“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
Abraham Lincoln
Es muy grave que la agenda de la opinión pública se mantenga centrada en sentido positivo y negativo en la figura del presidente de la República, los pesos y contrapesos para controlar el poder del ejecutivo, también pasan por el ejercicio democrático de la información, el manejo y uso de ella, las partes se informan opinan, en apoyo o en contra del gobernante en turno.
Vemos una ola creciente, cada vez más fuerte de detractores de lo que el Presidente López Obrador dice y hace, esto es señal pura y dura de que la realidad es la realidad, tarde o temprano termina por imponerse, pasando por encima de discursos, palabrerías y acciones huecas.
Negar lo evidente, lo cierto, lo real es necedad absoluta, cerrazón y ceguera. Pues por el solo hecho de decir que no pasa lo que está pasando, esto dejara de suceder.
Los miles de muertos, las fallas económicas, el desgobierno, las ocurrencias de AMLO, por más que diga que es herencia del pasado, parte del cochinero que se les heredó, que la responsabilidad es de los que gobernaron antes, siguen pasando los días y la gente –cada vez más– se da cuenta que son palabrerías y frases hechas, repetidas una y otra vez hasta el hartazgo por el mandatario de la nación que pretende desvirtuar, enmascarar, esconder y desconocer la realidad.
Son más de cinco meses de gobierno, en los que solo hemos visto a un Presidente de la Nación que culpa a todos der lo que sucede en México, menos a él y a su equipo de colaboradores. Sin dudad hay muchos rezagos, pendientes y fallas atribuibles a los anteriores gobiernos, pero fuera de ellas ¿cuáles son las ofertas reales, los planes concretos, específicos, las acciones detalladas de este gobierno?
Decir que los culpables son todos, menos el, es cortina de humo, la realidad ya le empieza a cobrar factura.
No me refiero a las ocurrencias de compras sin licitación, de memorándums que ordenan incumplir la constitución, de propuestas de amigos y compadres sin la menor preparación para los cargos a desempeñar, las negociaciones en lo oscuro con representantes extranjeros o líderes políticos o sindicales impresentables. Tampoco me refiero a las determinaciones de que si le parece justo o injusto al presidente conforme a su saber o entender y en esa medida se someta a instituciones, población y país al capricho presidencial.
Mucho menos a iniciar obras de gran calado sin estudios profesionales medio ambientales o técnicos como el caso del aeropuerto en Santa Lucia o el Tren Maya en el sur del país.
En cualquier país el responsable de las decisiones es el que está al frente de las instituciones. El Presidente López Obrador no puede evadirse, desde que asumió el cargo debe responder por lo que hace, deja de hacer y asumir su culpa. Decir que los culpables son todos, menos el, es cortina de humo, la realidad ya le empieza a cobrar factura.
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