Al grito de oxi, deja su cargo el ahora ex primer ministro Alexis Tsipras. La palabra oxi (no en griego) da paso al nuevo líder de Grecia, Kyriakos Mitsotakis. En tanto Tsipras dice irse con la cabeza en alto, “hace cuatro años nos encargamos de un país al borde de la quiebra. Hoy dejamos un país libre de rescates, en crecimiento y con reservas en sus cajas, con el interés de la deuda al mínimo histórico”.

La mayoría fue para Kyriakos Mitsotakis, líder de la conservadora Nueva Democracia que consiguió algo más del 39 por ciento y 158 escaños sobre los 300 de la Cámara, mientras que Syriza partido del saliente Alexis Tsipras, superó el 31 por ciento, quedándose con 86 escaños, seguidos de lejos por el partido de centro Kinal, sucesor del histórico Pasok, (socialdemócrata), que rozó el 8 por ciento.

El Partido Comunista de Grecia (KKE) obtuvo un 5.3 por ciento, Solución Griega, un 3.7 por ciento y el partido MeRA25 (del ex primer ministro Yanis Varufakis), se quedó con un 3.4 por ciento.

La derrota de Tsipras trajo  como consecuencia el regreso de la dinastía de los Mitsotakis que junto a los Papandreu (socialistas) y los Karamanlis (conservadores) han coptado los principales puestos del poder desde la vuelta de la democracia al país.

Pero Mitsotakis no puede prometer grandes mejoras. Su programa, basado casi en exclusiva en recortes de impuestos –precisamente una de las grandes peticiones de la clase media– y en privatizaciones, no permite ilusiones, y su éxito electoral es más un voto anti Tsipras que mérito suyo.

Grecia es uno de los países con los sueldos más bajos de la eurozona, los alimentos griegos son un 5.2 por ciento más caros que la media europea, indica Eurostat. El precio de la conexión a Internet, es un 50 por ciento más caro que la media del resto de los países. Las familias y los negocios hacen lo que pueden para mantenerse a flote.

Los servicios públicos funcionan a duras penas a pesar de los elevados impuestos y los pensionados y funcionarios  han visto reducida a la mínima expresión su retribución.

Esta situación hacen que el balance que deja Tsipras sea negativo: terminó con el sistema de red empresarial-político, con el tráfico de influencias con los grandes grupos y los grandes medios, y se confeccionó un traje a su medida: un grupo con su propia gente.

Pero por otra parte, el gobierno de Tsipras puede argüir notables logros económicos obtenidos a lo largo de los últimos años, y que han sido valoradas por distintas instituciones financieras.

 

Quién es Alexis Tsipras

Alexis Tsipras sabía que su mandato no iba a ser fácil. Forjado en las juventudes comunistas, la carrera de este político comenzó en 2006. Dos años después fue elegido líder de Syriza, entonces una coalición formada por 13 grupos de izquierda radical, y en 2008 entró en el Parlamento como diputado, pasando a dirigir el grupo parlamentario de Syriza.

Un año después de ser elegido diputado en el Parlamento, Grecia solicitaba el primer rescate. Los acreedores (los países miembros de la zona euro y el FMI) aprobaron prestar a Grecia 11 mil millones de euros a cambio de que los gobernantes griegos se comprometieran a implementar un programa de ajuste económico sin precedentes en la historia.

Hasta ese momento la critica incendiaria de Syriza hacia la troika ( grupo formado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) y la oligarquía griega así como sus diatribas contra el capital y el imperialismo financiero habían suscitado, salvo algunas excepciones, indiferencia o desprecio.

Cuando Tsipras, un ingeniero en electrónica, proclamó eufórico su triunfo en enero de 2015 y anunció la esperanza y la recuperación de la soberanía nacional para Grecia, nunca se imaginó que en apenas unos meses esa esperanza dependería de recibir 86 mil millones de euros a cambio de aprobar un nuevo programa de ajuste propuesto por los mismos acreedores que tanto había despreciado.

En este marasmo de operaciones y complejos ajustes financieros resumimos que de 2010 hasta 2015, arrecia una de las crisis económicas mundiales más importantes del siglo XX, la Unión Europea se encuentra en peligro de derrumbarse y se enfrenta una situación geopolítica cada vez más conflictiva.

En ese marco, Syriza llega al gobierno heleno a fines de enero de 2015 con la promesa de terminar con los planes de austeridad firmados por sus predecesores del PASOK y Nueva Democracia con los acreedores representados por la troika.

La aplicación de estos planes durante los últimos cinco años dejó en la ruina al pueblo griego con un desempleo del 27 por ciento ( que alcanza al 60 por ciento de los jóvenes) para pagar una gran deuda que ha perseguido al pueblo griego por largo tiempo.

 

Tragedia griega

El crecimiento de la deuda pública griega que comenzó en los años ochenta se debió al pago de tipos de interés muy altos a los acreedores, un excesivo gasto militar, pérdida de ingresos fiscales por flujos ilícitos de capital, la recapitalización estatal de los bancos privados y los desequilibrios internacionales creados en el diseño de la eurozona.

La incertidumbre sobre la capacidad del país para cumplir con sus obligaciones de deuda, se incrementó luego de revelarse que los datos sobre los niveles de deuda pública y déficit presupuestario se habían declarado de modo inexacto por el gobierno griego en el año 2000 –antes de ingresar a la zona euro en 2001– con la complicidad del banco Goldman Sachs, que promovió transacciones swap para que el gobierno ocultara miles de millones de euros en deuda a las autoridades europeas.

En la década en la que Grecia es acusada de ocultar información sobre su profunda crisis estuvo gobernada por Costas Simitis (socialista, 1996-2004), Kostas Karamanlis (centroderecha, 2004-2009) y Yorgos Papandreu (socialdemócrata, 2009- 2011). Ellos, y sus antecesores, toleraron una serie de nocivas políticas estatales y corruptelas que terminaron por explotar las arcas públicas.

 

Resurgimiento

Grecia cerró en 2018 el tercer programa de rescate recibido de la UE y del FMI y abre así una nueva etapa en la que tendrá que volver a financiarse por sí misma. Después de casi nueve años, 288 mil 700 millones de euros en préstamos –la mayor asistencia financiera en la historia–, medidas de austeridad sin precedentes y una crisis económica que puso al euro borde del precipicio, el país mediterráneo sale formalmente de la tutela de sus acreedores, pero seguirá recibiendo las visitas de la troika cada tres meses y tendrá que cumplir una rígida senda de austeridad presupuestaria durante más de cuatro años.

Grecia seguirá sujeta hasta 2022 a una estrecha vigilancia y rendirá cuentas de su situación financiera cada tres meses, en lugar de hacerlo semestralmente como ocurrió con los otros países que se acogieron a un rescate.