Entrevista a Gabriela Sánchez Reyes | Investigadora de la CNMH, estudiante de doctorado en Ciencias Sociales en El Colegio de Michoacán.
Por Javier Vieyra y Jacquelin Ramos
Desde hace ya tiempo, la Plaza de Loreto, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es uno de los lugares más tristes de la urbe: pues perdió todo su esplendor, su brillo. Poco importan en el siglo XXI los rastros del siglo XVIII. Desde los sismos de 2017, el templo que dio nombre a la explanada se encuentra a punto de colapsar junto con una de las cúpulas más grandes y bellas de México; y la fuente, que antaño adornara el Paseo de Bucareli, atribuida a Manuel Tolsá, apenas puede notarse entre la vorágine de ruido, ambulantes y suciedad. Para estos testigos históricos la indiferencia siempre ha sido el enemigo a vencer, y si lo logran tan solo unos minutos, cualquier transeúnte puede notar que en uno de los bordes de la explanada, lucha por mantenerse en pie con otro templo más antiguo que el de Loreto, pero que, a diferencia de este, sigue manteniendo sus puertas abiertas a cualquiera que además de dejar atrás la indiferencia, tenga un poco de curiosidad.
Se trata de Santa Teresa la Nueva, y en su interior, Gabriela Sánchez Reyes, investigadora de la Coordinación Nacional de Monumentos del INAH, conversa con Siempre! De un particular tesoro casi oculto entre la penumbra de la iglesia: la escultura de una bella mujer dormida en una urna, vestida de novia y que, vista un poco a la distancia, parece respirar. Esta dama yacente con el nombre de Santa Celeste podría considerarse una pieza más del inventario de cualquier lugar de culto católico de no ser porque al acercarse a ella se descubren en su interior auténticos huesos humanos dando forma a sus manos y pies, es simplemente un “cuerpo relicario”, un fascinante objeto de culto y arte que ha llevado a Sánchez Reyes a descubrir que muchas figuras de devoción esconden más de lo que aparentan.
Pero, partiendo de la definición misma de lo que es un relicario, la especialista explica que se trata de un objeto cuya función es contener, resguardar en su interior la reliquia de algún santo, definiéndose ésta como cualquier vestigio corporal o cosa que haya pertenecido a algún virtuoso personaje de la historia del catolicismo. La también académica señala que los relicarios se encuentran estrechamente ligados con la historia del arte, pues a lo largo de los siglos se han desarrollado diferentes tipologías surgidas de las aportaciones de cada época; entre ellas pueden identificarse brazo relicario, cráneo relicario, busto relicario y cuerpo relicario, así cómo de tipo marco o anamorfico. El auge de estos curiosos elementos de devoción tuvo su origen un importante descubrimiento bajo el suelo de Roma.
“En 1548 se encontraron nuevamente las catacumbas en ‘la ciudad eterna’. Esto significó el hallazgo de millones de huesos de los mártires que son considerados los primeros que dieron su vida por la fe católica, quienes la sustentaron en un primer momento. Después del movimiento luterano de la Reforma, estos mártires, que se vuelven ejemplarmente los genuinos defensores de la fe, empezaron a ser enviados a los lugares donde el protestantismo se había establecido con más fuerza, como el norte de Alemania, con el fin de reforzar la presencia de la Iglesia romana. Es así como empiezan a distribuirse las reliquias de los mártires de catacumba”.
Cuerpos relicarios que viajaron desde Roma.
A pesar de que Sánchez Reyes ha dedicado más de dos décadas de su vida al estudio de todo tipo de relicarios, especialmente en la Nueva España, sus proyectos actuales se han enfocado en los cuerpos relicarios que viajaron desde Roma para ubicarse en diferentes templos en nuestro país, siendo esta clase de relicarios una de las más complejas histórica y artísticamente hablando, puesto que puede describirse como una escultura que representa generalmente a una persona joven, ricamente vestida y decorada al estilo romano, dentro de la cual se colocó una cantidad determinada de huesos humanos pertenecientes al santo en cuestión. Algunas veces, estos restos se encuentran expuestos a la vista de quien los observa, y pueden notarse desde trozos de cráneo hasta falanges de pies y manos.
Sin embargo, la investigación que se emprendió recientemente busca encontrar aquellos huesos que se encuentran ocultos dentro de la figura y que no son perceptibles.
