“Donde una vez estuvo el límite de la ciencia, hoy está su centro”.
George C. Lichtenberg
En ocasión del 50 aniversario de la inauguración del STC-Metro de la Ciudad de México, es necesario reconocer que tras dicho proyecto se encuentra una belleza legendaria del cine nacional.
En su libro autobiográfico “Todas mis Guerras”, publicado en 1993, la Diva del Cine Nacional, María Félix, revela que su marido Alex Berger trazó el Metro de la Ciudad de México, y califica ese hecho como un parteaguas que le cambió la vida a la Ciudad, la hizo más importante, nos sacó un poquito del tercer mundo para concluir su intervención vinculándose personalmente al proyecto al afirmar: yo formé parte del Metro, porque sé cómo se construyó.
Más adelante, recuerda las reuniones en que el plan se fue fraguando, y destaca: yo le ayudé en algunos de sus negocios, cuando estaba en los preparativos para la construcción del Metro, se reunía a desayunar con Bernardo Quintana, el regente Corona del Rosal y los ejecutivos de la empresa Alstom. “Siéntate cerca de nosotros –me pedía– para que escuches toda la conversación”, confesión que acredita la activa participación de Berger en esta gran empresa que, en efecto, transformó la movilidad de la Ciudad.
Mucho se ha escrito y descrito del valor de esta obra inaugurada un 4 de septiembre de hace 50 años: como vehículo, a muchos nos ha servido este medio de transporte en muchas etapas de la vida, y profusamente se ha reconocido a ese maravilloso “gusano naranja”, cuyas estaciones emblemáticas forman parte del más amable y eficiente patrimonio urbano de cualquier ciudad con un sistema similar a nuestro cincuentenario transporte colectivo.
Destacan por su belleza las estaciones concebidas por el arquitecto Félix Candela, San Lázaro y Candelaria de los Patos, o la extraordinaria conjunción arquitectónica de la estación Insurgentes, cuyo concepto se asemeja a los calendarios mesoamericanos, al tiempo que emite un guiño novohispano en sus canteras labradas, las cuales contrastan con su modernidad de trazo.
El Metro de la Ciudad es una proeza de ingeniería civil y tecnológica, hecha y operada cotidianamente por manos mexicanas instruidas por técnicos franceses, a quienes han superado al crear una operación y esquema constructivo mexicanos, que es referente en el mundo entero.
En contra de todos los pronósticos que hablan de catástrofe, el envejecimiento del Metro de la Ciudad es tecnológico, y no en lo constructivo: justo en ello debe radicar la fortaleza que permite al gobierno de la Ciudad abordar su actualización y mejoramiento, a pesar de los cuantiosos recursos que cada uno representa.
Confiados en la premisa del científico alemán Lichtenberg, los capitalinos debemos asumir que lo que antaño fue un límite para el transporte colectivo, hoy por hoy es el centro de la modernización técnica del Metro que esta nuestra Ciudad se merece.
