La crisis de los aranceles de hace unos días fue el primer gran reto que en materia de política exterior enfrentó con éxito el Gobierno de México. Ante los chantajes con claros tintes electorales  de Donald Trump, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, demostró temple y responsabilidad; mientras que la comisión negociadora, encabezada por el canciller, Marcelo Ebrard Casaubón, tuvo la habilidad necesaria para impedir la inminente imposición de aranceles a productos mexicanos y encaminar las negociaciones hacia una solución del problema migratorio.

Sobra decir los efectos negativos que tendría la imposición de aranceles progresivos a la economía mexicana, que iniciarían con el 5 por ciento y que podrían llegar hasta el 25 por ciento. Para decirlo rápido, se perdería casi un millón de empleos y el Producto Interno Bruto (PIB) caería en 1.5 por ciento, además, claro, de la devaluación del peso y la salida de capitales. Del conocimiento de estos datos, la importancia de los acuerdos logrados por México. Ahora, lo importante será utilizar el tiempo ganado, 45 días, para encaminar los acontecimientos no a la contención, sino a encontrar soluciones al problema migratorio y a consolidar el T-MEC.

Para México está claro que el problema migratorio no se resuelve con acciones coercitivas.  En primer lugar, la migración representa un drama humano. El hambre y la violencia obligan a la separación de familias o a que familias completas decidan dejar su lugar de origen para enfrentar todo tipo de adversidades.

En los últimos años, el fenómeno migratorio ha adquirido nuevas características, como son la organización de multitudinarias caravanas de migrantes provenientes de países como Honduras y El Salvador, generando un espíritu de cuerpo y haciendo más notorio el problema. También está la migración de nuevos grupos de personas que utilizan nuestro país para intentar llegar a Estado Unidos, como son los haitianos, cubanos o personas provenientes de países africanos.

La solución al problema migratorio se encuentra en generar polos de desarrollo en la región centroamericana, tal y como lo ha propuesto el Gobierno de México. De lo que se trata es de cerrar la brecha de desigualdad y pobreza de esa zona del continente.

Entre las propuestas que ha manejado la CEPAL se encuentran: la construcción de una terminal de gas natural en el Puerto Cortés de Honduras; la interconexión del Sistema Eléctrico mexicano al centroamericano; el mejoramiento de la infraestructura fronteriza entre México y Guatemala; la conectividad ferroviaria entre países del norte de Centroamérica; y la construcción de un gasoducto entre el sur de México y América Central.

La posible solución al problema migratorio esta en cambiar el enfoque de la cooperación para la región centroamericana. Efectivamente, se necesita un nuevo modelo de cooperación para el desarrollo. México cumplirá los acuerdos con el gobierno de Estados Unidos, lo cual no significa militarizar la frontera ni mucho menos la violación de derechos humanos. Con responsabilidad y sensibilidad, nuestro país dará muestra de que es posible enfrentar el fenómeno migratorio con rostro humano y con respeto a la dignidad de las personas.

 

@MBarbosaMX