“¿Esperar 18 años para que llegara a ser Presidente con mi apoyo para quedarme sin empleo? No se vale!”. Así un oaxaqueño increpó a Lopez Obrador. Y esta apenas es una manifestación de lo que muchos están sufriendo en los niveles más altos de desempleo en la última década, además de que se están burlando de la ley sin cubrirles una liquidación justa. Esto, entre otras cosas, está mutliplicando dos aspectos muy graves, muy delicados: la división social y la criminalidad.
Es verdad, ante la falta de resultados nos estamos cansando –primer aviso– de tantas arengas fáciles que acusan una y otra vez a todos de todo. Lopez Obrador, sabía perfectamente cómo recibía al país y aún así dijo que todo habría de corregirse desde el primero de diciembre. Lo aseguró, lo prometió, se comprometió y ofreció su palabra. La fotografía real es que el robo, el secuestró, la violencia están creciendo exponencialmente. Los asesinatos se deben a una ausencia de políticas claras al respecto.
Mire usted, por el traslado de reos de las Islas Marias a otros penales sabemos que hay 27 desparecidos. Sería interesante nos dieran a conocer los nombres de los fugados, su acusación y sentencia porque la mayoría son convictos del entonces Distrito Federal. ¿Qué relación tienen estos con los cárteles que dominan a la capital, como el de Tláhuac, quiénes eran los gobernantes cuando los aprehendieron? ¿Cómo y por qué los dejaron escapar?
Y esto no es culpa de los expresidentes y la mafia en el poder, es una incapacidad, una incompetencia y una complicidad con células que han desestabilizado y comprometido a la seguridad pública.
Nadie obligó a López Obrador para, en campaña, prometer y prometer. Nadie lo presionó para asegurar que todo sería diferente desde que asumiera la Presidencia. Se dijo competente, capaz, con el talento y equipo apto para corresponder a quienes le confiaron la administración de la nación.
La inflación se ha disparado, sí en su administración. El dice tener otros datos muy distintos a los que se vive en las calles y vecindades. Esta ciudad, la capital, hace unos meses era un poco más segura que en la actualidad y de eso nadie tiene la culpa en el pasado. Los transportes públicos, beneficiados por la izquierda, son la plataforma más anárquica de la ciudad, llena de delincuentes, choferes impunes, provocadores, desalmados y esto ocurre hoy, no hace cinco o diez años.
López Obrador, con todo, recibió un mejor país que cómo está. Y muchos de sus planes y proyectos se irán a pique junto con la nación. Es una vergüenza que Vietnam nos gane la plaza para el Gran Premio de la Fórmula Uno. Que Turquía inaugure un aeropuerto similar al que se había planeado en Texcoco en donde vieron un lago que no existe.
Un sujeto que en campaña aseguró se acabarían los despilfarros, los guaruras y las prepotencias, es custodiado por 14 camionetas de lujo, y de eso Echeverria no tiene la culpa. Una serie de contradicciones, contrasentidos y desmentidos diarios con los miembros de su propio gabinete y de eso Salinas no es responsable. Caídas de energía eléctrica en Yucatán y Veracruz argumentando sabotajes sin dar pruebas ni detener a culpables y de eso Fox es ajeno. Secuestró de vías férreas con pérdidas millonarias en donde Calderón en nada intervino.
En fin, Lopez Obrador debe asumir las consecuencias de sus propias decisiones. No echar la culpa a gasolineras cuando prometió bajar las tarifas de los energéticos. El Presidente debe conocer las consecuencias de suspender los proyectos educativos y negociar con crimínales dentro de la CNTE. Y los conflictos de primer orden no se solucionan con memorandas, más no memorándums. El peso no se ha recuperado y el crecimiento del país va en descenso y de eso Peña está muy lejos.
Hoy no tenemos rumbo claro, no sabemos cómo andaremos a fin de año. Mexico era país de moda, de atracción, de crecimiento, aunque les duela –ahí están mis datos– en otras administraciones, hoy estamos dejando espacios, terrenos, credibilidad y confianza. No es suficiente leer las advertencias nacionales, suficiente revisar las cifras internacionales.
Zedillo no es quien ha decidido usar carbón para genera electricidad, ni Lopez Portillo apostar por refinerías obsoletas. Esperemos que muchos mexicanos al paso de seis años no lo vean en la calle para reclamarle que nos llevó a un ciclo de depresión y de estancamiento, porque ahí sí serían millones y millones los quejosos.