Ignacio Manuel Altamirano no escatimó reconocimientos ni elogios al apóstol de la Reforma, de quien distinguió su compromiso con los pueblos originarios pues, gracias a Ramírez, el político y poeta guerrerense tuvo acceso a la educación sufragada por el municipio de Tixtla, en el Instituto Literario de Toluca, oportunidad debida a Ramírez como integrante del gabinete liberal del gobernador mexiquense Francisco M. de Olaguíbel.
Diez años después de su fallecimiento Altamirano recibe la encomienda de editar un par de volúmenes con los textos políticos, periodísticos y poéticos más reconocidos de Ramírez; en el prefacio a dicha obra, el guerrerense afirma: “veinte tomos serían insuficientes para hablar de obras completas, dada las muchas materias a las que se dedicó”.
Sus textos abordan la historia, economía política, fisiología, geología, paleontología, botánica y pedagogía. A él le debemos el Proyecto de Enseñanza Primaria y una primera versión de un libro de texto gratuito.
También debemos destacar sus inolvidables iniciativas constitucionales, sus múltiples intervenciones en el Constituyente de 1856-1857, sus disertaciones en la Corte Suprema, sus sentencias, sus imborrables discursos cívicos y sus poemas.
Desde aquí rendimos justo homenaje a ese hombre cuya integridad moral le hizo vivir modestamente, morir discretamente, y —como señala en uno de sus versos— a ese ser que “cifró su placer, orgullo y gloria en florecer ocultamente”.

