En un entorno donde se rompieron paradigmas y rituales protocolarios del pasado, el Presidente Andrés Manuel López Obrador rindió su Informe de Gobierno donde dos fueron los temas centrales que despertaron el interés y análisis de todos los mexicanos: el asunto de la inseguridad y la polémica falta de crecimiento económico.

Ante los escasos resultados el presidente reconoció que falta mucho por hacer en materia de seguridad pues con antelación al acto institucional del primero de septiembre se registraron violentas masacres y enfrentamientos en Coatzacoalcos, Veracruz  y Tepalcatepec, Michoacán.

Pero además, hay otro flagelo al que no se ha podido combatir a fondo como son los feminicidios que siguen cobrando la vida de mujeres en todo el país ante la nulidad de estrategias como las alertas de género que en entidades como el Estado de México, resultaron un completo fracaso.

En el mensaje del Jefe del Ejecutivo quedó de manifiesto que las remesas siguen sacando a flote la economía en varias regiones del país cuyos pobladores se vieron obligados a emigrar a la Unión Americana luego de los estragos que causó por más de dos décadas a la producción agrícola la aplicación del TLCAN.

México no es un país seguro y sin duda que deberá hacer un esfuerzo monumental para devolver la paz y la tranquilidad a millones de mexicanos pues como expuso el Primer Mandatario, fue un error haber declarado la guerra al crimen organizado en el gobierno de Felipe Calderón, quien de esta manera  buscó legitimarse en el poder ante las sospechas del fraude electoral que lo llevó a la presidencia.

Andrés Manuel López Obrador, replanteó en su mensaje el papel que debe jugar el Estado en bien de los que menos tienen y que fue anulado por los tecnócratas neoliberales: “Dejemos a un lado –resaltó– la hipocresía neoliberal y reconozcamos que al Estado le corresponde atemperar las desigualdades sociales”.

Sin mencionar nombres directos dejó entrever el daño ocasionado al país por políticos irresponsables que promovieron rescates bancarios como el FOBAPROA, cuyos cuantiosos montos fueron transformados a una deuda pública que aún seguimos pagando los mexicanos.

“No es jugar limpio utilizar al Estado para defender intereses particulares y procurar desvanecerlo cuando se trata del beneficio de las mayorías. No es ético ni lícito defender la facultad del Estado para rescatar instituciones financieras en quiebra y considerarlo una carga cuando se trata de promover el bienestar de los más desfavorecidos”, expuso.

Y en efecto, hay mucho de razón en el mensaje de López Obrador cuando habla del nerviosismo de los “conservadores” que se oponen al cambio, porque la defensa de los privilegios fiscales gozados por los 108 grandes contribuyentes en el pasado, explica buena parte de los ataques mediáticos al gobierno de la 4T; hay mucho por hacer porque los gobiernos neoliberales  no solo heredaron una deuda pública de más de 10 billones de pesos; además, dejaron al país sumido en una gran descomposición social. La existencia de niños sicarios es un ejemplo de ello.

La nación requiere de una cirugía mayor para alcanzar una más equitativa distribución de la riqueza y nueve meses apenas alcanzan para ir recogiendo el cascajo de los destrozos ocasionados por la tecnocracia, tras seis sexenios en el poder.