Ya hemos discutido bastante sobre la marcha fifí del pasado domingo: que si el número de personas, que las consignas de sus carteles eran esquizoides, sobre la contradicción infinita de sus ridículas exigencias, en algunas cartulinas le piden la renuncia al presidente Andrés Manuel López Obrador, pero en las mismas que se ponga a trabajar.
Así el grotesco ridículo que hicieron los marchantes fifís.
Sin embargo, después de mofarnos y someterlos al escarnio público hasta el cansancio, creo que es tiempo de poner atención en un tema de vital trascendencia, que en otros países es ya una realidad, sobre todo después de la llegada de gobiernos de izquierda y populares al poder, como lo son Brasil y España: la irrupción de la ultraderecha.
En España, hoy gobierna un partido socialista y obrero de la mano de Pedro Sánchez, pero desde hace un par de años, un partido ultraderechista ha ido ganando terreno y se está colando poco a poco en las alcaldías y el parlamento, me refiero a Vox, una organización con ideología de derecha, machista, xenófoba y homofóbica.
En su vecino país, es decir en Italia, tenemos el caso de la llegada al gobierno del partido político Liga Norte con Matteo Salvinni, quien actualmente es vicepresidente y Ministro de Interior.
Salvinni ha sido duramente cuestionado e incluso denunciado ante instancias judiciales por sus decisiones anti migratorias, porque han puesto en riesgo la vida de cientos personas, entre ellas niños pequeños, al abandonarlas a su suerte en el mediterráneo. Esto también le ha generado conflictos diplomáticos con el gobierno francés.
En América Latina, tenemos el emblemático caso de Brasil, después del encarcelamiento del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, llegó al gobierno del país, el homofóbico, misógino y ultra derechista Jair Bolsonaro, conocido como el Trump Latinoamericano.
Y el ejemplo por excelencia en nuestro continente y en el mundo, es por supuesto Donald Trump, de quien ya no es necesario decir gran cosa, ya que mucho se ha escrito sobre su tendencia política y de su ideología profundamente racista y xenófobas.
En la marcha fifí pudimos leer y escuchar mensajes clasistas, racistas y xenófobos. Un grupo de personas que cayó en el exceso de llevar a sus trabajadores para que les cargaran sus carteles, está cada vez más organizado y dispuesto a recuperar el poder político, porque el económico lo tienen, al menos algunos.
Lo peligrosos es que ya no les da pena pronunciar sus mensajes racistas a los cuatro vientos, no les incomoda ventilar su misoginia y homofobia, quieren que el status quo regrese, quieren su tranquilidad en su zona de confort.
Les incomodan las becas a estudiantes de preparatoria; a los profesionistas que ya no estudian, pero no han encontrado un trabajo; las pensiones a adultos mayores, la inversión en el sur del país; la incorporación de políticas incluyentes y con visión de género, entre otras.
La posible llegada y con fuerza de la ultra derecha mexicana al poder, es algo que nos debería preocupar a todos, es tiempo de dejar la mofa y hablar con seriedad.
Porque como ya he señalado, es algo que ha ocurrido en otros países en los cuales parecía imposible, pero el boom ultra derechista amenaza con llegar.