Los motines

La señora Moliner define el término motín como una agitación promovida por gente en actitud de rebeldía. (María Moliner, Diccionario de uso del español, Editorial Gredos, Madrid, 1984, tomo II, p. 464).

Don Joaquín Escriche sostenía que se trataba de “El tumulto ó levantamiento del pueblo contra sus cabezas ó jefes; –y en la antigua milicia española la tropa que desamparando sus compañías porque no les pagaban el sueldo, se reunía en cuerpo, nombraba su consejo militar y un jefe con el título de electo, y desde un lugar donde solía encerrarse, ponía en contribución los pueblos circunvecinos para mantenerse”. (Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, Editora e impresora norbajacaliforniana, Ensenada, 1974, p. 1264).

Es también una figura jurídica; se trata de un delito: “… a quienes para hacer uso de un derecho o pretextando su ejercicio o para evitar el cumplimiento de una ley, se reúnan tumultuariamente y perturben el orden público con empleo de violencia en las personas o sobre las cosas, o amenacen a la autoridad para intimidarla u obligarla a tomar alguna determinación”. Dispone el art. 131 del CPF.

 

Los cuartelazos

En Grecia y en Roma fueron frecuentes los actos de rebeldía en los ejércitos; lo mismo pasó en el imperio romano; según lo refieren Aristóteles (Política, VII (V), Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1997, pp. 204 y siguientes), Suetonio (La vida de los doce Césares, libro VII, Vitelo, Gredos, Madrid, 1882, 7 y siguientes, pp. 244 y siguientes) y Maquiavelo (De principatibus, cap. VI, pp. 101 y siguientes).

Es una sublevación militar. En España se denominan cuartelada. Los cuartelazos los organizan, preferentemente, los altos oficiales del ejército y tienen como objetivo desplazar a los titulares del poder y substituirlos por militares; frecuentemente cuentan con la complicidad de civiles.

Al parecer es un término de uso sólo en México y en algunos países de América latina; para don Francisco J. Santamaría se trata de: “Pronunciamiento de tropas que asaltan los cuarteles, como medio para derrocar al gobierno. Usadísimo. Cuartelada pretoriana. En general, movimiento subversivo o sedicioso contra un gobierno, hecho de ordinario por gente cuartelera y con el fin de tomar el poder”. (Diccionario de mejicanismos, Editorial Porrúa, s. a., México, 1974, p. 320).

En un cuartelazo, militares armados, inician una rebelión contra las autoridades constituidas o sus superiores precisamente en los inmuebles que los alojan junto con sus armas y enseres: los cuarteles. No es un cuartelazo cuando la acción se endereza contra la población civil.

Cuando han tenido éxito, sus autores y promotores tienden a neutralizar a los titulares de los poderes y autoridades civiles; frecuentemente procuran apresarlos; excepcionalmente los eliminan.

El éxito de un cuartelazo, por estar referido al desplazamiento de los poderes centrales, normalmente es pasajero: “Es muy difícil triunfar en las ciudades por un cuartelazo. Si se obtienen rápidos triunfos, pero tan efímeros que no recuerdo en estos momentos sino fracasos para los que se han alzado contra el gobierno de la Capital de la República”. (Joaquín Piña, Memorias de Victoriano Huerta, p. 28). Ese tipo de movimientos armados no confiere un poder permanente. En estados con un extenso territorio que se gobierna bajo un sistema federal, los problemas se multiplican. Los gobernadores, en papel de caciques, desconocen mediante las armas a las autoridades que derivan de un cuartelazo. El de Venustiano Carranza es un ejemplo.

En esos casos, pretender comprometer a un mayor número de militares y civiles es exponerse a una delación; de esa manera queda como opción no intentarlos o, si se intentan, aceptar de antemano la posibilidad de un fracaso.

Cuando los civiles incitan un cuartelazo y recurren a los militares para que los lleven a cabo, se pasan de ingenuos. Se exponen a ser utilizados; siempre serán desplazados por la simple razón de que, en los hechos, en esas circunstancias, nunca un militar estará sometido a un hombre desarmado: “… nada es tan débil e inestable como la aureola de poder que no se sustente en la fuerza propia”. (Maquiavelo, De principatibus, XIII, 31, p. 211). “…entre uno armado y uno desarmado no hay proporción alguna; y no es razonable que quien está armado obedezca voluntariamente a quien está desarmado, y que el desarmado este seguro entre servidores armados, porque habiendo entre unos desdén y en el otro sospecha, no es posible que juntos operen bien”. (Idem, XIV, 4, p. 221).

En lo relativo a cuartelazos es muy factible que, por más previsiones que se tomen, las cosas salgan de control para sus autores y cómplices. Félix Díaz y Manuel Mondragón, dos militares, junto con Rodolfo Reyes y a otros civiles pronto perdieron el control del movimiento armado que iniciaron. Entregaron, sin darse cuenta, el poder a Victoriano Huerta; éste se limitó a esperar el fracaso de los alzados; en su oportunidad los desprestigió, acosó y desterró (Rodolfo Reyes, De mi vida, tomo II, Biblioteca Nueva, Madrid, 1930).

Las leyes castrenses y penales castigan a sus autores y cómplices, para ello utilizan figuras como las de sedición, desacato y otras.

Por mandamiento constitucional los cuarteles, campamentos y depósitos militares deben estar fuera de las poblaciones (art. 129). Esto fue factible en 1917, en que se aprobó el precepto; no lo es en la actualidad debido al crecimiento poblacional. Éstos se hallan dentro de las ciudades y poblaciones.

Los fuertes y cuarteles están sujetos a la jurisdicción de los poderes federales (art. 132).

 

Las asonadas

Cuando menos en español se trata de protestas que se realizan violentamente que gente civil realiza contra las autoridades; en ellas no necesariamente hay violencia; si la hay, técnicamente se trataría de la figura penal de un motín.

Durante el siglo pasado se utilizó el término para hacer alusión a acciones violentas de la ciudadanía contra sus autoridades.

 

Las sublevaciones, los levantamiento, alzamientos y pronunciamientos

Las sublevaciones es negar obediencia a quien manda y disponerse a resistirle por la fuerza o a atacarle.

Los levantamientos son sublevaciones o disturbios armados; se dice que alguien se levantó en armas.

Los alzamientos son la acción de declarase en contra de las autoridades constituidas y emprender la lucha para derribarlo; a quienes intervienen en ellas se les llama alzados.

Un pronunciamiento es una especie de rebelión militar; a los que intervienen en ella se les denomina pronunciados; en el habla mexicana a ese tipo de revueltas se les llamaba pronunciamientos (Ver Francisco J. Santamaría, op. cit. p. 891).

 

Las sediciones

Es la acción de declararse en contra de las autoridades establecidas y de empezar la lucha contra ella; en español se alude a una sublevación militar (María Moliner, op. cit. tomo ii, p. 1123). En la terminología jurídica mexicana el de sedición es un delito en el que incurren los que en forma tumultuaria, sin hacer uso de armas, resistan o ataquen a la autoridad para impedir el libre ejercicio de sus funciones con el fin de abolir o reformar la constitución, reformar, destruir o impedir la integración de las instituciones, separar  impedir el desempeño de su cargo a los funcionarios públicos (Art. 130 del Código penal federal).

 

Los tumultos

Gurr define los tumultos como la “Violencia política relativamente espontánea y desorganizada, con bastante apoyo popular representado por huelgas, desórdenes, choques y rebeliones localizadas” (El porqué de las rebeliones, p. 16).

Esta figura tiene bastante parecido con los motines, algunos autores toman a ambos términos como sinónimos.