He comentado las variaciones ostensibles en la ceremonia protocolaria del Grito de Independencia. Pero a horas de ello me cambio radicalmente mi aceptación al evento, a la forma en que fue tratado el ceremonial. Hoy me parece un abuso de confianza y un engaño monumental.

A través de la transmisión oficial por televisión se nos hizo creer que no había invitados en los salones de Palacio Nacional, que había austeridad, que el tratamiento y el fondo habían cambiado, que no habría convivio posterior al Grito, pero el embajador de Estados Unidos nos entregó los testimonios que nos muestran lo que ahí ocurrió.

En las imágenes de televisión se observó a un solitario Presidente acompañado sólo por su esposa y la escolta con la bandera nacional para asomarse al balcón central de Palacio Nacional. Evitaron, con todo dolo, mostrar que junto a la pared donde se encuentran los balcones, estaban los invitados, igualitito que lo que se habia criticados de administraciones anteriores y prometieron que no ocurriría. Abajo en el patio los invitados, el glamour, las esposas y parejas, el convivio. Afuera el pueblo, adentro los fifis, si esos que también han sido reprobados por el Ejecutivo en sus mañaneras. No se dejó a un lado el lujo en el vestuario pero se trató de que no se exhibiera en los medios de comunicación.

Incluso el expresidente Fox, en redes sociales, asumió que Palacio Nacional había sido para un solo personaje, el Presidente. Pues también cayó en el engaño, pues López Obrador no estaba solito. El propio Diego Fernández de Cevallos aseguró en un noticiario de televisión que había presenciado “el mejor Grito” y aplaudió que no hubiese invitados especiales ni besamanos.

Palabras más, palabras menos, confío al público que él mismo había acudido a varias ceremonias del Grito y que “nada tenía que hacer ahí”. Pues el Jefe Diego también fue engañado y ya se enteró lo que realmente sucedió. Es lamentable el comportamiento del funcionario que ordenó que la imágenes oficiales fueran “truqueadas” para hacer creer a los asistentes al zócalo que ellos eran los únicos y los importantes.

!No hombre!, adentro estaba la crema y nata, aunque los incondicionales a AMLO hoy hasta defiendan que ahí estuviera Manuel Bartlett. Sus argumentos se agotan; critican y descalifican a quien se atreve a desnudar y hacer público el festín presidencial. Ya se les olvidó los calificativos que le atribuyeron al poblano acusándolo de tirar el sistema electoral e incluso señalando que participó en dos crímenes, el de Carlos Loret de Mola (exgobernador de Yucatán) y Manuel Buendía (periodista).

Aplaudieron que se filtrara el asunto de la millonaria Casa Blanca de Angélica Rivera, y ahora les importa poco los señalamientos del brutal e inexplicable enriquecimiento de Bartlett. Que contradicción, un invitado extranjero, y estadounidense, nos hace notar al resto de los mexicanos, el engaño del que fuimos sujetos este 15 de septiembre. Y por cierto, continúo preguntando porque no hay respuesta: ¿por qué no participó en el desfile militar el Heróico Cuerpo de Bomberos? Un desfile que por cierto se supone es militar, pero que ya presenta episodios folklóricos que imitan al de la Revolución Mexicana.