• Amenaza de los talibanes a EUA, después que Trump canceló reunión secreta

 

No es la primera vez que sucede. Las amenazas que los talibanes han lanzado en contra de Estados Unidos de América (EUA), sus mandatarios y su pueblo, son innumerables. En su generalidad han sido baladronadas, pero lo cierto es que la guerra que mantiene la Unión Americana (UA) en Afganistán es la más larga de su historia: 18 años, y el número de soldados estadounidenses muertos en la contienda, ya suman más de 2 mil 300. Amén de que el Tío Sam consume 45 mil millones de dólares anualmente en esta contienda. Datos duros.

En esta ocasión, una vez que el presidente Donald Trump suspendió, a pocas horas de realizarse, el sábado 7 de septiembre una “reunión secreta” (mantenida en esta condición incluso para colaboradores cercanos al magnate), nada menos que en Camp David, Maryland –la histórica residencia presidencial de los mandatarios estadounidenses–, con relevantes dirigentes talibanes, por un lado, y por otro, con el presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, el portavoz de la milicia islámica, Zabihullah Mujahid respondió a la cancelación en fortísimos términos: “La actitud de EUA, contraria a la paz va a ser más visible a la luz del mundo, y sus pérdidas humanas y financieras aumentarán… (por eso), continuará la yihad (guerra santa) hasta que termine la ocupación”.

 

Presidente de Afganistán, Ashraf Ghani

La guerra en Afganistán apesta por donde se quiera ver. En los días que corren es el conflicto con mayor número de víctimas mortales en el planeta, causando más muertos que los enfrentamientos armados en Libia, Siria o Yemen. En el pasado lustro los patrones de violencia han cambiado radicalmente. La mayor parte de muertos y heridos ahora son afganos –civiles, agentes de policía y soldados–, y combatientes del Talibán. El propio presidente afgano, Ashraf Ghani, informó en enero último que desde que ascendió al puesto a finales de 2014, más de 45 mil miembros . Y, en febrero de este año, la ONU dio cuenta que las muertes de civiles alcanzaron  una cifra récord en 2018. El organismo internacional reportó que en la pasada década fallecieron violentamente más de 32 mil civiles. Otros datos duros.

Como suele suceder con las inopinadas decisiones que toma el presidente Trump, en esta ocasión tampoco se sabe, bien a bien, cuál fue la razón para que suspendiera la “reunión secreta” con los líderes talibanes, aunque ahora adujo que la suspensión obedecía a que los talibanes se atribuyeron la autoría de un ataque en Kabul, una semana antes, en el que perdió la vida un soldado estadounidense y otros once de distintas nacionalidades.

El caso es que Donald Trump desde su campaña electoral anunció que buscaría la forma de terminar con la participación de EUA en Afganistán, y ya en el poder continuó con ese propósito. Los diplomáticos de la Secretaría de Estado han hecho infinidad de reuniones con los líderes talibanes durante muchos meses trabajando un plan para retirar miles de tropas norteamericanas a cambio de “garantías de seguridad” por parte de los islámicos.

De acuerdo a distintas fuentes, los negociadores de bando y bando habían logrado un borrador de acuerdo la semana pasada, borrador que podría conducir a una retirada de tropas de la “guerra más larga de EUA en su historia”. A la fecha, hay 14 mil tropas estadounidenses, y miles de otras fuerzas de la OTAN en territorio afgano, 18 años después de su invasión por una coalición encabezada por EUA a raíz de los ataques de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y otros blancos en EUA.

La suspendida reunión en Camp David no solo causó sorpresa sino indignación en las filas de los parlamentarios demócratas, pero también en el bando republicano, hasta en personajes afines a Donald Trump.

Por ejemplo, la senadora Amy Klobuchar, una de las aspirantes presidenciales demócratas que ridiculizó al residente de la Casa Blanca porque conduce la política exterior como “un espectáculo”, en tanto Adam Kinzinger, congresista republicano reprochó a Trump por invitar a “terroristas” a territorio estadounidense. Escribió en Twitter: “Los líderes de una organización terrorista que no ha renunciado al 11-S y los países del mal nunca deberían ser permitidos en nuestro gran país, NUNCA”.

Por el contrario, la también parlamentaria republicana, Liz Cheney –hija de uno de los arquitectos de la invasión estadounidense a Afganistán, el ex vicepresidente (el cuadragésimo sexto) Richard “Dick” Bruce Cheney, considerado como el “vicepresidente más poderoso en la historia del país–, felicitó al presidente por suspender las negociaciones y  manifestó: “Camp David es el lugar donde los líderes estadounidenses se reunieron para planificar nuestra respuesta después de que Al Qaeda, con apoyo de los talibanes, matara a 3 mil estadounidenses el 11-S. Ningún talibán debe poner un pie ahí jamás”.