“La restauradora Ana Lucía Montes presentó en su tesis de licenciatura una propuesta para aplicar radiología a este tipo de relicarios. Me pareció realmente muy novedosa y enriquecedora debido a que ella le interesaba la estructura del relicario para poder intervenirlo y a mi la cantidad de huesos dentro del mismo. A partir de ahí comenzamos un proyecto en la Catedral Metropolitana, en el cual José Luis Velázquez, medico veterinario y radiólogo nos proporciono una invaluable ayuda. Gracias a una maquina de radiología portátil de su propiedad, pudimos aplicar esta técnica en tres de los cuatro cuerpos relicario de la Catedral, dando como resultado, que cada uno estaba compuesto de manera diferente, pues mientras en uno sólo se encontraron dos pequeños huesos en el antebrazo, en otro se halló casi la osamenta completa. Es necesario mencionar que este método nos permite poder investigar la pieza de manera rápida y sin alterarla ni extraerla de su sitio”.
Adicionalmente, la especialista indica que en cada relicario se toman diferente cantidad de placas, y en diferente posición con el fin de tener una perspectiva completa de la escultura; gracias a ello, ha podido observarse, por ejemplo, que la cabeza de algunos cuerpos relicarios son cráneos verídicos de los cuales incluso alcanzan asomarse los dientes como parte natural de la escultura, o que otros contienen pequeños huesos dentro de un saco de seda a la altura del pecho. Pero no es esta información la única que pueden proporcionar los cuerpos relicarios. A la par del trabajo que se hace directamente con las piezas, debe realizarse una ardua investigación de archivo histórico que hasta ahora ha arrojado sorprendentes conclusiones sobre el proceso que conllevaba solicitar una reliquia de este tipo al Papa, desde el tiempo del tramite, hasta la biografía de aquel que la solicitó.
“Dentro de la investigación en archivo, en primera instancia, debe localizarse la ‘Auténtica’, que es un documento o certificado en el que se especificaba la fecha de donación de la reliquia por parte de la Santa Sede, la catacumba de la que había sido extraído ese mártir, y el nombre de la persona que la solicitó, entonces son nombres específicos que los que hay que investigar. En ese sentido, hay que considerar que no cualquier persona tenía la posibilidad de solicitar una reliquia y solventar los gastos que requería el traslado desde Europa a México y los demás costos que suscitaba una empresa como esta, por lo que las reliquias nos permiten conocer a ciertos personajes históricos, sobre todo, pertenecientes a elites locales que de otra manera probablemente hubieran pasado desapercibidos. También, los relicarios nos dan luz sobre la religiosidad, las devociones que despertaron estos santos en las comunidades”.
Han sobrevivido a las volatilidades políticas nacionales.
Pese a que desde el siglo XIX se han perdido una gran cantidad de relicarios de todo tipo, la historiadora asevera que es impresionante que los cuerpos relicario hayan sobrevivido no sólo al tiempo sino a las condiciones ambientales y las volatilidades políticas nacionales. Vale decir, que Sánchez Reyes ha identificado aproximadamente 65 cuerpos relicarios a lo largo y ancho de la República, resguardando la Ciudad de México 8 de ellos: en la Catedral Metropolitana, el templo del Carmen San Ángel y los templos de San San Miguel y Santa Teresa la Nueva, ambos en el Centro Histórico.

Gabriela Sánchez Reyes | Investigadora de la CNMH
La egresada de la UNAM destaca que el estudio de los cuerpos relicarios trasciende a la devoción o las creencias particulares de las personas, es decir, más allá de su simbolismo religioso se trata un objeto de altísima calidad y belleza y que es de manufactura europea, en su mayoría del siglo XVIII; son verdaderas obras de arte que requieren ser preservadas y difundidas con el fin de concientizar de su valor histórico y estético. Asumiendo ese compromiso, Gabriela Sánchez Reyes se encuentra participando en diversas actividades que dan a conocer este maravilloso tema a diferentes sectores, debido a que el trabajo de investigación que realizan ella y su equipo requiere de un financiamiento constante, que nunca es invertido en vano, pues adentrarse en la historia con pasión y formalidad siempre resulta redituable.
“El proyecto que realizo es un proyecto que requiere de un patrocinio; es difícil proseguir las investigaciones porque los cuerpo relicario están dispersos en todo México y es muy complicado solventar los gastos que requieren los estudios; en algún momento me gustaría contar apoyo para continuar con la labor, porque tiene que ver con la conservación de un objeto delicado, que es atractivo y creo que puede llegar a los ojos del turismo de una manera formidable, pero requiere de financiamiento para lograr su conservación; se trata de piezas excepcionales, únicas, un verdadero tesoro que vale la pena cuidar”.









