El presidente Andrés López Obrador y el secretario de Educación Pública Esteban Moctezuma Barragán la tienen muy clara: la rectoría de la educación en nuestro país debe ser potestad única y exclusiva del Estado mexicano, solo así se podrán superar los rezagos ancestrales en esta materia. Sin embargo, en el Legislativo, en la Cámara Baja para ser más precisos, la procrastinación de los diputados para “tomar al toro por los cuernos” y definir una reforma educativa de gran calado que cerque por completo a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que, por enésima ocasión, está mostrando su voracidad amenazando con bloquear y detener todo si no se le entrega lo que exige: el control de las plazas y del presupuesto.

Pero, como dice el refrán, “la culpa no la tiene el indio, sino quien lo hizo compadre”, ahora el gobierno, principalmente el Poder Legislativo, está durmiendo con el enemigo, pues ahora no solo hay que lidiar con las protestas, amagos, chantajes, marchas y plantones de la CNTE. A esta circunstancia debemos agregar que en el recinto de San Lázaro hay aproximadamente cuatro decenas de diputados pertenecientes al ala centista dispuestos a dinamitar la nueva reforma educativa y, de paso, a la llamada cuarta transformación.

Seamos sinceros, a la CNTE no le interesa en lo más mínimo la educación de los niños y jóvenes mexicanos, ellos van por el dinero, el control y el poder; cualquier esbozo de reforma educativa que les presenten —pido un aplauso para el “genio” que determinó poner a consideración de la Sección 22 el proyecto del Legislativo— de facto será rechazado por el sindicato, cuyo objetivo primigenio siempre será disponer de las plazas para ellos poder venderlas o asignarlas a quienes se les pegue la gana, lo cual estaría dejando “fuera de la jugada” a aquellos que sí estudiaron para ser maestros y que anhelan hacer una carrera dentro de la docencia.

Hace unos días el presidente López Obrador señaló que si la CNTE sigue actuando por “intereses personales” perderá credibilidad, pero lo cierto es que esta ala del magisterio no tiene credibilidad. El gobierno, no solo esta administración, siempre ha estado abierto al diálogo con la disidencia magisterial, pero esta lo único que ha buscado históricamente es frenar el desarrollo educativo de los mexicanos. Además, que quede bien claro, la CNTE no es todo el magisterio, por lo tanto los distintos grupos parlamentarios aglutinados en la Cámara de Diputados tienen la obligación de tomar en cuenta también a aquellos que no están bloqueando las entradas al Palacio Legislativo y que de lunes a viernes están en las aulas impartiendo clases.

Sí, efectivamente, en el pasado se han implementado políticas públicas erróneas; pero también es un hecho que en julio pasado 30 millones de mexicanos votaron por un cambio verdadero y este no será posible si alguno de los tres poderes de la unión sigue cediendo a presiones y chantajes. Además, tomando en cuenta la postura de uno de los actores involucrados en este problema, me estoy refiriendo a la CNTE, no habrá acuerdo posible que les satisfaga a menos que se les entregue lo que están exigiendo (las plazas, la nómina y el poder) y eso ya no puede ser posible.

Por lo tanto, señores diputados, la ley no se negocia… la Ley se acata.

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