En los últimos días la noticia del gran incendio que ataca la selva amazónica ha acaparado los reflectores de la prensa internacional, movilizaciones, comunicados, posicionamientos han surgido a raíz de tales sucesos. Como suele pasar con tragedias de magnitudes semejantes, han surgido voces de solidaridad en todo el mundo, mostrándonos a su vez, el poder de la comunicación en la época de las redes sociales.

Entre el universo de información y de opiniones se diluye la gravedad de los sucesos, la Amazonía es también llamada el pulmón del mundo, pues representa alrededor de 40 por ciento de la selva tropical existente, es una región con gran cantidad de biodiversidad y fundamental para la historia de la humanidad, pues en ella han habitado por siglos comunidades que conservan la sabiduría que podría salvar a la especie, el convivio sustentable del hombre con la naturaleza.

Paraguay, Bolivia y Brasil son los países que se han visto afectados por el incendio de inigualables proporciones, mostrando una vez más que las fronteras establecidas por el hombre no son un impedimento para la naturaleza, si bien es cierto que corresponde a su soberanía atender la problemática, también lo es que es un tema que debe preocupar y sobre todo ocupar a la comunidad internacional, se trata pues, de un asunto de especie.

El resguardo de la cultura y biodiversidad no se puede concebir sin la planeación participativa de las comunidades, la conservación y restauración del paisaje debe ser integral, y demanda necesariamente combatir los modos de producción y los hábitos de consumo de toda la humanidad.

Intereses, fobias y filias se avizoran para la reparación de los daños, conviene mencionar que los recursos que se encuentran en la Amazonía pertenecen a los pueblos que los administran y a nadie más, sin embargo, esa soberanía debe ser ejercida con total responsabilidad, pues tienen el futuro de la estabilidad de la humanidad y de la región entera en sus manos.

Las consecuencias del cambio climáticos se hacen cada vez más patentes, los negacionistas, por su parte, quedan mas desacreditados, ante tales hechos, los pueblos del mundo enfrentan una nueva batalla, la de la supervivencia, la del futuro. 2019 será recordado como el año de los incendios, los grandes ecosistemas como el cuerno de África en el Congo y previo a esto en Siberia extensiones considerables de bosques, en la Península Ibérica y las Islas Canarias, México y Estados Unidos no fueron la excepción.

De no atenderse y detener este deterioro, corremos el riesgo de aumentar el hambre en el planeta, agotar nuestros recursos y padecer circunstancias nunca antes planteadas, desde las Naciones Unidas se ha promovido el cumplimiento de la Agenda 2030, los Objetivos Para el Desarrollo Sostenible son un instrumento de cuya aplicación depende el futuro del mundo entero.