El acelerado e incontrolable crecimiento de la contaminación en las grandes urbes densamente pobladas, ha hecho que la comunidad científica ahonde sus esfuerzos para encontrar las causas y orígenes que provocan este fenómeno y, en su momento, sugerir soluciones para aminorar la polución del medio ambiente que afecta la salud de la población. Pero en esa labor de investigación han llegado a descubrir nuevos elementos que también producen afectaciones negativas muy serias al ambiente que no estaban consideradas como contaminantes. Es el caso que comentaremos en esta ocasión.

El biólogo Francisco Zúñiga, del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer recientemente que la contaminación que respiramos los habitantes de la Ciudad de México no sólo está en la atmósfera: “el polvo que se acumula en las banquetas, calles, bardas y ventanas de la capital es muy peligroso porque tiene altas concentraciones de plomo y vanadio, que son metales pesados que pueden causar cáncer y otras enfermedades respiratorias”.

Después de dos años de investigación en los que levantó y estudió 500 muestras de polvo urbano en las alcaldías capitalinas, el científico universitario llegó a resultados innovadores. Por ejemplo, las zonas donde no se barren las calles ni se lavan las banquetas son un peligro para las personas por el plomo que contiene el polvo acumulado que proviene del tránsito vehicular y la industria. “Es un peligro especialmente para los niños, pues por su estatura están más cerca del suelo y respiran más rápido que los adultos, y a veces, hasta comen en el suelo”.

Las muestras que estudió le permitieron ver diferencias por zonas. Las alcaldías más contaminadas por altas concentraciones de metales pesados en el polvo son Benito Juárez, Azcapotzalco, Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza.

Aclara el investigador que aunque existen lugares donde hay mucho polvo urbano, éste no se encuentra tan contaminado, como es el caso de la demarcación Iztapalapa, que es la alcaldía más polvosa, pero no la más contaminada.

Su revelador estudio señala que el norte y centro de la Ciudad de México presentan polvo urbano con más concentraciones  de plomo y vanadio, mientras que el polvo que se acumula en Coyoacán, Tláhuac, Xochimilco, Tlalpan y La Magdalena Contreras tiene menos concentraciones de esos metales pesados y muy dañinos para las salud.

El doctor en ecología y ciencias ambientales, Francisco Zúñiga, indica que hoy se habla mucho de la calidad del aire de la capital del país, pero el monitoreo de la atmósfera  está a cuatro metros de altura y aunque sí perjudica a los ciudadanos, es más peligroso el polvo. Ante esta situación, el investigador sugiere que el gobierno capitalino se haga cargo de la limpieza de las calles, como lo hace actualmente y que los vecinos laven las banquetas y paredes de sus casas.

Como vemos, la contaminación atmosférica que padecemos en las grandes urbes tal parece un monstruo de varias cabezas. Gracias a estudios como este se saben detalles que a los ojos de la generalidad parecieran sin riesgo alguno. Entonces, debemos apoyar la investigación que se desarrolla en las instituciones educativas mexicanas y seguir las indicaciones que sugieran los especialistas. Dar la lucha a la contaminación atmosférica requiere de la participación de todos los sectores sin regatear esfuerzos.

El autor es Secretario General del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México.