Acabamos de pasar una de las contingencias por contaminación ambiental más agresivas que hemos padecido en las últimas décadas en la Zona Metropolitana del Valle de México, que afectó también a entidades circunvecinas. Según estimaciones de especialistas, este tipo de fenómenos serán recurrentes y cada vez más agresivos para la salud de millones de mexicanos, si no se adopta de inmediato el uso de energías renovables. Esa es la recomendación de los científicos y administradores urbanos de países respetuosos del medio ambiente y preocupados por el Calentamiento Global. Pero en nuestro país, el problema fundamental para acceder a este cambio proviene del propio gobierno federal.

El presidente López Obrador ha cerrado toda posibilidad de que México opte por la utilización de este tipo de energías y, por el contrario, ha anclado proyectos magnos en su programa de gobierno basados precisamente en el carbón y petróleo que son los elementos más agresivos para el ambiente.

Esa necedad del jefe del Ejecutivo abre un panorama desolador para las condiciones relacionadas con la contaminación atmosférica y el hábitat natural en nuestro territorio. Actualmente, el 75 por ciento de toda la producción nacional de energía eléctrica proviene del gas, carbón y petróleo, mientras que sólo un 17 por ciento proviene de las energías limpias. De continuar esta tendencia, para la mitad del presente siglo las consecuencias económicas, sociales y ambientales serán gigantescas para la nación. Sin embargo, para el presidente López Obrador esto es irrelevante, tal vez porque él tiene sus propios números.

Al contrario de lo que se piensa, la producción de energías renovables es totalmente posible, por lo que el paso para su utilización no representa ningún obstáculo, pero sin voluntad política ni compromiso por la salud de las personas ni la del medio ambiente, por desgracia nada se puede lograr.

Tan sólo hablando de la energía solar, México se localiza en una región privilegiada en cuanto a recursos solares, debido a que diariamente recibe un promedio de 5.5 kilovatios hora sobre metro cuadrado de radiación solar y en el noroeste del territorio se alcanza un potencial mayor de aproximadamente 8 kilovatios hora sobre metro cuadrado en primavera y verano. Según especialistas, el territorio mexicano recibe 1.2 mayor radiación que China y tiene un potencial de energía solar cuatro veces mayor que Estados Unidos. Los desiertos de Baja California, Sonora, Coahuila son las mejores regiones para aprovechar la energía solar.

Ahora bien, en cuanto a energía eólica (a la fecha la más utilizada de las renovables en México), la capacidad instalada en parques eólicos alcanzó los cuatro mil megawatts, pero según especialistas en la materia, existe un potencial nacional de más de 40 mil de estas unidades que deben ser aprovechados. El estado de Oaxaca se ha distinguido por ser la entidad mayormente generadora de este tipo de energía, especialmente en el Istmo de Tehuantepec, pero se ha extendido la generación en otros estados como Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí y Querétaro. Sin embargo, no es suficiente esta cobertura y se requiere mayor apoyo federal para instrumentar programas más amplios de explotación de energía eólica, la cual es muy barata y genera fuentes de trabajo y desarrollo en las comunidades.

Cabe mencionar que existen casos muy exitosos de países de nuestro continente que han optado por la utilización de energías renovables. Uno de los principales ejemplos es Costa Rica. Casi 100 por ciento de la energía eléctrica que produce es mediante fuentes renovables. Asimismo, en materia ambiental, es de admirarse que sus bosques, en vez de disminuir, como en la gran mayoría de las naciones, están en aumento. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció las políticas que el gobierno actual de Costa Rica ha aplicado para hacer realidad su decisión de dejar de emitir, por completo, carbono para el año 2021 y que colocarían a esa nación como el primer lugar a nivel mundial en la lucha contra el cambio climático. La verdad, que envidia y, a la par, que impotencia nos causa saber que los mexicanos no podamos acceder a esta realidad.

Como vemos, el panorama es óptimo para que México dé la transición a la utilización de energías renovables, principalmente la solar y la eólica, pero el gobierno de la Cuarta Transformación va en sentido totalmente contrario. Está empecinado en seguir dependiendo de los combustibles fósiles que son altamente dañinos al medio ambiente y la salud pública.

No hay argumentos científicos, ni razones técnicas ni mucho sentido común en donde base ese capricho el presidente López Obrador. Los focos rojos se encendieron con la última contingencia que envolvió a muchas ciudades mexicanas en una nube altamente tóxica. Pero no fue suficiente para iniciar el proceso al uso de energías renovables. Todos pagaremos la factura que nos dejará esta actitud irracional del gobierno federal y su titular, que lo único que le importa es perpetuarse en el poder.