Se acerca el primer aniversario de constituirse la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión y desde nuestra trinchera, podemos enumerar las Reformas Constitucionales, Leyes Secundarias, Reglamentos, nombramientos e incluso la creación de la Guardia Nacional, pero sin lugar a dudas, las acciones y formas que ha alcanzado el concepto de Cuarta Transformación, ahora son parte de la legalidad de nuestro país.

Sin embargo, el cambio que busca el presidente Andrés Manuel es mucho más profundo, y no se logra con el simple hecho de modificar la constitución en todas sus aristas; es un cambio gradual, e incluso doloroso.

La frase “el que no transa, no avanza” está enraizada en la forma de ser de nuestros paisanos. La corrupción ha quedado evidenciada y ha marcado la deplorable economía mexicana y sus efectos directos: pobreza en todos sus sentidos. La respuesta del presidente ha sido la puesta en marcha del combate directo a la corrupción como bandera para cambiar radicalmente el ejercicio de la política y en particular del presupuesto público.

Bajo este esquema, se habla de un desmantelamiento del aparato burocrático que dejó la anterior administración para hacer frente a la corrupción y sanear a las instituciones; sin embargo, la estrategia ha acarreado una serie de acontecimientos que afectan a la política y a la economía nacional. Se están desmantelando instituciones corruptas, y pareciera que no existe una estrategia ni una estructura que logre sostener los programas y las “válvulas de escape” de administraciones anteriores.

Los programas, supuestamente, sociales que implementó el gobierno anterior, fueron diseñados para impulsar la dependencia de los beneficiarios al gobierno y así garantizar la continuidad del régimen a través del voto. Un esquema tirano cuyo medio fue reproducir la pobreza para hacer dependiente al beneficiario de los programas sociales y detonar un círculo vicioso de pobreza-dependencia; su único fin: mantener a la clase dominante en el poder.

En los últimos meses, se han recortado los recursos instituciones donde fue evidente su desvío, el uso clientelar de los programas, el cobro de cuotas y moches por autorizar proyectos, lo que detonó el surgimiento de supuestas voces críticas que denuncia y condenan el desmantelamiento del aparato burocrático y la supuesta caída de la economía.

Es incompatible la idea de hacer programas para que solamente crezca la economía y en consecuencia se termine con la pobreza. La cuarta transformación contempla una estrategia integral que involucra el cambio de mentalidad porque ¿de qué sirve un pueblo con mejores ingresos y un supuesto mejor nivel de vida en términos materiales, si en el plano moral y de valores, se repiten los mismos esquemas de corrupción? Es decir, necesitamos que el desarrollo económico llegue a la par de un cambio de mentalidad desde la raíz: dejar de pensar que sólo a través de transar, el pueblo va a avanzar.

En realidad, sí estamos hablando de un paulatino desmantelamiento del viejo aparato burocrático costoso, poco eficiente y sumido en la corrupción. La cuarta transformación ha sido calificada como un juego porque sus efectos reales positivos no se perciben de inmediato. El cambio de modelo sólo será posible si hay una conjunción armónica entre sociedad, iniciativa privada y gobierno siempre bajo un esquema de respeto, honestidad y equidad.

 @NarroJose