Pensándolo bien, para Salvador Novo la dirección del Departamento de Teatro del INBA, fue una pesadilla. Cambiar la obra de Agustín Lazo por Rosalba y los Llaveros, de Emilio Carballido, le costó la amistad de Xavier Villaurrutia, y esto ocurrió al cuarto para las doce, pues su más cercano amigo moriría unos días después.
Por algún motivo, que a estas alturas ya no recuerdo, al salir de Bellas Artes, Rafael Solana y Novo se hicieron de palabras y acabaron a golpes. Otra vez, la censura cayó sobre El gesticulador, de Rodolfo Usigli, porque se dice que la más bien confusa obra aludía al entonces Presidente Miguel Alemán. Total, por la suspensión de las representaciones, Usigli la agarró a bastonazos contra Novo, quien, como manco no era, se defendió valientemente. Por cierto, Estela Leñero recuerda que se cumplen 40 años de la muerte del que pasa por ser el mejor dramaturgo de México. Prefiero a Carballido, Solana o el mismo Novo. Usigli murió el 19 de junio de 1979. De Novo se cumple el 115 aniversario de su nacimiento el próximo 30 de julio. La actual puesta en escena de A ocho columnas vale mucho la pena.
A Novo le fascinaba la lucha libre, a tal grado que en su camioneta llevaba a los luchadores para que cumplieran sus peleas y su crónica de cómo se amotinan los espectadores y tratan de cobrar las marrullerías del Chief hasta que Novo logra que suba a la camioneta y junto con sus tres supuestos contrincantes, con Novo al volante, escapan a toda prisa. Su fascinación, tal vez, mayor por Wolf Rubinskis, cabe en este apartado porque el magnífico actor, que Novo colocó en el papel estelar de Un tranvía llamado deseo, era el, digamos, coreógrafo de las luchas de entonces.
Juan Soriano y Marek Keller
Hace más de una década, participamos en una mesa redonda mi gran amigo Miguel Capistrán, Juan Soriano y Claudio R. Delgado, el fiel asistente de Rafael Solana, quien era el motivo de alguna conmemoración. Apenas llegó Juan le pregunté por Marek y me dijo que estaba en Polonia. Sin él, me dijo, palabras más o menos, estoy perdido. Si no me ha dejado en mi agenda que hoy y a qué horas tenía que estar aquí, no hubiera venido. Yo conté que Juan era personaje de una novela de Solana y que aparecía con Lupe Marín en una fiesta en San Carlos. Por su reacción comprendí que no lo sabía y me lo confirmó su comentario: ”Eres la única que sabe de lo que estamos hablando”. Miguel había contado sobre el pleito de Solana y Novo, lo que molestó a Soriano que, camorrista que era, me pidió en voz alta: Dile a Miguel que deje de contar eso. Yo, por supuesto, me quedé callada.
En 1963 fui a ver Electra con Pina Pellicer en el teatro Sullivan. Ahora, leyendo Juan Soriano, niño de mil años de Elena Poniatowska que compré en la barata que organizó Paco Ignacio Taibo II con libros del Fondo de Cultura Económica, me entero que esa obra formaba parte del legendario grupo de Poesía en voz alta y que la dirigió Diego de Meza, el otro compañero de Soriano, antes de Marek. Le cuenta Juan a Elena que aunque la obra estuvo bien, Soriano con su escenografía, pero sobre todo con el diseño del vestuario acaparó los reflectores, y, en efecto, todavía recuerdo los coturnos y los sombreros, a pesar de que he olvidado incluso, como cuenta Juan, que actuaban dos eximias: Ofelia Guilmain y Amparo Villegas. Total que Soriano trataba de sacar de la depresión a su pareja y acabó robándole cámara.
En uno de nuestros Holas locales, aparecieron una vez en la portada Juan y Marek con el encabezado: “40 años juntos”. Bien para los derechos LGBT, pero sorprendente por el tipo de revista.
