La relación bilateral con los Estados Unidos, desde siempre ha sido difícil, complicada, ardua, cuesta arriba, en muchas ocasiones desde posiciones de debilidad que en no pocas veces conseguíamos equilibrar con base en la fortaleza que nos daba el respeto obtenido en los Organismos multilaterales. El respeto a México de la comunidad internacional, obedecía a una diplomacia fincada en valores y principios, mismo que en las últimas dos décadas, fuimos abandonando por un opaco pragmatismo que hoy, nos tiene a merced de los caprichos unipersonales del actual inquilino de la Casa Blanca.
El más reciente desencuentro de la era Trump, preocupa en tanto que, si bien es cierto, que el actual Secretario de Relaciones Exteriores nos ha asegurado que no se perdió la dignidad; los “twitazos” del presidente estadounidense de que existen otros acuerdos que en su momento hará públicos y los compromisos adquiridos en materia migratoria, solo indican que se cedió a las presiones de nuestro vecino. Se admitió enturbiar una negociación comercial con un tema político y, a cambio, regresamos con solo una promesa vacía de no aplicabilidad de aranceles por el momento, si y solo si, hacemos bien la tarea encomendada, de control de flujos migratorios.
Aceptando sin conceder, que tuvimos que hacerlo para evitar un colapso económico en el corto plazo, razonando con el mismo pragmatismo que negociamos, cuanto tiempo sin aranceles obtuvimos, porque descarnadamente y sin florituras retoricas, lo único que conseguimos fue tiempo. Y poco han de vivir, quienes no testimonien que por el próximo proceso electoral Trump, volverá a amagar con la misma y algunas otras amenazas a nuestro país.
Ahora bien, tenemos que detener los flujos de migrantes en nuestra frontera sur, abandonando los ejes rectores de nuestra política pública en la materia e inaugurando, de esta ignominiosa manera, las tareas de la recién creada Guardia Nacional, ¿y será esa la función para la que fue concebida? desde luego que no, y peor aún cuanto costara su desplazamiento y ¿de qué tamaño será el gasto público para realizar esta ingrata tarea?, que adicionalmente tendremos que prever que será por largo tiempo. La adecuada realización de la tarea, adicionalmente será evaluada “diariamente” por el gobierno estadounidense.
Lo anterior, palidece, cuando además de las presiones al gasto público, entramos a las consideraciones de respeto a Derechos Humanos, de acatamiento de Tratados Internacionales y del propio Derecho Internacional Humanitario. Los flujos de migrantes serán contenidos con medidas punitivas, desde impedir el ingreso al territorio nacional, detener a quienes hubiesen ingresado ilegalmente, entre ellos mujeres y niños. La realidad es que estamos totalmente rebasados en capacidad en los centros de detención migratoria, que hemos afrontado violencia por parte de los migrantes, tanto en los puntos de ingreso fronterizos, como en los sitios de detención.
Y en estos momentos tenemos ya serios problemas con los migrantes que se han instalado en las ciudades fronterizas del norte de nuestro país e intentan cruzar a territorio estadounidense. Cual será nuestra respuesta a la creciente población de extranjeros que demandan mínimamente alimentos, y albergue. Por si fuera poco, aceptamos que aquellos migrantes que deporte Estados Unidos, en tanto se revisa en aquel país su solicitud de asilo, los atenderíamos en México proporcionándoles empleo, alimentación, vivienda, educación y servicios hospitalarios. La figura de derecho internacional de tercer país solicitante, aunque la SRE lo ha negado.
Como decía líneas arriba, adicionalmente a las presiones de gasto público, hay otras interrogantes. Que vamos a hacer, los vamos a Integrar en nuestras poblaciones. O los vamos a tener en campos especiales o centros de detención provisional. Son más las dudas que las respuestas. Pero como dice el refrán, hay que dar tiempo al tiempo.