Entrevista a Cicero Willis, director del Centro Eugenio Garza Sada

 

“En el sepelio de Eugenio Garza Sada, había mucha gente, tanta que entre la Purísima y el panteón, no caminó, lo llevaron en vilo. Jamás había visto a un pueblo entero volcado para honrar a un ser humano, Monterrey estaba desbordado”, destacó uno de los asistentes a las exequias del empresario Eugenio Garza Sada según el testimonio publicado en el diario Excélsior.

Hoy, 46 años después, la figura del empresario regiomontano se redimensiona luego de la encendida polémica provocada por el recién ex titular del Instituto Nacional de Estudios de las Revoluciones Mexicanas, Pedro Salmerón, quien calificó como “valientes jóvenes” a los miembros de la liga comunista 23 de septiembre, que lo asesinaron el 17 de septiembre de 1973.

Y es que Monterrey sigue defendiendo la figura y la trascendencia del empresario nacido en 1892, quien construyera las instalaciones de la Cruz Roja, creara el cuerpo de Bomberos y fuera fundador del TEC de Monterrey, entre muchas otras obras. Así, la Legislatura local de Nuevo León, declaró hace unos días a Salmerón como persona “non grata”.

Para el director del Centro Eugenio Garza Sada (CEGS), Cicero Willis hablar del empresario social “no es referirse a una sola persona, sino a una época, a una generación de empresarios con una fuerte vocación social, de apoyo a sus trabajadores, un periodo en que las familias gozaban de prestaciones que hoy resultan increíbles para muchos y un periodo de bonanza en la ciudad que construyó: un Monterrey moderno”.

Entrevistado vía telefónica refiere que más allá de la polémica, “en el Centro preferimos enfocarnos en rescatar su legado y ofrecerlo a las nuevas generaciones. Creemos que hoy más que nunca hay que promover la paz, la concordia, la solidaridad, nunca la división, ni la violencia. Es mejor enfocarnos en hacer cosas que generen bien en lugar de andar polemizando, haciendo crítica, creando contradicción  o controversia…”

 

Willis, acompañado por el historiador del CEGS, César Salinas, recuerdan para Siempre! la figura de don Eugenio, graduado del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) en 1914, como ingeniero civil, “pero que toda su vida ejerció como empresario. Desde 1923, año en que participó como accionista hasta 1973, fueron 50 años como empresario y con una característica especial: formó empresas, no solo administró lo que heredó de su padre que fue la cervecería Cuauhtémoc, sino que participó junto con su hermano Roberto en la creación de  más de 50 nuevas de distintos giros que se caracterizaron por ser de capital mexicano”.

Así, el hijo de Isaac Garza y Consuelo Sada, Eugenio, siempre fue un hombre sencillo y reservado, pero también de retos. Su papel central en la iniciativa privada versó en giros como cerveza, vidrio, en servicios financieros, bancarios, materiales de construcción.

“Y todo lo que aprendió en Estados Unidos lo aplicó en cada una de las empresas; revisaba que maquinarias comprar, que procesos exportar, que nuevos métodos aplicar dentro de la empresa para distribuir, para producir, para promocionar o para habilitar, todo lo fue aplicando en este modelo de negocios”, detalla el historiador.

 

”Eugenio Garza Sada, más que un empresario que defendía a ultranza el capitalismo,
era un crítico de lo que llamaba el capitalismo voraz”.

 

 

Líder humanista

El director del Centro habla sobre los ideales y los principios de don Eugenio, “era un humanista, tenía una serie de valores y era congruente con sus principios. Una de las frases destacadas que tenemos es ‘el respeto a la dignidad humana está sobre cualquier consideración económica’. Prácticamente ponía a la persona  y su florecimiento en el centro”.

Otro principio en el ámbito empresarial, apunta, es “el lucro no es renta para satisfacciones egoístas, sino instrumento de reinversión para el progreso económico y social”, es el desapego a los bienes y más bien ponerlo al servicio de la comunidad.

Asegura hay muchas más frases que connotan muchos de sus valores, principios, virtudes, pero éstas reflejan el tipo de personas que da bienestar para servir, que refleja a una persona sencilla, humilde, trabajadora, siempre orientada a buscar el desarrollo social”.

Al hablar sobre la relación que mantenía Eugenio Garza Sada con sus trabajadores, Willis recuerda que su vida ha estado ligada desde su infancia con las empresas e instituciones creadas por don Eugenio, “mi padre trabajó en la cervecería, todos mis hermanos y yo nacimos en la famosa clínica Cuauhtémoc; la primera casa que compró mi padre fue gracias a un financiamiento que tenían los trabajadores. Luego me tocó entrar a la cervecería para cumplir una carrera de 38 años y me jubilé. Fui compañero de varios gerentes, hijos de obreros, y eso para mí resulta muy valioso, porque habla de una sociedad en desarrollo, con oportunidades para formarse, para prosperar y darle oportunidad a los hijos para que tengan un nivel de vida digno a nivel de prosperidad, de ascenso y de conservar los principios y valores para también regalarlos a los demás”.

