La caótica vida de Nada Kadic (The Chaotic Life of Nada Kadic, México-Bosnia y Herzegovina, 2018) de Marta Hernaiz Pidal.
La realizadora mexicana Marta Hernaiz Pidal, tuvo que cambiar la idea original y reescribir el guión, en colaboración con Aida Hadzibegovic, quien se interpreta a sí misma, con el nombre de Nada (Esperanza). Se trataba de exponer la vida cotidiana y normal de una madre soltera. La historia se complicó al descubrirse del autismo de Hava Dombic, hija de Aida. El resultado fue un realista y profundo drama psicológico, en forma de documental dirigido, sobre las relaciones entre madre-hija, llenas de ternura y amor, por parte de la madre, dentro de un país, todavía con carencias en lo relativo a la asistencia social, debido a la pasada guerra. Cabe destacar la importante colaboración del mexicano Jorge Bolado, tras las cámaras, al aportar sus conocimientos técnicos y artísticos, consiguiendo una muy especial forma al relato, con momentos poéticos y metafóricos, incluyendo lo que la realizadora ha denominado el sentido de la elipsis u omisión de imágenes para dar a entender una transición temporal.

Largo viaje hacia la noche (Di giu zui hou de ye wan, China-Francia, 2018) de Bi Gan.
El joven realizador chino Bi Gan, escribe poesía y guiones, ejerciendo también la fotografía. Antes de Largo viaje hacia la noche, realizó Kaili Blues (Lu bian ye can, China, 1915). En las dos películas ahonda en la memoria y los sueños, como un espacio libre de reglas y convenciones lógico-temporales ortodoxas, para dar paso a un estado mental disperso e íntimo. A lo largo la proyección, en la que se combinan tomas y secuencias “normales” y en tercera dimensión, nos involucra en un realismo a lo cine negro, con voz fuera de cuadro del protagonista principal, Luo Hongwu, interpretado por Huang Jue, una especie de investigador que busca, en la ciudad de Kaili, a una amante perdida, Wan Qiwen/Kaizhen, interpretada por Tan Wei. De las atmósferas del género negro, pasa a las atmósferas del género poético que duran la mayor parte de la película. Cabe destacar que las referencias literarias y cinematográficas, son evidentes, como la del vaso que cae movido por la vibración de un tren que remite a Stalker (Unión Soviética, 1979) del realizador Andréi Tarkovski.

Manta Ray, los espíritus ausentes (Kraben rahu, Tailandia-Francia-China, 2018) de Phuttiphong Aroonpheng.
De Tailandia ha llegado una película de un realizador con un nombre casi impronunciable: Phuttiphong Aroonpheng. Apoyado por sus colaboradores, nos envuelve en un universo de pretendidas imágenes poéticas que tienen cierto valor estético, si consideramos que fueron pocos los recursos que se invirtieron en la producción. La historia trata un tema universal: La amistad, surgida entre dos hombres, uno de los cuales es mudo y el otro pescador que lo salva de morir, al encontrarlo herido, en una playa fangosa. La relación de amistad se va acentuado al grado que la desaparición del pescador deja en el mudo un vacío existencial que será llenado por la adopción de los rituales que el desaparecido practicaba, en su soledad y después de haber sido abandonado por su mujer. Cabe destacar que la aparición de la mujer del desaparecido y la reaparición del pescador conduce a una confusa solución de hechos que dan a la supuesta simbiosis entre los dos hombres un sentido misterioso, al encontrase en el océano como dos mantarrayas amigas. Una extraña historia de cine emergente, como lo es sin duda el tailandés.

