El viernes 7 de junio fue el límite que Theresa May, primera ministra de la Gran Bretaña, se autoimpuso para ser líder del Partido Conservador británico (Tory). Ese día renunció al cargo en una discreta misiva dirigida al Comité Parlamentario 1922, cuyos vicepresidentes Charles Walker y Cheryl Gillan, en esa fecha afirmaron que el contenido epistolar era estrictamente privado.
La modestia con la que se dio a conocer la noticia contrastó con las palabras y hechos que la propia mandataria realizó, con voz compungida y lágrimas, el 24 de mayo pasado frente a la histórica casa número 10 de Downing Street, en Londres, cuando expresó su fracaso y tristeza por marcharse “sin haber sido capaz de culminar el Brexit”, al tiempo que aceptó que era el momento de que “otro primer ministro lidere los esfuerzos” por lograrlo.
Con actos tan simples la segunda mujer británica en ocupar tan importante cargo, abrió la carrera para su sucesión entre once candidatos, a la cabeza de los cuales se menciona al ex secretario de Exteriores y dos veces alcalde de Londres, Boris Johnson, discutido promotor del Brexit y de su línea dura, así como al todavía secretario del Medio Ambiente, Michael Gove, y el actual titular de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt. Son tres de los más mencionados, pero como dijo Groucho Marx, “tengo otros”.

Boris-Johnson
Al renunciar al puesto, la patética Theresa May deja un partido dividido e inmerso en una severa crisis histórica. De no ser una mujer tozuda, la primera ministra británica pudo haber salido del 10 de Downing Street desde hace muchos meses. Pese a su renuncia, todavía seguirá en el cargo hasta que los tories elijan a su sucesor, lo que podría tener lugar en la semana del 22 de julio próximo.
Con “fracaso” y todo, May será recordada precisamente por su infortunio. A los 62 años de edad, y pese a la resiliencia demostrada en los momentos más críticos de su corto gobierno –asumió el poder el 13 de julio de 2016–, la dura política británica sale del mando con el baldón de una dirigente fallida, incapaz de mediar en el enfrentamiento que mantienen desde hace varios lustros los grupos del Partido Conservador por cuenta de la cuestión europea, discusión que jugó también un papel fundamental en el derrumbe de Margaret Thatcher, la inolvidable “dama de hierro” en 1990, hace casi tres décadas. Parece que fue ayer.
Como se sabe, el (innecesario) referéndum sobre la pertenencia o no a la Unión Europea de la Gran Bretaña, que promovió el primer ministro David Cameron –creyendo que tenía más poder del que en verdad poseía–, le costó su carrera política. Cameron tuvo que dimitir tras el triunfo del Brexit y le cedió el poder a su secretaria del Interior –Theresa May–, hace casi tres años. Desde entonces Gran Bretaña no ve la suya. La decidida May reconoció haber votado en contra del retiro de la UE, pero al tener el poder en las manos pisó fuerte en Downing Street y pasó a la historia su citada frase: “Brexit is Brexit“: “Brexit significa Brexit“, amén que para muchos (incluso ella misma), se identificó como “heredera” de la anterior Dama de Hierro. Simples comparaciones. Lo cierto es que el Brexit se la tragó.
Su mandato se consumó en tres votaciones parlamentarias fallidas de su acuerdo con Bruselas, sede de la UE, y en el escándalo provocado por su propósito de un probable segundo referéndum sobre el mismo tópico. Al final, Theresa cedió a las presiones del ala dura de los tories, los mismos que propiciaron la caída de la señora Thatcher. Así son ellos.
Ahora, el Brexit podría culminar el 31 de octubre próximo. Y, Boris Johnson, el preferido de Donald Trump para suceder a May, adelantándose a los hechos, ha indicado su propósito de sacar al Reino Unido de la Gran Bretaña de la UE, en la fecha concertada, “con acuerdo o sin él”.
De hecho, Johnson es conocido por su firme faceta euroescépticas y por no saber callar en sus intervenciones públicas. El viernes 7 recibió, aliviado, una buena noticia: un alto tribunal resolvió desestimar la acusación de “conducta impropia de un cargo público” por mentir durante la campaña del Brexit. Así, el preferido de Trump, no tendrá que comparecer ante la justicia y asegurar que no se comportó de “manera impropia y deshonesta” cuando afirmaba que la salida de la Unión Europea permitiría al United Kingdom (UK) ahorrarse 350 millones de libras esterlinas semanales (cantidad negada por la institución oficial de estadística británica).