La decisión del magnate dividió a la opinión pública de EUA. Suele provocarla. Además, no fue esta la primera ocasión que los talibanes tensan las conversaciones de paz debido a sus incesantes ataques terroristas, por lo que los especialistas aseguran que las órdenes de Trump para suspender la “reunión secreta” pudo deberse más a las dudas y la división dentro del Partido Republicano y a la administración sobre la conveniencia de firmar el principio de acuerdo pactado con la insurgencia afgana que a otro motivo.

De tal suerte, la Cámara alta, cuya mayoría es republicana, hace varios meses votó una resolución en contra de una retirada militar precipitada de Afganistán y desde círculos conservadores se anima ahora a Donald Trump a mantenerse firme y renegar del acuerdo de paz negociado por sus enviados a Kabul. Se afirma, también, que consejeros como John Bolton, recelaban del fruto de las negociaciones y consideraban como pocas las garantías de ponerlas en práctica, de ahí que el sucesor de Barack Obama tomara la iniciativa de reunirse con los principales dirigentes de los talibanes para “conseguir” un “mejor acuerdo”. Todo indica que Mike Pompeo, el Secretario de Estado, no era partidario de la idea de invitarlos a Camp David. “Fue el presidente quien tomó la decisión final”, insistió el secretario durante varias entrevistas. Según dijo, Trump precisó: “Quiero hablar con esos negociadores talibanes. Quiero mirarles a los ojos”. Las fanfarronadas usuales del magnate.

Acto seguido, Trump explicó que después que sus “invitados” admitieron su implicación en el acto terrorista que “mató a uno de nuestros grandes soldados” y a otras once personas, decidió suspender “inmediatamente la reunión y las negociaciones de paz”…”.¿Qué clase de gente mataría a tantas personas para aparentemente fortalecer su posición de negociación.? –se pregunta en su tuit–. “Así no lo han conseguido, ¡Sólo han empeorado la situación! Si no pueden acordar un alto el fuego durante estas importantes conversaciones de paz, e incluso han sido capaces de matar a 12 personas inocentes, entonces probablemente no tengan el poder necesario para negociar un acuerdo significativo”. Y finalizó con una pregunta: “¿Cuántas décadas más están dispuestos a luchar.?”

 

Según sea el bando, la verdad es que la actual situación en Afganistán es complicada. Es un escenario de guerra donde fundamentalmente las Fuerzas de Seguridad Afganas (ANSDF) y en menor medida las tropas estadounidenses –apoyadas por otros miembros de la OTAN–, en la llamada Freedom Sentinel, mantienen la presión sobre los talibanes en todo el país, mientras estos últimos no bajan el ritmo de sus ataques. Actualmente, la situación es de “punto muerto” o de “tablas” a nivel estratégico. Además, ha aumentado la importancia políticas de las elecciones presidenciales que deberían celebrarse el próximo sábado 28 del mes en curso, y cuya campaña los talibanes amenazaron con boicotear.

Como quiera verse, Afganistán se ha convertido en un callejón sin salida para EUA, con sus soldados enmarañados en una guerra civil entre los talibanes y el Gobierno de Kabul que ya dura casi dos décadas, y en el combate a los grupos terroristas como Al Qaeda o Daesh, que han convertido su terreno de prácticas las zonas montañosas del país.

Para Trump, Afganistán es el símbolo del fracaso, sobre todo porque llegó a la Presidencia con la promesa de que EUA dejara de ser “el policía del mundo” y de no inmiscuirse en conflictos como este. No lo ha conseguido. Los talibanes controlan más territorio que en cualquier momento desde 2001, y el 2018 fue el más trágico de esta guerra. A los casi 2 mil 400 soldados estadounidenses muertos, se agregan a otros 20 mil que han regresado a caso heridos. La frustración del magnate se expresa en sus propias palabras: “Mis planes para Afganistán es que si quisiera ganar esta guerra, el país sería borrado de la faz de la tierra, estaría acabado literalmente en diez días, pero no quiero hacer eso… Somos como policías. No estamos luchando en una guerra. Si quisiéramos luchar en la guerra de Afganistán y ganarla, podría hacerlo en una semana. Pero no quiero matar a diez millones de personas”.

Sí, para EUA, Afganistán es un “callejón sin salida”. VALE.