Tarde para morir joven (Chile-Brasil-Argentina-Países Bajos-Katar, 2018) de Dominga Sotomayor
Inicio de la década de los 90s del siglo XX. Los chilenos al fin se liberan de la dictadura fascista. Concluye el ciclo escolar. Vacaciones de verano. Un grupo de familias de clase acomodada se dirige hacia las montañas a disfrutar una convivencia comunal que dará como resultado una serie de despertares transicionales hacia la madurez emocional, principalmente, el despertar sexual de una chica llamada Sofía (Demian Hernández) que se enfrenta a su familia, a sus amigos y a ella misma, en la búsqueda de la libertad individual y social. La realizadora chilena Dominga Sotomayor nos sorprende con una serena reflexión narrativa en la que la alegoría sobre la libertad se nos muestra a través de una perra perdida, buscada y recuperada por otra niña de esa misma comunidad, a la que deja en libertad, en medio de un incendio inesperado que obliga a la solidaridad de todos los miembros. Cabe destacar que Dominga Sotomayor posee una maestría en dirección cinematográfica, en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña y, antes de iniciar esta empresa, ya había realizado varios cortometrajes y dos largometrajes.

Diamantino (Portugal-Francia-Brasil, 20189 de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt.
A los realizadores norteamericanos Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt se les ocurrió escribir un guión, inspirados en la “personalidad” de Cristiano Ronaldo, famosa
estrella portuguesa del fútbol mundial, y el resultado fue una triste y divertida comedia, entre fábula fantástica (los perros fantasmales que le impiden al futbolista llevar a su equipo de fútbol a ganar la Copa del Mundo) y sátira política, en la que las más increíbles relaciones familiares, amorosas y “científicas” (ciencia ficción), al punto del absurdo, se conjuntan para que, como es consabido, en cines como el portugués y el brasileño, el personaje Diamentino supere todos los obstáculos traumáticos individuales, al encontrar el amor, jamás sentido, al enredarse inocentemente con una bella mujer de color que ni es portuguesa, ni es de Mosambique, sino de Cabo Verde y que, para colmo, trabaja en el Servicio Secreto, haciéndose pasar por un niño inmigrante, adoptado por nuestro héroe, que lo investiga por lavado de dinero, con otra mujer policía de la que es amante. Cabe destacar que el humor y el bello final convencional salvan el relato del naufragio.

Salvaje (Sauvage, Francia, 2018) de Camille Vidal-Naquet.
Y si de finales bellos y convencionales se trata, para transmitir una sentimiento de alivio a la desesperanza que se va apoderando del espectador, después de soportar una película en la que impera la crudeza y el cruel realismo, en un submundo de sexo orgiástico, alcohol y drogas, sin salida más que la muerte, de un joven prostituto, llamado Léo, interpretado por el joven actor Félix Maritaud, que vende su cuerpo a cuanto homosexual se lo pida, a cambio de uno cuantos billetes, vean Salvaje, del realizador francés Camille Vidal-Naquet. El realismo es tan directo que se hace repugnante, al punto en que las escenas sexuales ocurren sin tapujos, ya sea que el personaje las haga con un par de sádicos, un corrompido marica burgués o viejos perversos. Cabe destacar que las tomas con cámara en mano le dan a las locaciones dónde se filmó atmósferas sórdidas, sean noches en parques dónde se negocian los acuerdos, antros de ligue, cuartos de hotel, acentuando la opresión en que viven esos seres marginales que tienen doble vida y sin ningún futuro por delante a menos que… La esperanza se presenta como mera ilusión.

Adam (Alemania-Islandia-Estados Unidos-México, 2018) de María Sólrún.
Sin guión previo, manera, literaria y técnica, clásica de estructurar la narrativa de imágenes en movimiento, sean para el cine o la televisión, la realizadora islandesa María Sólrúm de la que se nos dice que es una estupenda guionista, recurrió a la ayuda de su hijo (Magnús Mariuson), en la vida real, para que representara a un joven con problemas para oír y, por lo tanto, con problemas para poder hablar (Adam), a los que se añaden los problemas existenciales que debe enfrentar para superar su soledad y la necesidad de cuidar a su madre enferma de alcoholismo terminal. Enfrentado al dilema de practicar la eutanasia (prohibida en Alemania), para cumplirle la promesa a su madre de ayudarla a morir si algo le sucediera, y el suicidio, ante una vida sin esperanza, el joven acepta el reto, cayendo en dudas, no sin dificultades existenciales, apoyado por el amor de una chica que aparece en su camino. Cabe destacar que el drama moral es deprimente y mantiene una perspectiva de posible superación de las dificultades que se presentan en la vida, por muy insalvables que sean.


