Entrevista a Ana Lucia Montes Marrero | Restauradora e investigadora

 Por Jacquelin Ramos y Javier Vieyra

 

En 2018, Ana Lucía Montes Marrero obtuvo el Premio Paul Coremans otorgado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a la mejor tesis de licenciatura en el área de conservación de bienes muebles. La distinción es más que meritoria. La investigación de la egresada de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO), derivó en una extraordinario proyecto que ha rendido frutos de enorme importancia en el estudio de cuerpos relicario. En entrevista exclusiva para Siempre!, Ana Lucía Montes conversó sobre su brillante incursión en el mundo de estos peculiares objetos, haciendo referencia, en primer término, al surgimiento de su propuesta y posterior desarrollo.

“Todo empezó con la investigación que propuse para mi tesis de licenciatura, que consistió en un estudio material de un par de casos de relicarios, estos pertenecen a una categoría muy especifica: son relicarios en ceroplástica. Entonces, desde un enfoque muy material, desde mi profesión, que es la restauración de bienes e inmuebles, y a través de un estudio sobre la técnica de factura, estos relicarios se abordaron mediante la aplicación de rayos X. Dentro de un análisis global, estos rayos les son muy útiles a los restauradores para conocer estructuras interiores de objetos que a simple vista pues no se pueden observar; y así empezó este proyecto, la investigación fue exitosa, y a partir de ahí se replicó por ejemplo en la Capilla de Reliquias de la Catedral Metropolitana en la Ciudad de México; ese fue el segundo paso, para después aplicarlo, por ejemplo, a otro estudio del mismo tipo en Lagos de Morenos, en el cuerpo relicario de San Hermión, es algo que afortunadamente funcionó y ya van varios relicarios de este tipo que se han estudiado de los cuales ya se conoce su técnica de factura”.

 

 

Respecto al proceso que se siguió en cada una de las piezas, Montes Marrero explica cada uno de los pasos que debieron seguirse en los análisis.

“En primer lugar, para cualquier bien cultural, sea lo que sea, lo primero es hacer un análisis visual muy detallado, llenar una ficha clínica, que es una herramienta que a los restauradores e historiadores nos es muy útil, en tal ficha se van vaciando los datos que se pueden observar. Después de haber hecho este registro se procede al uso de los rayos X; en el caso de estas investigaciones se utilizó radiología digital, que es la más avanzada, se escanea el cuerpo completo para conocer toda la superficie y todas las estructuras que existen al interior. Ya con las placas, estas se contrastan con la información recabada en la primera etapa de análisis visual, básicamente ese es el proceso. En un momento posterior se hace una interpretación de la placas radiográficas, este podría ser el proceso más tardado, lo anterior es relativamente rápido pero la interpretación de las placas es bastante compleja porque hay muchas estructuras que se superponen, entonces hay que trabajar con un equipo de especialistas ya sea restauradores, historiadores, radiólogos o antropólogos físicos porque se está tratando con restos óseos, entonces se requiere de todos estos especialistas, para realizar las interpretaciones lo más certeras posibles”.

Y es que, contrario a lo que podría parecer, este tipo de relicarios fueron compuestos por múltiples y diferentes elementos y etapas que los vuelven excepcionales piezas.

Ana Lucia Montes Marrero | Restauradora e investigadora

Ana Lucia Montes Marrero | Restauradora e investigadora

“Propongo que se arme primero el esqueleto, en caso de ser completo, porque en ocasiones solo se contaba con algunos huesos; entonces, estos se pueden articular unos con otros, con alambres. Después de tener este esqueleto articulado, armado, viene la etapa de poner los rellenos, y luego esto se envuelve y se crea una suerte de cuerpo de tela, como de muñeca de trapo, es un cuerpo flexible y acolchonado, y con este cuerpo, se procede a ponerle las mascarillas y las extremidades de cera, para concluir con la parte decorativa, ornamental, que cosiste en vestir todo este cuerpo, poner los ropajes, poner adornos, joyas, postizos, que son las pelucas de cabello natural, los ojos de vidrio, las pestañas, barba en caso de ser varones, sandalias, cojines, las urnas; En realidad son obras muy complejas que tienen muchos componentes“.

Ana Lucía Montes construye una reflexión sobre la importancia de preservar este tipo de objetos “Se trata de obras que artísticamente son muy valiosas, por toda la técnica que poseen, merecen ser estudiadas valoradas y dadas a conocer y también porque México cuenta con gran cantidad de ejemplares que deben estudiarse, apenas se empezó abrir esta línea de investigación, y estos estudios deben de continuar porque se puede empezar a hacer una relación, como, por ejemplo, ubicar los talleres que elaboraron estos relicarios. Además, estos cuerpos relicario, en su mayoría eran traídos de Roma, pero también existen los casos en los que se realizaron ya en México, entonces también tenemos facturas locales que son muy valiosas, y que también deben difundirse porque tienen variantes, si bien mantienen la iconografía, poseen características muy particulares que deben analizarse”.