Del 13 al 17 de mayo, escritores de todo el mundo se darán cita en San José, en la sexta edición del Festival Centroamérica Cuenta, impulsado desde 2013 por el Premio Cervantes de Literatura 2017, el nicaragüense Sergio Ramírez, una de las voces más prolíficas de habla hispana.

Más de 130 escritores de Hispanoamérica y otros países se darán cita en Costa Rica, incluyendo a periodistas y traductores, a un año de la rebelión estudiantil de abril en Nicaragua, cuya represión empujó al exilio a más de 60 mil nicaragüenses. También el Festival ha sido acogido por primera vez por el vecino país centroamericano, luego de que el año pasado se reuniera en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Esta versión del Festival se da en el marco de la vigésima edición de la FIL Costa Rica, cuyo invitado de honor será precisamente el Festival Literario Centroamérica Cuenta (CAC).

También asistirán editores e ilustradores que tendrán espacio en conversatorios, talleres, presentaciones de libros, simposio y una exposición fotográfica.

En Managua, los organizadores del CAC destacaron la presencia por México de nueve autores, entre ellos Ángeles Mastreta, Guillermo Arriaga, Guadalupe Nettel y Joseló Rangel, guitarrista de Café Tacuba. Por Argentina se espera a Mempo Giardinelli, Martín Caparrós y Claudia Piñero.

Al dar a conocer en Managua el programa del CAC, su presidente Sergio Ramírez confió en que asistan al encuentro exiliados nicaragüenses en ese país, donde previo a la inauguración tendrá lugar un conversatorio de Ramírez y la poeta y escritora Gioconda Bellí, sobre sus experiencias literarias.

“La gente querrá escuchar lo que ha ocurrido en Nicaragua desde abril del año pasado, desde la perspectiva literaria y nuestra como nicaragüense”, comentó Ramírez, vicepresidente de su país durante la truncada revolución sandinista de 1979-1990, en declaraciones al diario La Prensa.

El tema de la violencia hacia las mujeres, el tráfico de personas y la prostitución organizada por los carteles criminales también serán motivo de debate entre los escritores, ya que “no se pueden separar del clima de violencia que hay en Centroamérica, España y América Latina”, afirmó.

El Festival, que será inaugurado en el Teatro Nacional de Costa Rica, se iba a realizar inicialmente en Nicaragua en mayo de 2018, pero fue suspendido por el estallido social que suma ya centenares de muertos y de encarcelados, junto a miles de heridos y desterrados.

Para Ramírez, autor de novelas como Margarita, está linda la mar y Ya nadie llora por mí, aseguró que la violencia del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la oposición cívica pacífica “sigue siendo una brasa que no se apaga”. Ramírez participará en la mesa “Nicaragua tan violentamente dulce”. La razón: “creímos que no podía faltar una mesa de este tipo dada las circunstancias de que nos fuimos para Costa Rica porque no se pudo hacer aquí con todos los acontecimientos que tuvieron lugar en Nicaragua el año pasado, y que siguen ardiendo como una brasa que no se apaga, y por lo tanto la literatura no puede ser ajeno a este tema”.

Añadió que las principales voces de la oposición están presos, muertos o en el exilio, como es el caso del periodista Carlos Fernando Chamorro –hijo de la ex presidenta Violeta Barrios y del asesinado periodista Pedro Joaquín Chamorro–, quien también debió buscar refugio en Costa Rica ante las amenazas de muerte y la confiscación de sus medios de comunicación por parte del orteguismo.

La sexta edición del CAC está dedicada al escritor nicaragüense Ulises Juárez Polanco (1984-2017), primer presidente del Festival el cual en esta edición, además de los abusos de la dictadura de Ortega, incluirá en sus debates el tema del racismo, la discriminación, noticias falsas, así como los retos que enfrentan los escritores sobre la memoria, identidad, creación literaria, traducciones y publicaciones.

Para Sergio Ramírez, las sociedades contemporáneas han sido golpeadas por el narcotráfico, corrupción, pandillas juveniles y migración, siendo este último el fenómeno “más dramático”, dice, ya que tiene que ver con niños separados de sus padres, familias divididas, largas marchas a pie y campamentos de refugiados de Haití, Venezuela o los mismos nicaragüenses buscando cómo sobrevivir fuera de sus patrias.

Ahora, añadió, los escritores tienen que “lidiar con estas historias de vidas humanas” y no precisamente con las cifras o con el fenómeno sociológico que de estas nuevas diásporas se deriva.