Siendo el 15 de Mayo un día representativo por la celebración del Día del Maestro, conviene hablar sobre la nueva reforma educativa que ya se aprobó por parte del Senado. Recordemos que desde su campaña electoral, una de las promesas de Andrés Manuel López Obrador fue abrogar la reforma educativa impulsada por su antecesor y que, en sus propias palabras, se trataba de una serie de modificaciones impuestas desde las instituciones internacionales. Pero, ¿qué tiene de especial la propuesta educativa de la nueva administración?

En primer lugar hay que decir que se trata de la modificación constitucional a los artículos 3, 31 y 73. En materia educativa, propone la modificación de los planes de estudio de educación básica para que se incluyan nuevamente materias como el civismo, las humanidades y las artes, así como también la comprensión matemática, el medio ambiente y la educación sexual y reproductiva. Claro que es importante que nuestros niños y jóvenes tengan una educación completa, en la que se inculquen valores y conocimientos. Pero tal vez algo que no se ha considerado es la educación del futuro, la que ya hemos comentado en este espacio, y que hace referencia a las nuevas tecnologías. Los niños y jóvenes tienen que aprender competencias para el siglo XXI, como el trabajo en equipo y el pensamiento crítico, esto si queremos que se incorporen a una nueva dinámica de competitividad mundial.

Por otra parte, la nueva reforma sugiere que el gobierno debe garantizar una educación pública y gratuita de calidad, con equidad de género y en condiciones de igualdad. Esto no tendría ni siquiera que estar en discusión, pues es algo que todo Estado debe garantizar, es un derecho básico. Pero lo que preocupa en este sentido es que no se establecen los medios para hacer de verdad una educación de calidad, no se habla de infraestructura y esto es importante porque para tener una buena educación se requiere de una gran inversión.

Simplemente de acuerdo a la Dirección General de Administración Escolar de la UNAM, de los 153 mil 183 aspirantes que realizaron el examen de admisión en febrero y marzo de este año, sólo 15 mil 449 lograron un lugar en cualquiera de las tres modalidades de licenciatura: sistema escolarizado, abierto y a distancia. Esto quiere decir que fueron rechazados 9 de cada 10 jóvenes. Y esto fue sólo en la UNAM, pero pensemos que es el mismo contexto para el resto de las universidades públicas. Uno podría pensar que crear 100 universidades es la solución, pero ello implicaría invertir en infraestructura (edificios, aulas, materiales didácticos) y en personal cualificado (docente y administrativo) que puedan mantenerse en el largo plazo.

Pero quizás lo más sobresaliente de la nueva reforma educativa es lo referente a la admisión, permanencia y evaluación de los maestros. Esto fue el punto crítico de la reforma impulsada por Peña Nieto, pues se decía que más que una reforma educativa se trataba de una reforma laboral que afectada a los grupos magisteriales.

Con las nuevas modificaciones, la permanencia y promoción de los docentes no estará vinculada a ningún tipo de evaluación, es decir que ya no será necesario hacer un examen para tener una plaza. Esto es muy grave porque no necesariamente serán los más capacitados quienes estén a cargo de un grupo. Ahora bien, con la desaparición del INEE, la evaluación educativa estará en manos de intereses políticos, partidistas o gremiales. Y aquí cabe cuestionarse, entonces ¿dónde está el cambio?

Debemos recordar que la docencia implica tener vocación, buscar la actualización constante, y considerar que se tiene en las manos el futuro del país. Es una profesión realmente importante para el desarrollo de México, no se puede dejar a la deriva ni debería atender a intereses políticos concretos.