“El acertar en el uso de las cosas depende
del conocimiento del natural de cada una”.

Francisco de Quevedo

Este 21 de agosto se cumple siglo y medio de un acto de generosidad republicana por parte del propio presidente Juárez, quien, tras la aplicación de las leyes de Reforma, determinó excluir al Convento de San Mateo Churubusco del proceso de desamortización de los bienes del clero “en virtud de los altos y heroicos servicios brindados a la Patria durante la batalla en contra del invasor norteamericano el 20 de agosto de 1847”.

Tal reconocimiento republicano, permitió transformar el viejo convento en Hospital General Para Enfermedades Contagiosas, actividad compatible con las reglas de los Dieguinos, orden franciscana que recibió esta propiedad, fundada por fray Martín de Valencia en 1580, cuyo uso fue el de espacio de retiro y preparación evangelizadora, lo que permite pensar que el primer santo mexicano, Felipe de Jesús de las Casas, debió haber pasado por dicho establecimiento entre 1589 y 1590, antes de zarpar hacia Las Filipinas.

Durante la campaña del demócrata James K. Polk a la presidencia de los Estados Unidos, el candidato “vendió” al electorado bajo la esperanza de expansión territorial a costa de México y la anexión de Texas como acto de protección de los colonos independientes de esa república sujeta a la barbarie del presidente Santa Anna y sus huestes de asesinos y bandoleros.

Aún sin declaratoria formal de guerra, el ejército yankee invadió nuestro país a principios de mayo de 1847 y para agosto ya se encontraba a las puertas de la capital, misma que un fatuo Santa Anna decidió proteger desde el Peñón Viejo, bastión militar que perdió su valor estratégico al ser escenario de los jactanciosos rituales versallescos del autócrata veracruzano, los que motivaron un cambio de estrategia militar que llevó al invasor a atacar la Ciudad por el poniente, pasando por Churubusco y el Molino del Rey.

El 20 de agosto de aquel año, la monacal fortaleza cayó tras haberse terminado el parque en su heroica defensa; al frente se encontraban los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya, cuyo coraje obligó al general Winfield Scott a arremeter por frente, retaguardia y un costado hasta que a los nacionales guarecidos en las dependencias dieguinas se les agotaron las balas.

Si la Reforma transformó el convento en hospital, la revolución cultural vasconcelista luego la transformó, en 1924, en la Escuela de Pintura al Aire Libre, dirigida por Alfredo Ramos Martínez, quien, acompañado por artistas como Ramón Alva de la Canal, Fermín Revueltas y otros, creó una institución de profunda transformación estética para la cultura nacional.

Será el 13 de septiembre de 1981 cuando el convento se transforma en Museo, recuperando así entre sus muros su rico acervo conventual y militar, lo que hoy nos permite constatar la vigencia contemporánea del pensamiento del gran Quevedo, pues a lo largo de su historia cada acierto en su uso ha dependido del profundo conocimiento de la naturaleza de lo que cada época le ha requerido.