 

Empresarios sociales

César Salinas destaca que la generación de Eugenio Sada es conocida como la generación de empresarios sociales, ya que fueron hombres de negocios que encabezaron las compañías luego de la Revolución y la mayoría, con algunas excepciones, que estudiaron o trabajaron un tiempo en Estados Unidos por lo que tenían la concepción de la ciencia y tecnología al servicio de la comunidad, producir más y mejor productos a mejores precios, pero también con una postura muy diferente a sus antecesores.

“Don Eugenio nació  en 1892, dos años después de que inició la gran industria en Monterrey. Había producción, generación de riquezas pero también injusticia social, no había buen trato a los trabajadores; no había vivienda, salud, recreación, prestaciones y sí jornadas laborales muy largas y salarios muy precarios”.

Luego, apunta, “vienen los empresarios sociales que se encargan de los negocios después de la Revolución y que cambiaron o adoptaron una postura para generar justicia social por la vía pacífica, atendiendo las inquietudes integrales de nuestros colaboradores porque no les llamaban trabajadores sino colaboradores. Tienes que respetar su dignidad como persona, llegar a la empresa con inquietudes, no solo de necesidades materiales sino intelectuales, de recreación, de superación, de auto realización. Eso lo tomaron en cuenta y procuraron que sus colaboradores tuvieran este tipo de prestaciones y sobre todo una auto-realización personal”.

 

La Educación, creación del Tec de Monterrey

En opinión de Cicero Willis, Garza Sada veía la educación como el medio más potente para desarrollar la sociedad. ”Una frase contundente que tenía era ‘la educación lo puede todo’ y se le conoce mucho por la fundación del Tec, su noveno hijo como le dicen, pero también apoyó la creación y fue soporte de decenas de instituciones educativas de todo tipo incluyendo educación para personas sin recursos”.

Abunda el historiador del CEGS, “la generación de empresarios sociales son los primeros en el país en impulsar de manera organizada la educación privada, como el modelo del TEC de Monterrey, el segundo creado después de la Universidad Autónoma de Guadalajara y fue el más influyente de todos los modelos de universidad privada posteriores a 1943”.

Desde la cervecería, asevera, “veían que la industria requería cada vez más gente calificada y cualificada para atender los puestos, al principio se traían a extranjeros y luego empezaron a preparar a mexicanos. Los trabajadores empezaron a estudiar en escuelas nocturnas, pagadas por la cervecería, en la llamada Escuela Politécnica Cuauhtémoc; también les pagaban estudios por correspondencia de universidades norteamericanas y luego se crearon escuelas privadas para los hijos de los trabajadores”. También los empresarios apoyaron la creación de la Universidad de Nuevo León en 1933, la primera en el norte de México.

En 1941, le ofrecieron el proyecto de crear una universidad privada a don Eugenio –el TEC–, que lo apoya, lo subvenciona y en menos de dos años, se concreta el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

 

Relación con el poder político

La relación del empresario con el poder político, era muy respetuosa, considera el director del Centro, Cicero Willis. “Nunca se le escuchó de manera pública criticar a alguien o a alguna institución; se dedicaba más bien a trabajar en obras que generaban bien. No perdía el tiempo en debates, se ponía a trabajar y a generar valor económico y social“.

Salinas destaca que Garza Sada apoyaba los proyectos que consideraba generadores de valor social, donde buscaba el apoyo del gobierno y sabía aceptarlo como fue en el caso del TEC, que recibió apoyo gubernamental y del gobierno del estado, así como en otras iniciativas que encabezó Garza Sada, ya que sabía sumar voluntades.

Cuestionados sobre la polémica desatada por el ex director del Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas respecto de los asesinos de Garza Sada, Willis destaca “nosotros preferimos enfocarnos en rescatar su legado y ofrecerlo a las nuevas generaciones para los nuevos líderes que están emergiendo.

“Hoy mas que nunca hay que promover la paz, la concordia, la solidaridad, nunca la división, nunca la violencia. Es mejor enfocarnos en hacer cosas que generen bien, que andar polemizando, haciendo crítica, creando contradicción  o controversia”.

Asegura que hablar de “Eugenio Garza Sada, por lo menos en Monterrey, no es referirse a una sola persona, es hablar de una época en donde se registró un crecimiento económico fuera de lo común ligado a un bienestar social singularmente alto. Esta polémica se refiere no solo a la figura de una persona sino a una época en que muchos regiomontanos, más que añorarla o recordarla nostálgicamente, nos sentimos muy orgullosos y queremos seguir promoviendo”.

Y remata: ”Eugenio Garza Sada, más que un empresario que defendía a ultranza el capitalismo, era un crítico de lo que llamaba el capitalismo voraz. Pensaba que el negocio no era solo para responder a los intereses de los accionistas sino que tenía que alcanzar a los clientes, proveedores, colaboradores, a la sociedad, a las causas que beneficiaran.

“El modelo que construyó al Monterrey moderno, que generó bienestar, es lo que muchos se han sentido ofendidos. Entendemos que la historia está continuamente replanteando situaciones pero de ninguna manera se debe utilizar para generar divisiones y señalarnos como distintos y por lo tanto contrarios y hasta enemigos. Debe servir para retomar lo que haya funcionado y dejarlo vigente, es lo que queremos hacer”, concluye Willis.