Andamos como andamos, porque somos como somos.
Filósofo de Güemez

Aunque han sido evidentes los desaciertos de la Secretaría de Hacienda a la hora de implementar las órdenes de ajustar, recortar y reorientar el presupuesto del sector salud para que cumpla con los objetivos de la Cuarta Transformación, no puede uno negar que el Presidente Andrés Manuel López Obrador se ganó el derecho a llevar a cabo eso que llama “un cambio de régimen”.

Sin embargo, me entristece que los reclamos por el costo en sufrimiento humano que tienen las carencias en clínicas y hospitales del sector salud, al calor de un debate que no lo es, porque una de las partes está en la negación: “no es cierto, son inventos”.

Me entristece que, al calor del debate por el desabasto de medicamentos, de equipo y material de curación, los partidarios del gobierno lopezobradorista, desde Palacio Nacional hasta las distintas expresiones de su partido Morena, se nieguen a reconocer los brutales daños colaterales que significa el cambio de régimen.

Me entristece que las tragedias humanas de cirugías pospuestas, de estudios postergados hasta sabe Dios cuando y, no pocas veces, dolores y hasta fallecimientos sean consideradas como costos necesarios. “Usted perdone las molestias que esto le ocasiona”, dicen en Palacio.

Más me entristece cuando que estas pequeñas tragedias individuales son vistas como “anecdóticas” por los acérrimos defensores del gobierno lopezobradorista.

A la riña por la austeridad en el sector salud, se le suma la indignación de muchos, la racionalización de otros y la ambivalencia de los “bleeding hearts” ante el secuestro por varias horas de soldados por una turba en la cual quienes dirigían eran los bandoleros que horas antes habían sido despojados de sus armas en enfrentamientos con otras fuerzas del Ejército.

Me entristeció que, desde el Poder, con tal de que no les digan “represores”, expongan a los soldados al escarnio y a vejaciones humillantes por los envalentonados bandoleros.

“La otra opción hubiera sido disparar”, alegan. Dos hipótesis. Mal si no los prepararon para enfrentar a las turbas. Peor si no contaban con la información de inteligencia que permitiera saber a que se enfrentarían el llegar a La Huacana.

En ambos casos no es culpa de los soldados. Es culpa de sus mandos.

Me entristece más ver que por el burgués “qué dirán”, los mandos civiles permitan que los soldados de México sean vejados y humillados por turbas cómplices de bandoleros.

Cuidado, si por los prejuicios de los mandos civiles se desmoralizan militares y policías, fracasará el esfuerzo de la Cuarta Transformación para aplicar su solución integral contra el crimen.

Y, tristemente, ooootra vez, estaremos indefensos.

jfonseca@cafepolitico.com