El equipo jurídico de Johnson considera que la solicitud para que el político se apersonara ante un tribunal estaba motivado por “razones políticas” y que fue presentada por una compañía limitada –“Brexit Justice Limited“–, que es “producto de una campaña para socavar el resultado del referendo del Brexit y/o para evitar sus consecuencias”. Por lo tanto, el excéntrico ex alcalde de la capital inglesa ahora tiene completamente vía libre para unas primarias determinadas por una fecha clave: el 31 de octubre, que es cuando termina la segunda prórroga del Brexit concedida por los Veintisiete de la UE. Los aspirantes más euroescépticos a suceder a May –que cuando se redactaba este reportaje tenían que haberse registrado como tales, la fecha límite era el lunes 10 de junio –incluido el propio Johnson–, aseguran que para entonces el país debe haber abandonado la UE, con o sin pacto.
Otro de los tres favoritos para suceder en el puesto a May, es Michael Gove, titular del ministerio del Medio Ambiente, que anteriormente intentó hacerse con el liderazgo del Partido Conservador y falló. Lo hizo además traicionando a su “amigo” Boris Johnson, intentó que hasta la fecha aún no le perdonan parte de las bases “tories”. Al último, pero no menos importante, es Jeremy Hunt, que aún se desempeña como titular de Relaciones Exteriores, y que empezó el proceso del Brexit en la permanencia y ahora se le conoce por dar algunos de malos discursos más apasionados a favor de la separación con la UE.
La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea es un tema que no se ha resuelto y que mantiene una incertidumbre en el viejo continente.
Suceda lo que suceda, lo cierto es que, a pesar de que pronto haya nuevo residente en el número 10 de Downing Street, la aritmética de la Cámara de los Comunes seguirá siendo la misma. En definitiva, una Cámara donde el partido gobernante no cuenta con mayorías, y donde sus “señorías” han rechazado ya hasta en tres ocasiones el acuerdo de retirada que Bruselas se niega ahora a renegociar. En tales circunstancias, cada vez toma más peso la posibilidad de elecciones generales anticipadas. El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn –cantado amigo del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, invitado a la toma de posesión del tabasqueño e incluso fue huésped en “La Chingada”, el rancho del creador de la 4a. Transformación en Palenque, Chiapas, junto con Miguel Ángel Revilla, el economista presidente de la Comunidad Autónoma de Cantabria, España–, pidió comicios de nueva cuenta el viernes 7 de junio para que sea el pueblo “quien decida sobre el futuro del país”. El líder de la oposición laborista subrayó: “el siguiente primer ministro de la Gran Bretaña no debería ser elegido por un puñado de afiliados ‘tories’ no representantivos”.
En estas circunstancias, ¿qué ocurrirá con el Brexit después de Theresa May? Glen M. Duerr, catedrático de relaciones internacionales en la Universidad de Cedaville explica: “(Después del fracaso de Theresa May) existe una clara división entre el Parlamento y las calles: aproximadamente 550 de los 650 diputados en la Cámara de los Comunes apoyan la permanencia en la UE, mientras que el 52% de las personas votaron por el divorcio en el referéndum de 2016. La principal razón por la que el acuerdo se convierte en algo imposible”. “La mayoría de las miradas se centran en Boris Johnson, quien ha obtenido un gran apoyo gracias a su postura sobre el Brexit y el respaldo de Trump. ¿Su problema? Es bastante propenso a los errores. Mi predicción, sin embargo, es el actual ministro del Interior, Sajid Javid… como hijo de un inmigrante paquistaní de clase trabajadora, entiende los problemas de la clase media de una manera que muchos de sus compañeros conservadores no pueden… El futuro del Brexit realmente depende de quién se convertirá en el próximo primer ministro británico y de lo que éste planee hacer durante el próximo año”.
En fin, aunque no todo mundo se interesa por la suerte de la Gran Bretaña, lo deseable sería que el Brexit no sea el camino a un desastre económico sino a un futuro prometedor. El optimismo siempre antes que el pesimismo. ¡Ojalá! VALE.