Hace unas tres semanas, días más días menos el Fiscal General de la República (FGR), el doctor Alejandro Gertz Manero,  realizó un atingente y asertivo diagnóstico del estado en el que recibió de la pasada administración la dependencia que hasta el 1º de diciembre del año pasado trabajó (o, mejor dicho, aparentó trabajar) bajo el rótulo de Procuraduría General de la República (PGR). En su análisis, el funcionario federal explicó que entre simulaciones, procrastinaciones, desinterés, rezagos escandalosos y la subutilización de personal especializado, que en lugar de hacer labores propias de la naturaleza de su perfil profesional los mandaban a trabajar como guaruras, sus dos antecesores, Raúl Cervantes Andrade y Alberto Elías Beltrán, prácticamente se dedicaron a hacer una sola cosa: Nada.

O sea, corrupción, corrupción y más corrupción…

Así las cosas, el doctor Gertz Manero tomó las riendas de la FGR son un solo objetivo, muy claro y contundente: Ponerse a trabajar en serio y, poco a poco, sacar del terrible rezago en el que sus predecesores dejaron a esta importantísima dependencia, garante indiscutible en el proceso de impartición de justicia para todos los mexicanos. Las herencias pesan y eso significa que hay muchísimo trabajo pendiente para volver a dotar a este ente gubernamental de la credibilidad que requiere.

Bajo este contexto, esta semana la FGR, trabajando con la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y las secretarías de la Defensa Nacional (SEDENA) y de Marina (SEMAR),  asestó golpes muy importantes y definitivos a la delincuencia organizada y también mandó muy claras señales con respecto a que los días del dejar hacer-dejar pasar ya son cosa del pasado en México, más allá de la preponderancia política de aquellos a los que haga sujetos de investigación. En una primera instancia, en la Ciudad de México, se desplegaron sendos operativos para cortarles las piernas a los grupos delincuenciales que vía el narcotráfico se apoderaron de diversas zonas de la capital mexicana donde se han regodeado a diestra y siniestra comercializando y distribuyendo droga, y también extorsionando, secuestrando y asesinando a mucha gente. El resultado: La captura de líderes de los cárteles “La Unión de Tepito” y “Fuerza Antiunión”, el aseguramiento de estupefacientes y un muy claro mensaje de que el combate al crimen organizado en la CDMX ahora sí va muy en serio.

Asimismo, también llama la atención la captura en Mallorca, España, con ayuda de la Interpol, previo al pulcro trabajo realizado por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) que encabeza Santiago Nieto Castillo,  de Alonso Ancira Elizondo, mandamás de Altos Hornos de México, S.A. (AHMSA) y las tres órdenes de aprehensión giradas contra Emilio Lozoya Austin, director general de Petróleos Mexicanos (PEMEX) durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. Estos dos sujetos son piezas fundamentales en una muy bien documentada serie de operaciones irregulares con recursos ilícitos, actos de corrupción y la compra-venta a sobreprecio, en 2014, de la planta de fertilizantes Agro Nitrogenados, que derivó posteriormente en varios depósitos millonarios a una compañía off-shore y la adquisición de una cara residencia de lujo por los rumbos del poniente de la CDMX (en la colonia Lomas de Bezares)… la telenovela está muy buena porque, ¿qué creen? ésta es nada menos que la puntita del iceberg en el affaire Odebrecht que le ha costado la cabeza y la cárcel a varios personajes en muchos países del mundo y que, de forma por demás inexplicable, aquí en México ni el señor Raúl Cervantes Andrade ni el señor Alberto Elías Beltrán movieron un solo dedo para atreverse a tocar a nadie ni con el pétalo de una indagatoria.

Obviamente, la lluvia de amparos a favor de Lozoya Austin ya está lloviendo gracias a su caro despacho de abogados. Sin embargo, esto apenas está comenzando y el doctor Gertz Manero bajo ninguna circunstancia se va a detener. Él, a diferencia de sus antecesores, sí está decidido en llegar hasta el fondo y el final de todo.

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